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20 de octubre de 2022

Ecología integral

 

Un jardín donde testimoniar la ecología integral

Un signo pequeño pero significativo, una ocasión para la reflexión, un mensaje que haga mirar con esperanza la belleza de la Creación: es el “Jardín Laudato si'” inaugurado en Ladispoli por el obispo Ruzza y realizado por las manos de los niños y voluntarios de los círculos. En un lugar sofocado por la excesiva urbanización, el prelado llama a los fieles a trabajar juntos, superando todas las divisiones, para el cuidado de la Casa común y para devolver la dignidad a los excluidos

Cecilia Seppia – Ciudad del Vaticano

Ladispoli era una vez un rincón aristocrático de la Maremma del Lacio, que veía el tránsito de rebaños trashumantes en la alta primavera; era el reino del latifundio cerealero donde los "mocosos", los jóvenes venidos de las regiones limítrofes, dice Silvio Vitone, voluntario del Círculo Laudato si' del Sagrado Corazón, preparaban, mal pagados y explotados, la tierra para la siembra. En las zonas más interiores, es decir, cerca de la carretera Aurelia, la zona de la vegetación mediterránea dominaba sin discusión, con sus robles y encinas y la intensa fragancia de las flores del sotobosque. Hacia el mar se extendía la maraña de bosques de tierras bajas, interrumpida por las tranquilas lagunas costeras.

Después, desde principios del siglo XX, se produjo el descubrimiento y el auge del turismo costero y este litoral se convirtió en un ejemplo de ciudad-jardín, florecido por las pequeñas casas y villas para los veraneantes romanos de la buena burguesía. Hoy, sin embargo, el tranquilo burgo del pasado dio paso a una extensión de edificios, con poco verde y mucho cemento, resultado de una construcción improvisada y distorsionada, herencia de lógicas especulativas. 

Es ese gris el que mata la vista y el corazón, el que tala los árboles y obliga a los animales que se resisten a buscar refugio en otra parte.

Sucede en muchas partes del mundo, y al final el ojo se acostumbra a ello, igual que uno se acostumbra al destino de una Tierra maltratada, intoxicada, atravesada por el hombre que juega como patrón. Y, sin embargo, la gente de aquí no parece haber perdido su propia vocación por el cuidado de la Creación, parece decidida a preservar la belleza naturalista e histórica de este pequeño centro marítimo: basta con pensar en el Bosque de Palo, el campo de Monteroni o en el Monumento Natural Pantano de Torre Flavia.

Por esto, la diócesis y el Círculo Laudato si' del Sagrado Corazón de Ladispoli, sin subir a una cátedra, sin convertirse en paladines de una ecología limitada a la mera protección de los ecosistemas, tratan de reforzar el vínculo entre el hombre y la obra de Dios en todos los sentidos, tratan de sanar las heridas infligidas a la tierra y transmitir a las nuevas generaciones el concepto, muy querido por el Papa, de ecología integral, partiendo de la convicción de que todo en el mundo está conectado y que, como nos ha recordado la pandemia, somos interdependientes unos de otros, y también dependientes de lo que los pueblos indígenas llaman sabiamente madre.

 

El símbolo de la carpa en el “Jardín Laudato si'”

Iniciativas para la Casa común

Durante el mes del Tiempo de la Creación, fueron muchas las iniciativas, conciertos, paseos ecológicos, encuentros, liturgias y celebraciones promovidas por las diócesis de Civitavecchia-Tarquinia y Porto-Santa Rufina para dar a conocer los temas de la encíclicaLaudato si' del Papa Francisco, en una revisión titulada CustodiAmo il Creato (Custodiemos la Creación). "Aprender a salvaguardar la Creación con un compromiso integral: un estilo de vida diferente, la corresponsabilidad por el Bien común, la educación al otro", dijo monseñor Gianrico Ruzza, obispo de Porto-Santa Rufina y miembro de la Comisión Episcopal para los problemas sociales y el trabajo, la justicia y la paz, que antes del verano inauguró y bendijo un nuevo Jardín Laudato si' aquí mismo, en Ladispoli, en la parroquia del Sagrado Corazón.

De Norte a Sur, en los últimos años se han multiplicado los jardines inspirados en la encíclica del Papa Francisco, que han surgido en terrenos rescatados al crimen organizado o en lugares áridos y desérticos o drásticamente urbanizados y aparentemente hostiles a la vida en todas sus formas, y con ellos las zonas verdes de las que ahora pueden beneficiarse todos los ciudadanos. Y a los que piensan que un parque o un jardín que lleve el nombre del verso central del Cántico de las Criaturas sólo puede ser un deseo, un adorno estético, monseñor Ruzza les reitera, en cambio, que detrás del valor simbólico de estos lugares hay un imperativo moral y una finalidad: "Recordar a todos que no se puede intervenir sobre los daños de los entornos naturales sin cambiar la sociedad humana que los ha producido". Por eso, en la interacción entre el medio ambiente y el hombre, hay que prestar especial atención a devolver la dignidad a los excluidos: a las personas y a los pueblos más débiles, donde las catástrofes medioambientales se sienten con mayor intensidad y frecuencia.

Con ocasión de esta inauguración, el párroco del Sagrado Corazón, el padre Giovanni Righetti, quiso recordar el compromiso de la comunidad eclesial de adoptar estilos de vida para el cuidado de la Casa común: el decálogo Oikos para comprometerse con el consumo responsable; la plantación de árboles cada domingo de Adviento; el Jardín Laudato si', para mirar con renovada esperanza la belleza de la Creación, a menudo descuidada, maltratada y sacrificada en el altar de nuestros egoísmos y visiones utilitarias.

 


Otro rincón instalado en el “Jardín Laudato si'”

El testimonio del obispo

"Me llama mucho la atención – afirma monseñor Ruzza – que los primeros en reaccionar y querer comprometerse en la búsqueda de respuestas a los problemas medioambientales sean los niños y los jóvenes. Es un hecho muy importante que, como Iglesia, pero también como sociedad no debemos pasar por alto, pero creo que hay un largo desierto que atravesar antes de que veamos realizarse la conversión ecológica invocada por Francisco. Un desierto cultural, por supuesto, para acoger esta propuesta que nos hace el Santo Padre. No es una propuesta nueva, incluso en el libro del Génesis se menciona, pero creo que la comunidad eclesial puede hacer mucho para influir en las conciencias y dar una nueva orientación según las indicaciones del Papa que reelabora, en clave moderna y actual, lo que la Escritura nos ha dicho siempre”.

“La Conferencia Episcopal Italiana está haciendo mucho, sobre todo a través de las diversas comisiones que se ocupan de esto: pienso en la Jornada de la Creación, en el trabajo de la Comisión de Pastoral Social, pienso en el gran compromiso de la escucha sinodal que pone estos temas en el centro precisamente porque provienen de la escucha del Pueblo de Dios”.

“Sobre el tema del trabajo, del que me ocupo personalmente y que también es un tema relanzado por la Laudato si'. Con respecto a esto, los datos son realmente dramáticos: las muertes blancas continúan. Hay tres o cuatro muertos por día en Italia por causas de trabajo y todo esto no es tolerable. Hay que alzar la voz y decir basta a un sistema en el que el hombre no tiene cabida, que no reconoce ni tiene en cuenta su dignidad, y desgraciadamente, ciertas alianzas con el sistema productivo y financiero son realmente letales para la vida de las personas, las familias y el medio ambiente, que aguanta, resiste, pero luego responde con el fango, con las inundaciones y con las sequías, y esto genera resentimientos, divisiones y guerras, a todos los niveles.

“Nuestra diócesis es predominantemente agrícola o ligada a la actividad del mar y de la pesca, por lo que también con este Jardín Laudato si' queremos decir a todos que respeten la historia y esto no significa estar fuera del tiempo sino entender que es necesario volver al humus, a la tierra, a la sencillez y humildad que nos enseña y al horizonte infinito que nos da el mar. Sólo entonces dejaremos de ser testigos de guerras de poder, de horrores, de muertes. Si es cierto que todo está conectado, debemos volver a ayudarnos a nosotros mismos y al medio ambiente a respirar de nuevo".

Muchos niños contribuyeron a la creación del “Jardín Laudato si'”

Una Iglesia en movimiento

Mención especial entre las iniciativas puestas en marcha en estas fechas por la diócesis tiene la carrera ciclística que atravesó, recorriendo 150 kilómetros, las cinco vicarías de Porto-Santa Rufina, junto a sacerdotes, colaboradores, niños, familias y asociaciones de la zona, para que todos pudieran acoger con mayor conciencia el mensaje de la encíclica del Papa Francisco. “Levántate y pedalea, es el tema elegido para el evento – declararon los organizadores – ha logrado el objetivo de despertar las conciencias, alimentar la pasión por el cuidado del medio ambiente, educar a la paz interior y a la alianza entre el hombre y la Creación, para corresponder al plan del Creador".

De hecho, la bicicleta simboliza precisamente el compromiso de cada persona para "pedalear" el cambio, como dijo el Papa: "El equilibrio de la Iglesia recuerda al de la bicicleta, que se cae si está parada, pero va bien si está en movimiento". Durante cinco días, una bicicleta eléctrica guiada por relevos –uno por cada etapa con un representante de cada parroquia – recorrió todo el territorio diocesano, partiendo de la Catedral. La bicicleta estaba flanqueada por otras dos y un coche eléctrico. Al llegar a cada etapa, el corredor del relevo hizo un regalo a la comunidad presente de la encíclica Laudato si'  junto con otros materiales que pueden utilizarse para sensibilizar a la comunidad sobre el cuidado de la Creación.

Vatican News