Que en sus días florezca la justicia (salmo 71)
Rafael Prieto
En sus días, son los
nuestros, el sueño de Dios realizado,
un rey de justicia
perfecto, es Espíritu consagrado.
No reina en estados del
mundo,
no tiene monedas ni
soldados;
es el rey de los pobres
y oprimidos;
es un rey crucificado.
Cuando libramos al
pobre que clamaba,
lo hacemos rey.
Cuando defendemos al
afligido que no tenía protector,
lo coronamos.
Cuando nos apiadamos
del indigente,
lo hacemos rey.
Cuando salvamos la vida
de los indefensos,
lo entronizamos.
Y cuando somos injustos
o violentos,
cuando somos
insolidarios o egoístas
cuando despreciamos al
negro y al extranjero,
cuando no queremos
saber nada del hermano, él no es rey.
Le quitamos sus flores
y su encanto.
Lo coronamos de espinas
y lo crucificamos.
Cuando consentimos la
guerra o guardamos odio,
cuando enterramos los
talentos y los bienes,
cuando no creamos
puestos de trabajo,
cuando no denunciamos
el sistema injusto, él no es rey.
Lo dejamos desnudo ante
los pueblos.
Lo dejamos que muera
sediento, abandonado.
Dios mío, confía tu
juicio al rey;
que dure su reinado
como el sol,
una primavera de paz y
de justicia,
y en sus manos los
frutos encendidos del Espíritu.
Los otros salmos
Colaboración de Juan García de Paredes.