Los Lances acoge la vigilia de oración en memoria de los migrantes ahogados en el Estrecho
Representantes de las
comunidades cristiana y musulmana se reúnen para honrar la memoria de los muertos
en la travesía hacia Europa
La patera tras la
ofrenda floral en memoria de los migrantes.
La playa de los Lances
de Tarifa ha acogido este fin de semana una nueva vigilia de oración por todos
los migrantes que han perdido su vida o han desaparecido intentando cruzar el
Estrecho en su búsqueda de una vida más digna, más justa y más humana.
Alrededor de 400
personas se unieron en la tarde del viernes en oración alrededor de una patera
como símbolo de este drama y de doce antorchas como recuerdo a las doce tribus,
a todos los pueblos.
El rezo comunitario estuvo presidido por el obispo de la Diócesis de Cádiz y Ceuta, Rafael Zornoza, acompañado por los padres Scalabrinianos, Sante Zanetti, director del Secretariado Diocesano de Migraciones; y Livio Pegoraro, coordinador del Secretariado Diocesano de Migraciones en el Campo de Gibraltar y Ceuta. Asimismo, hubo una representación de la comunidad musulmana en la provincia.
El acto comenzó con la monición de entrada y unas palabras del obispo. “Para nosotros mirar al cielo es un reto, es una oración, es una petición de compasión a Dios, primero por los que han muerto y también una petición por los que vivimos, por toda la sociedad. El señor nos recuerda que vivimos para amar, que amar es dar la vida, y esto supone en nosotros mirar al prójimo, a cada uno en su necesidad, muy especialmente al que lo pasa peor, al desvalido, al pobre, al necesitado, al refugiado, al migrante acogido y querido también por la iglesia y por Dios”, dijo Zornoza.
En cuanto a la
celebración de la vigilia, el obispo diocesano aseguró que la vigilia de
oración es una llamada al corazón de la sociedad. "A todos los hombres de
buena voluntad, para que con su sensibilidad y con su acción social seamos
capaces, entre todos, de hacer un mundo más justo y salir de nuestro individualismo”,
agregó.
Tras la invocación del
espíritu santo se pudo contemplar la complicada vida de las personas que
abandona su hogar en busca de un futuro mejor, a través de cinco testimonios de
migrantes que residen en nuestra diócesis.
Miguel Guillén,
voluntario del Secretariado de Migraciones, afirmó que los migrantes
testimonian la urgente necesidad de anteponer la fraternidad al rechazo, la
solidaridad a la indiferencia. "Hoy cada persona está llamada a reflejar
la mirada de Dios hacia sus hermanos y hermanas migrantes y refugiados -son
muchos-, para dejar que su mirada amplíe nuestra mirada, gracias al encuentro
con esta humanidad en camino, a través de la proximidad concreta”, comentó.
Un momento de la
vigilia, al atardecer.
Asimismo, defendió la
riqueza que las personas migrantes aportan a la sociedad. “Estamos llamados hoy
a vivir y difundir la cultura del encuentro, un encuentro igualitario entre
migrantes y la población del país de acogida. Es una experiencia enriquecedora,
en que se revela la belleza de la diversidad. Y es también fecundo, porque la
fe, la esperanza y la tenacidad de los migrantes pueden ser un ejemplo y un
incentivo para quienes quieran comprometerse en la construcción de un mundo de
paz y bienestar para todos. Pidamos a Dios que nos ayude en esta tarea de
construir un mundo en justicia y paz”, expuso.
Con el Salmo Sufí
Acrecienta mi luz, del profeta Mahoma, y la lectura de la Palabra de Dios,
llegó el momento del acto simbólico en el que un grupo de migrantes portaron
una gran cruz, que depositaron sobre la patera en recuerdo de todos los
fallecidos y desaparecidos. A través de cantos y momentos de silencio y oración
se quiso reflejar el sentimiento de dolor, de solidaridad y afecto, al tiempo
que el deseo de que este paso fronterizo en las aguas que separan las dos
orillas dejen de ser espacios de dolor, sufrimiento, dramas y muertes, y se
conviertan en lugares de encuentro, amistad e intercambio entre los pueblos de
los dos continentes.
Con una oración por los
migrantes fallecidos, pronunciada por el obispo Zornoza, el rezo del
Padrenuestro y el Al-Fatiha musulmán, se puso punto final a la ceremonia, que
terminó con una ofrenda floral al mar, en señal de duelo por los fallecidos y
todos aquellos que no consiguieron llegar.
Colaboración de Juan García de Paredes.