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21 de septiembre de 2022

Meditación por la creación

LA BUENA NOTICIA

En el Tiempo de la Creación, el grito de Asunción Mita (Guatemala)

El Tiempo de la Creación es un período ecuménico que inició el 1 de septiembre, con la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, y concluye el 4 de octubre.

“El dulce canto de la creación” les motiva en esta tenaz lucha en la que no claudicarán.



Es un momento especial, dijo Francisco, para que los cristianos recemos y cuidemos juntos nuestra casa común, es una oportunidad para cultivar nuestra “conversión ecológica”, alentada por Juan Pablo II, como respuesta a la “catástrofe ecológica” anunciada por Pablo VI, ya en 1970.

“Escucha la voz de la creación”, es la consigna de este Tiempo, que Asunción Mita viene escuchando en los gritos que salen de Cerro Blanco, donde “Elevar Resources” pretende instalar una mina a cielo abierto, poniendo en alto riesgo la vida humana y la sobrevivencia de los ecosistemas de la región.

Acompañados por los Frailes Menores, Diócesis de Jutiapa y ciudadanos/as comprometidos con el cuidado de la casa común, aprendieron a discernir “una especie de disonancia en la voz de la creación”, que implica, por un lado, dejarse asombrar y cautivar por “un dulce canto que alaba a nuestro amado Creador”; por otro, “un amargo grito que se queja de nuestro maltrato humano”.

Este discernimiento se concreta en un inédito proceso democrático que determinará su futuro, en elecciones libres este domingo, si es que el sistema de justicia corrupto que tenemos no hace una trastada de última hora plegándose a los mineros.

“El dulce canto de la creación” les motiva en esta tenaz lucha en la que no claudicarán, porque su interés se alimenta de la práctica de una auténtica “espiritualidad ecológica”, atenta a la presencia de Dios en el mundo natural.

Aunque los riesgos son enormes, porque enfrentan, como David, al terrible Goliat representado en el poder económico y político local, nacional e internacional; pero les mueve la “amorosa conciencia de no estar desconectados de las demás criaturas, de formar con los demás seres del universo una preciosa comunión universal”.

Los mitecos saben que “esa dulce canción va acompañada de un amargo grito, o más bien, por un coro de clamores amargos. En primer lugar, es la hermana madre tierra la que clama.

A merced de nuestros excesos consumistas, ella gime y nos suplica que detengamos nuestros abusos y su destrucción. Son, pues, todas las criaturas las que gritan. A merced de un «antropocentrismo despótico” (LS, 68).

El gobierno de Giammattei, en su afán por consolidar una dictadura corporativa mediante el Pacto de Corruptos, y el sector minero, que aporta el 1%, más o menos, del PIB, nunca escucharán esos clamores, porque “son los más pobres los que gritan”, los que están “expuestos a la crisis climática”, “los que más sufren el impacto de las sequías, las inundaciones, los huracanes y las olas de calor, que siguen siendo cada vez más intensos y frecuentes”.

Debido a intereses económicos depredadores, Guatemala está siendo invadida y devastada, pero por todas partes se lanza un “clamor que grita al cielo”, como el de Asunción Mita, al sentirse “amenazados por un egoísmo miope”.

Es el momento de exigir que hagamos todo lo posible para evitar el colapso de los ecosistemas y la destrucción.



Víctor Manuel Ruano