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15 de diciembre de 2022

COMUNICADO DEL CIRCULO DEL SILENCIO DE CADIZ

78 COMUNICADO CIRCULO DEL SILENCIO

Empezamos nuestro Círculo de Silencio recordando la celebración del Día de los Derechos Humanos del pasado 10 de diciembre.

En 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la Declaración Universal de Derechos Humanos, un documento histórico que proclama los derechos inalienables que corresponden a toda persona como ser humano, independientemente de su raza, color, religión, sexo, idioma, opinión política o de otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición. Está disponible en más de 500 lenguas y es el documento que más se ha traducido en todo el mundo.

El racismo y la tolerancia están presentes en todas las sociedades, y no solo dañan la vida de quienes lo padecen, sino también a la sociedad en su conjunto. Todos perdemos en una sociedad en la que existe racismo, discriminación, división, desconfianza, intolerancia y odio.

Pero lejos de ir construyendo un mundo más justo, los derechos humanos están siendo cada vez más quebrantados en cuanto a lo que se refiere a las personas migrantes.

En los últimos dos años hemos experimentado una nueva forma de ataque que utilizan algunos países, consistente en el bombardeo con rehenes humanos, vulnerando todos sus derechos.

En la actualidad, algunos países están utilizando los flujos migratorios como arma arrojadiza a países vecinos limítrofes para conseguir otros fines, y se percibe como los seres humanos en tránsito entran a formar parte de un juego geopolítico y económico.

Esto ha sucedido de manera reiterada en Estados Unidos, donde un Estado como Florida ha enviado a cientos de personas sin documentos a otros departamentos del país que gozan de políticas de acogida más humanas.

Se trata de golpear a un país causando una entrada incontrolada de inmigrantes. Lo practicó Bielorrusia para frenar la solidaridad vecinal con sus opositores y Rusia podría intentar generar un éxodo descontrolado para disuadir la ayuda europea a Ucrania.

España lo vivió con Marruecos, que en Mayo de 2021 permitió la llegada a Ceuta de más de diez mil jóvenes. Desde ese día, reconducir las relaciones con el país vecino se convirtió en una prioridad estatal. La búsqueda del apaciguamiento pasó por encima del plan para el Sáhara occidental, las revelaciones sobre espionaje en altas esferas, e incluso tiñó  la respuesta, intragables, del Gobierno español tras la tragedia de junio en la valla de Melilla en la que murieron al menos 23 inmigrantes en un salto masivo.

El recién nombrado Gobierno de Meloni en Italia acaba de pactar con Grecia, Turquía y Malta para rechazar el desembarco de náufragos en sus puertos y dirigir el punto de mira contra las organizaciones de salvamento marítimo, que son las únicas que hacen una valiosa labor al rescatar de la muerte a cientos de condenados.

Es un claro ejercicio de deshumanización en sus hojas de ruta, que comienza por ignorarlos cadáveres en el fondo del Mediterráneo, y que sigue con lograr no indignar demasiado a los ciudadanos con los cuerpos de sudaneses amontonados en el suelo de la valla de Melilla.

Es una vuelta de tuerca más para seguir dando vida a un sistema egoísta, basado en el yo primero.

Y para que estas crueles acciones no se vean mal vistas, se hace necesario desarrollar paralelamente falsos discursos para ir despojando a la población de acogida de sus valores innatos y propios que como seres humanos nos caracterizan, como la empatía, la caridad, o la compasión por el otro. Consiste en ignorar de modo olímpico los problemas del resto del mundo. No hay otro plan que el disimulo, la formulación de una nueva teoría del despiste consistente en que mirar para otro lado no parezca forzado, sino fruto del peso de tantas y tantas preocupaciones como ya tenemos de por sí.

Por eso es necesario en estos tiempos celebrar los días asignados en el calendario que nos hablen de dignidad y de derechos humanos, para que no se nos olvide que esta forma de vida, esta cultura del descarte no tiene porque seguir así, porque además, nunca ha sido así, y que en la medida en que cada uno de nosotros, en la familia, en el trabajo, con los amigos, y en general en todos los círculos sociales, seamos capaces de mantener viva y de trasmitir esa esperanza de que otro mundo es posible, le estaremos plantando cara a los intereses de unos pocos por controlar los recursos y bienes comunes que a cada ser humano le corresponde en igualdad, por el simple hecho de haber nacido hijos de Dios.

Amigos, comienza nuestro Círculo de Silencio.

 

MESA DIOCESANA DE ATENCIÓN Y ACOGIDA DE MIGRANTES Y

REFUGIADOS DE CÁDIZ Y CEUTA.

 Colaboración de Juan García de Paredes.