El mundo mayoritario (en rojo) | Foto: Stephen Sefton |
Desde su creación, los líderes de los países del ALBA han denunciado la brutal explotación y dominación del imperialismo norteamericano y europeo y su diplomacia mafiosa de “Hacemos lo que queremos o si no…”.
En 2004 el Comandante
Fidel Castro y el Comandante Hugo Chávez fundaron lo que ahora es la Alianza
Bolivariana de los pueblos de nuestra América. Un año antes, en 2003, se
constituyó formalmente la Organización de Cooperación de Shanghai que incluye
ahora China, Rusia, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Uzbekistán, India,
Pakistán e Irán. Ambas organizaciones comparten prácticamente los mismos
principios de la solidaridad, la igualdad y el respeto mutuo. Esto sugiere que,
en esa misma época, en diferentes polos del mundo mayoritario, surgió la
decisión común de ir construyendo un mundo libre del estrangulamiento económico
y la agresión neocolonial de Estados Unidos y sus aliados.
Desde su inicio los
dirigentes de los países de la Alianza Bolivariana de los pueblos de nuestra
América han denunciado el brutal sistema de explotación y dominación del
imperialismo norteamericano y europeo y su diplomacia gangsteril de “Haz lo que
queremos o ya verás…”. En mayo de este año el Comandante Daniel declaró en la
21 Cumbre del ALBA-TCP: “No han parado de practicar la Doctrina Monroe, no han
renunciado a la Doctrina Monroe. En nombre de la Democracia lo que hacen es
imponer una política internacional tiránica, imperialista, terrorista,… el
Imperialismo no ha cambiado, la esencia del Imperialismo está ahí, una esencia
totalmente criminal.”
En esa misma reunión, el hermano Presidente Nicolás Maduro expresó, “Ya es suficiente de los siglos de expoliación, de invasiones, de amenazas, de hegemonismo imperial, ¡este es nuestro siglo! El siglo XXI y nuestro camino es este América Latina y el Caribe, el ALBA, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, este es nuestro camino, el camino de los iguales, el camino del respeto, el camino de la inclusión, el camino de la convocatoria unitaria, ese es nuestro camino.”
En la misma cumbre, el camarada Presidente Miguel Díaz Canel también expresó el compromiso de los países del ALBA con la unidad entre diversidad “Frente a los intentos de exclusión y selectividad, urge afianzar los mecanismos auténticos de integración y concertación latinoamericanos y caribeños. Unidos lograremos defender de forma efectiva nuestra soberanía y autodeterminación sin injerencias ni presiones externas….Llamamos a unir, no a dividir; a sumar, no a restar; a dialogar, no a confrontar; a respetar, no a imponer.”
Después de décadas de
cada vez más agresivas provocaciones de parte de Estados Unidos y la Unión
Europea, en febrero de este año la Federación Rusa finalmente actuó para
defenderse. Y en su histórica intervención del pasado 30 de septiembre, el
Presidente Vladimir Putin elaboró la visión de un mundo multipolar, basado en
los mismos principios del ALBA y de la Organización de Cooperación de Shanghai,
cooperación genuina, respeto entre iguales, unidad en diversidad, un compromiso
con el diálogo y con el derecho internacional. Es impresionante la concordancia
entre la visión del ALBA y la visión expresado por el Presidente Putin en su
discurso.
Habló de la fe de los
pueblos en un mundo multipolar para poder “reforzar su soberanía y, por lo tanto,
de adquirir verdadera libertad, perspectiva histórica, el derecho a un
desarrollo independiente, creativo, auténtico, a un proceso armonioso.” El
Presidente Putin hizo claro que se trata también de la fe en la capacidad
humana de superar las diferencias, colaborar por el bien común y crear un mundo
de solidaridad. Dijo: “Nuestros valores son el amor por el prójimo, la
misericordia y la compasión”.
No pudo ser más fuerte
el contraste de estas visiones comunes de los países del ALBA, de Rusia, China
y sus aliados, con la práctica del Occidente. Como lo expresa el Presidente
Putin “Los países occidentales llevan siglos diciendo que llevan la libertad y
la democracia a otras naciones. Todo es justo lo contrario: la democracia se
convierte en represión y explotación; la libertad, en esclavitud y violencia.
Todo el orden mundial unipolar es intrínsecamente antidemocrático y carente de
libertad. Es mentiroso e hipócrita hasta la médula.”
La verdad de esta
categórica condena de Estados Unidos y sus aliados se consta en la historia
colonial del imperialismo desde sus orígenes hasta su evolución en el siglo
pasado al neo-colonialismo. En Estados Unidos y Europa, desde la introducción
el siglo pasado del sufragio universal, las élites occidentales aseguraron que,
a cambio de garantizar su desarrollo socio-económico, las poblaciones de sus
países colaborarían en la expoliación del mundo mayoritario. Así se aseguró que
los pueblos de África, Asia y América Latina pagaban los costos de la
prosperidad y el desarrollo de las naciones occidentales como, de una forma u
otra, lo siguen pagando.
Sin embargo, ahora se
limita el alcance del poder geopolítico y control de los recursos del mundo
mayoritario por las élites occidentales. En parte, este revés para el Occidente
resulta de la creciente cooperación y poder comercial y financiero de las
naciones del espacio eurasiático. En su turno, la creciente actividad económica
y diplomática de China, Rusia y sus aliados ha promovido el desarrollo de sus relaciones
con las naciones en África y en América Latina y el Caribe, especialmente con
los países y pueblos comprometidas con la defensa de su soberanía.
La respuesta
desesperada al relativo declive de su poder global de parte de las oligarquías
norteamericanas y europeas toma tres formas principales. Primero, en sus
propios países aumentan la explotación de la fuerza laboral y la represión de
la disidencia. Segundo, actúan con mayor agresión de todo tipo contra Rusia y
China y sus aliados regionales como Cuba, Venezuela y Nicaragua o Siria, Irán y
la República Democrática de Corea. Y la tercera forma de la reacción occidental
a su declive es de aplicar mayor intimidación y hostigamiento contra países
vulnerables a la presión económica para asegurar que sigan obedientes.
En Norte América y
Europa, las políticas neoliberales implementadas desde los años 1980s han
normalizado la represión y explotación económica. En Estados Unidos hay una
ofensiva política permanente contra el sistema de la seguridad social y la
inversión en servicios públicos. En Europa los servicios públicos se recortan o
se privatizan. En Estados Unidos y la Unión Europea han habido enormes
transferencias de riqueza hacia las élites corporativas. Mientras aun el FMI
reconoce que la remuneración de la mano de obra en el Occidente ha caído en
términos reales. Los términos y las condiciones de trabajo en todo Occidente
son cada vez más precarias. Solo 10% de la fuerza laboral en Estados Unidos
está organizado en sindicatos. En los países de Europa el promedio es de 23%.
Es imposible resumir de
manera concisa todos los matices de esta realidad. Pero entre los principales
efectos asociados con mayor represión económica doméstica y mayor agresión en
ultramar, han sido la censura en las redes sociales y la supresión informativa
en los medios de comunicación, especialmente sobre los acontecimientos
internacionales. Estas prácticas refuerzan la amplia guerra psicológica
occidental contra el mundo mayoritario y facilitan la agresión económica y
militar y el terrorismo de los Estados Unidos y sus aliados contra las naciones
que defienden su soberanía.
Se trata de un profundo
e irreparable colapso de la integridad moral e intelectual de parte de las
élites occidentales y sus pueblos, una especie de cierre espiritual. En cambio,
un número creciente de los gobiernos y pueblos del mundo mayoritario insisten
en su derecho soberano de mantener relaciones a nivel internacional que abren y
promueven nuevas posibilidades de desarrollo nacional, regional e
internacional. Quizás la más importante expresión de esta fe en el futuro es el
amplio apoyo para el llamado BRICS + de parte de países en todo el mundo.
Como lo puso el hermano
Ralph Gonsalves este pasado 19 de julio en la Plaza de La Revolución en
Managua, “Vengo de un pequeño País de nuestro Hemisferio, pero este pequeño
País cree y se suscribe a grandes Principios: La defensa de la Soberanía y la
Independencia; no interferencias y no Intervencionismos en nuestros propios
asuntos; de poder conducirnos nosotros mismos y nuestras Civilizaciones más
allá, y para poder caminar con todos los Pueblos alrededor de todo el Mundo, en
amistad pero no bajo subordinación. En ese sentido, somos amigos de todos y
aspiramos para un Mundo Mejor”.
teleSUR/SUR