Víctor Codina: "Ante
esta crisis epocal, necesitamos resistencia y profetismo"
La Asociación Teológica
Juan XXIII dedica el 41 Congreso de Teología -que celebra en Madrid del 9 al 11
de septiembre- al tema de la pandemia, sus consecuencias, la postpandemia y las
necesarias respuestas para virar el curso de la humanidad en dirección a un
mundo más justo, solidario y superador de las brechas de la desigualdad
"A la Covid se ha
añadido -señaló Víctor Codina durante su intervención- la cruel guerra de Ucrania,
el riesgo de un conflicto mundial y atómico, la crisis económica mundial, los
desastres del cambio climático, la perspectiva de la falta de agua, de gas y de
energía, etc. Estamos ante una auténtica pandemia mundial, de la cual la Covid
es solo la punta del iceberg"
"La pandemia no es
casual, es consecuencia de un paradigma tecnocrático que ha destruido la
naturaleza, es fruto de un sistema capitalista neoliberal que discrimina
socialmente y mata, de una mentalidad nor-occidental, colonial, machista y
patriarcal que descarta a ancianos, mujeres, indígenas y poblaciones del Sur
global, edifica una sociedad basada en el armamentismo"
"Hemos vivido
experiencias humanas nuevas: la experiencia de la vulnerabilidad del ser humano
y la necesidad emergente del cuidado, el sentirnos comunidad, ya que todos
estamos en la misma barca"
10.09.2022 | Víctor
Codina, sj
Agradezco esta
invitación al Congreso y me pregunto si se puede todavía decir algo nuevo sobre
la pandemia de la Covid 19. Si me atrevo a hablar hoy sobre la pandemia no es
por mi competencia teológica, sino por haber sido víctima de la Covid, haber
estado al borde de la muerte, casi a punto de ver las barbas de San Pedro…
Pero a la Covid se ha añadido ahora la cruel guerra de Ucrania, el riesgo de un conflicto mundial y atómico, la crisis económica mundial, los desastres del cambio climático con sequías, incendios e inundaciones, la perspectiva de la falta de agua, de gas y de energía, etc. Estamos ante una auténtica pandemia mundial, de la cual la Covid es solo la punta del iceberg.
Sensación de shock
apocalíptico
Tenemos la sensación de
sufrir un shock apocalíptico, una crisis colectiva, colapso mundial, caos,
ganas de devolver el billete de la vida, como Iván Karamazov, el deseo de
volver cuanto antes a la normalidad, sin mascarillas, ni confinamientos, ni
restricciones.
Junto a esta visión
apocalíptica, real y sensacionalista, fomentada por las redes sociales, hemos
de reconocer que la Covid 19 también ha revelado una serie de aspectos
positivos de nuestro mundo: científicos han descubierto nuevas vacunas,
médicos, enfermeras y personal sanitario han cuidado a los enfermos aun a costa
de su salud, gran solidaridad de vecinos y voluntarios, comunicaciones vía
zoom, celebraciones litúrgicas telemáticas, nuevas formas de vivir la fe al
margen del templo y del clero, etc.
Hemos vivido
experiencias humanas nuevas: la experiencia de la vulnerabilidad del ser humano
y la necesidad emergente del cuidado, el sentirnos comunidad, ya que todos
estamos en la misma barca.
Nuevas preguntas
existenciales
También se han
suscitado nuevas preguntas existenciales: ¿la pandemia es un castigo de Dios,
como afirmaba el jesuita P. Penéloux en La Peste, de Camus? ¿dónde está Dios?,
¿qué es el mal?, ¿qué es la muerte?, ¿tiene sentido de la vida?, ¿ hay algo más
allá de la muerte? Los cristianos también nos preguntamos si los templos
cerrados no serían una crítica profética al clericalismo eclesial.
Por otra parte, la
pandemia ha ido generando un pensamiento humanístico que percibe la
interconectividad entre todo lo que ha sucedido. La pandemia no es casual, es
consecuencia de un paradigma tecnocrático que ha destruido la naturaleza, es
fruto de un sistema capitalista neoliberal que discrimina socialmente y mata,
de una mentalidad nor-occidental, colonial, machista y patriarcal que descarta a
ancianos, mujeres, indígenas y poblaciones del Sur global, edifica una sociedad
basada en el armamentismo.
Alumbrar una nueva era
Estamos ante una crisis
epocal, ante un modelo de humanidad y de sociedad que ha ya explotado, hay que
ir más allá del antropoceno. Es ingenuidad pensar que hemos llegado al final de
la historia, lo que necesitamos es resistencia, profetismo, porque otro mundo
es posible y necesario, hemos de alumbrar una nueva era.
Surgen hoy nuevas
preguntas teológicas que este Congreso deberá abordar: ¿no estaremos ante un
signo de los tiempos, ante un lugar teológico y apocalíptico nuevo, en su
sentido revelatorio, que nos anuncia que el proyecto de Dios es diverso del
sistema social, ecológico, cultural y religioso de hoy? ¿No será que el Espíritu
del Señor nos manifiesta hoy, a través del clamor de las víctimas y de los
dolores de parto de una tierra esclavizada, que hemos de cambiar y convertirnos
Señor? ¿No será que este caos global que sufrimos, encierra un kairós bíblico,
donde el Espíritu del Génesis, la ruah femenina, aletea y engendra desde abajo
una vida nueva, porque el Espíritu siempre actúa desde abajo para engendrar
nueva vida?
No se trata de volver a
la vieja normalidad de antes, sino de generar una resistencia activa, dar una respuesta
liberadora, construir un mundo diferente, justo y solidario, cercano a los
pobres, al Reino de Dios y a las bienaventuranzas de Jesús de Nazaret, sensible
a la vida y esperanza Pascual de Jesús Resucitado.
El humorista de El
País, El Roto, al comienzo de la pandemia dibujó a un profeta, vestido como
Juan Bautista, que decía: “He encontrado la vacuna”. “¿Cuál es?”, le
preguntaron. “Otra forma de vivir”, les contestó. Pero le tomaron por loco.
Humanizar a Dios,
divinizar la humanidad
En formulación
teológica, Ximo García Roca, también víctima de la Covid, afirma que se trata
hoy de humanizar a Dios y divinizar la humanidad, es decir acercar a Dios a
nuestro mundo, inhumano y cruel, y hacer que la humanidad se abra al Misterio
de un más allá trascendente al que los cristianos llamamos Padre-Madre nuestro.
Las distintas ponencias del Congreso sin duda ayudarán a responder estas y otras preguntas en torno a la Covid 19, ayudarán a levantarnos y ponernos a caminar de nuevo con esperanza. Buen trabajo.