"Creo en el Dios
que vive en el sagrario del corazón de los pobres y pequeños"
Soy ateo
Creo en Dios que
siempre está con nosotros como el aire. Creo en un Dios que a veces no
comprendo y se queda callado.Creo en Dios artista que pinta atardecer y diseña
peces increíbles. Creo en la Iglesia, que son los de Jesús.
Pero a veces me entra
el miedo y los cangueles. Y lloro y dudo y me canso Y lo mando todo a freír
puñetas.
Toño Casado
con echar un eurito en
la cestita del mendigo.
No creo en el Dios que
te da todas las respuestas
No creo en el Dios de los fanáticos
para aplastar y expulsar a los diferentes.
No creo en Dios que
necesita nuestras alabanzas
y se esnifa inciensos caros
en ceremonias aburridas e interminables.
No creo en un Dios que nos exija estatuas ni catedrales,
vestimentas extrañas.
No creo en ese Dios que
solo es de los curas
Soy ateísimo de ese Dios, lo confieso.
No creo en ese Dios que nos carga con preceptos
y disfruta hinchando nuestra culpa
como un globo inaguantable y venenoso,
obsesionado con nuestra sexualidad
y disfrutando por nuestras privaciones.
No creo en Dios que quiere que te pegues
o te mortifiques con cilicios
o te revuelques en tus mierdas como un cerdo en un charco,
orgulloso de su infierno lleno.
Yo creo que Dios es Amor
y que el que ama conoce a Dios.
Creo que Él nos quiere felices, a todos.
Creo que Jesús es el Amor infinito condensado en un muchacho
y que él nos contó cuál es el secreto de la felicidad: compartirnos.
Creo en Dios que
siempre está con nosotros como el aire.
Creo en un Dios que a veces no comprendo y se queda callado.
Creo en Dios artista que pinta atardecer y diseña peces increíbles.
Creo en la Iglesia, que son los de Jesús,
que llevan una Buena Noticia a este mundo convulso
y acogen en su casa a
los heridos del mundo.
Creo en el Dios que vive en el sagrario del corazón de los pobres y pequeños.
Creo en Dios que nos hace creer en nosotros mismos.
Creo, creo, creo.
Pero a veces me entra el miedo y los cangueles
y lloro y dudo y me canso
y lo mando todo a freír
puñetas.
Porque todo me parece una mentira y una amargura.
Pero siempre amanece Dios en mi casa
y enciende mi fe pequeñita para mirar al mundo como El,
con esperanza y con
paciencia.
Yo creo en Dios, sí. Creo.
Y eso me hace feliz.
No soy más que nadie, ni menos.
No sé más que nadie, ni
menos.
Pero yo sí, creo en Dios.
Creo.