La ONU califica como “alarmante” el aumento del VIH en América Latina
Luisa Cabal, directora
de Onusida para la región, advierte del peligro de pensar que es una “epidemia
del pasado”
Mientras la tendencia mundial va a la baja, en América Latina las nuevas infecciones de VIH siguen en aumento. En la última década, los casos en la región han subido un 5% hasta alcanzar las 2,2 millones de personas infectadas en 2021, según el último informe anual de la Agencia de las Naciones Unidas para la lucha contra el VIH, Onusida, publicado este miércoles. Para Luisa Cabal, directora del organismo en Latinoamérica, ese “aumento alarmante” de contagios se debe en buena medida a una “crisis de prevención” en la región. “Ha habido complacencia. Si hablabas de VIH te decían: ‘Esa epidemia es del pasado”, lamenta. Ahora los datos apuntan a una urgente necesidad de “retomar las riendas” contra la expansión del VIH.
El informe de la ONU,
titulado En peligro, tampoco arroja buenas noticias sobre la situación de la
pandemia del sida a nivel global. Las crisis desatadas por la guerra de Ucrania
y la covid-19 han impactado sobre los presupuestos públicos de salud y han
llevado a que el progreso contra el VIH se estanque: el año pasado se
produjeron alrededor de 1,5 millones de nuevas infecciones en todo el mundo, un
3,6% menos que en el periodo anterior, lo que significa el menor descenso anual
desde 2016. Latinoamérica no es la única región que suspende en su batalla por
frenar el sida. Europa del Este, Asia Central, Oriente Medio y el Norte de
África también han registrado aumentos anuales en el número de infecciones de
VIH en la última década.
“No podemos olvidar lo básico: el acceso a los condones y a la educación sexual”, dice la líder regional de Onusida, que reprocha que en América Latina se haya “politizado que los adolescentes puedan acceder a una educación sobre sus cuerpos”. “Tenemos que retomar las herramientas de cuando yo era adolescente, hace ya muchas décadas”. Los datos del informe la respaldan: uno de cada tres países con aumentos en infecciones desde 2015 está en América Latina y el Caribe. Y, en una región en la que el 97% de los recursos para la lucha contra el sida proviene de los propios Estados, los Gobiernos latinoamericanos tienen una inmensa responsabilidad en el asunto.
De continuar con la
“complacencia” de los últimos años, el escenario es poco alentador. “La
proyección es bastante alarmante. Sabemos que si seguimos en esta misma
trayectoria, no previniendo nuevas infecciones, vamos a dar marcha atrás a un
esfuerzo y unas inversiones de cuatro décadas”, dice la experta. Ese trabajo
logró importantes hitos en la región, como la caída de las muertes relacionadas
con el VIH. En 2021, unas 29.000 personas perdieron la vida por el virus, un
28% menos que hace una década. El logro se debe a una cobertura cada vez mayor
del tratamiento con antirretrovirales, aunque la brecha no se ha cerrado del
todo: en América Latina todavía el 31% de las personas que viven con VIH no
tiene acceso a esos medicamentos, por debajo de la media mundial.
A la pregunta de por
qué esta región está rezagada en la lucha contra el VIH, las respuestas son
muchas y complejas, pero hay una que le parece particularmente importante a la
experta de la ONU: la marginación y la estigmatización en una de las regiones
más desiguales del planeta. Latinoamérica tiene el mayor número de crímenes de
odio contra los colectivos LGTBI en el mundo y, entre octubre de 2020 y
septiembre de 2021, más de 300 mujeres transgénero fueron asesinadas en la
región. “Esta epidemia de estigma y discriminación nos impide abonar las
ganancias que hemos tenido en tratamiento”, dice la abogada, especializada en
VIH y derechos sexuales y reproductivos.
En Latinoamérica, la
inmensa mayoría de las 110.000 nuevas infecciones del año pasado fueron entre
las poblaciones más estigmatizadas, como los hombres homosexuales, las mujeres
transgénero y las trabajadoras sexuales. Sobre todo esto sobrevuela un
“ambiente punitivo” en la región. En siete países se criminaliza de alguna
manera el trabajo sexual, entre ellos Argentina, Brasil y Perú. Y, lo que le
resulta más preocupante a la experta, en nueve países no se permite a los
adolescentes acceder a una prueba de VIH sin el consentimiento de sus padres.
“Hay evidencia de que, donde hay este tipo de restricciones, hay un mayor
impacto (del VIH) en los adolescentes”, asegura.
Sin embargo, no todo
son malas noticias en la región. La abogada aplaude que Argentina haya aprobado
a principios de este mes una ley de respuesta integral al VIH que, por ejemplo,
prohíbe las pruebas obligatorias de VIH y otras enfermedades de transmisión
sexual como parte de los exámenes previos al empleo. “Esta ley abre un
paradigma para que otros países la sigan”, celebra. Cabal también destaca el
papel de Brasil en el acceso a los medicamentos profilácticos que previenen el
contagio del VIH, que funcionan como los anticonceptivos para las mujeres. “Si
las cortes y las instituciones eliminan barreras, protegen derechos y hacen las
inversiones más costo-efectivas, creo que podemos eliminar el sida de aquí al
2030 en la región”.
De no hacerlo, se
estaría echando tierra sobre un trabajo de cuarenta años en la erradicación de
esa pandemia.
TERESA DE MIGUEL