Para mí la navidad, tiene que ver con una historia hermosa de esperanza.
Wendy Vado
Llegamos al último domingo antes de adviento. En los próximos días estaremos celebrando la natividad. En mi comunidad de fe, no se celebra la navidad, lo que me parece absurdo. ¿Por qué un Cristiano no celebraría el nacimiento de Jesús?
Para mí la navidad, tiene que ver con una historia hermosa de esperanza. Recientemente leí un poema que me encantó, en él la autora mencionaba la parte humana del nacimiento de Jesús, enfocada por supuesto en una María real, histórica, muchacha de 14 años, con el enorme reto de traer al mundo a una persona, que sin duda cambiaría el mundo.
María, quién me recuerda a otras Marías, de las que he estado relatando en mis artículos anteriores. Las cercanas, las chicas del 2022, que encuentro en la calles a diario, embarazadas o con niños a tuto. Marías y Josés que vemos y seguimos viendo en las noticias huyendo de un país, por sus vidas y paradójicamente encontrando la muerte. La historia de la Natividad es hermosa en sí misma porque refleja el drama humano y real que, a pesar de miles de años de distancia sigue siendo tan nuestro, por tratarse del nacimiento de un bebé y todo lo que conlleva traer un hijo al mundo.
Habría que releer la la historia de María dando a luz, asustada hasta la muerte como sólo una madre primeriza puede estarlo, desesperada junto a su esposo por buscar un lugar donde parir, acongojada porque su hijo nacerá en un establo lleno de animales, porque el niño ya viene, ¡ya viene! gritan todos …
Estremecida por los dolores de parto, pidiendo que paren, por el amor de Dios, para luego escuchar el llanto hermoso de una pequeña criatura envuelta en sangres y demás viscosidades que buscará con ansias su calor y succionara con ansias el pecho, que quizás no tenga leche caliente en los primeros momentos aumentando su dolor, por no estar en el refugio caliente que hasta ese momento le ofrecía el útero materno. La madre cansada, exhausta dormida y el padre conmovido tratando de cargar al bebé….
Este último domingo de adviento encenderé mi cuarta vela, oraré y daré gracias a Dios porque en medio de la oscuridad más grande, él siempre traerá esperanza. Y sabemos que de la esperanza no se vive, pero sin ella no podemos vivir. Me aferraré a esa esperanza, frente a la cruel e injusta vida y la pondré por delante.
Para que cada persona que perdió un ser querido sea consolado.
Para que todas las personas que no tienen a su familiar cerca, se sientan acompañados.
Para que todos aquellos que no tienen pan en su mesa, vean el milagro del pan multiplicado.
Para que todas aquellas familias que están huyendo de sus países, encuentren una mano amiga.
Por las Marías que viajan, por las Marías adolescentes que están solas, desamparadas, por las Marías violadas, desaparecida, reventadas, asesinadas. Este adviento hoy más que nunca pienso en ellas, en nosotras hermana mujeres que cada día decidimos creer en la luz, en medio de la oscuridad.
Creo que la esperanza, será siempre más grande que el miedo y que las tinieblas nunca vencerán a la luz de Jesús…
Conte