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15 de diciembre de 2022

Occidente y el mundo mayoritario: represión frente a apertura

El mundo mayoritario (en rojo) | Foto: Stephen Sefton

Desde su creación, los líderes de los países del ALBA han denunciado la brutal explotación y dominación del imperialismo norteamericano y europeo y su diplomacia mafiosa de “Hacemos lo que queremos o si no…”.

En 2004 el Comandante Fidel Castro y el Comandante Hugo Chávez fundaron lo que ahora es la Alianza Bolivariana de los pueblos de nuestra América. Un año antes, en 2003, se constituyó formalmente la Organización de Cooperación de Shanghai que incluye ahora China, Rusia, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Uzbekistán, India, Pakistán e Irán. Ambas organizaciones comparten prácticamente los mismos principios de la solidaridad, la igualdad y el respeto mutuo. Esto sugiere que, en esa misma época, en diferentes polos del mundo mayoritario, surgió la decisión común de ir construyendo un mundo libre del estrangulamiento económico y la agresión neocolonial de Estados Unidos y sus aliados.

Desde su inicio los dirigentes de los países de la Alianza Bolivariana de los pueblos de nuestra América han denunciado el brutal sistema de explotación y dominación del imperialismo norteamericano y europeo y su diplomacia gangsteril de “Haz lo que queremos o ya verás…”. En mayo de este año el Comandante Daniel declaró en la 21 Cumbre del ALBA-TCP: “No han parado de practicar la Doctrina Monroe, no han renunciado a la Doctrina Monroe. En nombre de la Democracia lo que hacen es imponer una política internacional tiránica, imperialista, terrorista,… el Imperialismo no ha cambiado, la esencia del Imperialismo está ahí, una esencia totalmente criminal.”

En esa misma reunión, el hermano Presidente Nicolás Maduro expresó, “Ya es suficiente de los siglos de expoliación, de invasiones, de amenazas, de hegemonismo imperial, ¡este es nuestro siglo! El siglo XXI y nuestro camino es este América Latina y el Caribe, el ALBA, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, este es nuestro camino, el camino de los iguales, el camino del respeto, el camino de la inclusión, el camino de la convocatoria unitaria, ese es nuestro camino.”

En la misma cumbre, el camarada Presidente Miguel Díaz Canel también expresó el compromiso de los países del ALBA con la unidad entre diversidad “Frente a los intentos de exclusión y selectividad, urge afianzar los mecanismos auténticos de integración y concertación latinoamericanos y caribeños. Unidos lograremos defender de forma efectiva nuestra soberanía y autodeterminación sin injerencias ni presiones externas….Llamamos a unir, no a dividir; a sumar, no a restar; a dialogar, no a confrontar; a respetar, no a imponer.”

Después de décadas de cada vez más agresivas provocaciones de parte de Estados Unidos y la Unión Europea, en febrero de este año la Federación Rusa finalmente actuó para defenderse. Y en su histórica intervención del pasado 30 de septiembre, el Presidente Vladimir Putin elaboró la visión de un mundo multipolar, basado en los mismos principios del ALBA y de la Organización de Cooperación de Shanghai, cooperación genuina, respeto entre iguales, unidad en diversidad, un compromiso con el diálogo y con el derecho internacional. Es impresionante la concordancia entre la visión del ALBA y la visión expresado por el Presidente Putin en su discurso.

Habló de la fe de los pueblos en un mundo multipolar para poder “reforzar su soberanía y, por lo tanto, de adquirir verdadera libertad, perspectiva histórica, el derecho a un desarrollo independiente, creativo, auténtico, a un proceso armonioso.” El Presidente Putin hizo claro que se trata también de la fe en la capacidad humana de superar las diferencias, colaborar por el bien común y crear un mundo de solidaridad. Dijo: “Nuestros valores son el amor por el prójimo, la misericordia y la compasión”.

No pudo ser más fuerte el contraste de estas visiones comunes de los países del ALBA, de Rusia, China y sus aliados, con la práctica del Occidente. Como lo expresa el Presidente Putin “Los países occidentales llevan siglos diciendo que llevan la libertad y la democracia a otras naciones. Todo es justo lo contrario: la democracia se convierte en represión y explotación; la libertad, en esclavitud y violencia. Todo el orden mundial unipolar es intrínsecamente antidemocrático y carente de libertad. Es mentiroso e hipócrita hasta la médula.”

La verdad de esta categórica condena de Estados Unidos y sus aliados se consta en la historia colonial del imperialismo desde sus orígenes hasta su evolución en el siglo pasado al neo-colonialismo. En Estados Unidos y Europa, desde la introducción el siglo pasado del sufragio universal, las élites occidentales aseguraron que, a cambio de garantizar su desarrollo socio-económico, las poblaciones de sus países colaborarían en la expoliación del mundo mayoritario. Así se aseguró que los pueblos de África, Asia y América Latina pagaban los costos de la prosperidad y el desarrollo de las naciones occidentales como, de una forma u otra, lo siguen pagando.

Sin embargo, ahora se limita el alcance del poder geopolítico y control de los recursos del mundo mayoritario por las élites occidentales. En parte, este revés para el Occidente resulta de la creciente cooperación y poder comercial y financiero de las naciones del espacio eurasiático. En su turno, la creciente actividad económica y diplomática de China, Rusia y sus aliados ha promovido el desarrollo de sus relaciones con las naciones en África y en América Latina y el Caribe, especialmente con los países y pueblos comprometidas con la defensa de su soberanía.

La respuesta desesperada al relativo declive de su poder global de parte de las oligarquías norteamericanas y europeas toma tres formas principales. Primero, en sus propios países aumentan la explotación de la fuerza laboral y la represión de la disidencia. Segundo, actúan con mayor agresión de todo tipo contra Rusia y China y sus aliados regionales como Cuba, Venezuela y Nicaragua o Siria, Irán y la República Democrática de Corea. Y la tercera forma de la reacción occidental a su declive es de aplicar mayor intimidación y hostigamiento contra países vulnerables a la presión económica para asegurar que sigan obedientes.

En Norte América y Europa, las políticas neoliberales implementadas desde los años 1980s han normalizado la represión y explotación económica. En Estados Unidos hay una ofensiva política permanente contra el sistema de la seguridad social y la inversión en servicios públicos. En Europa los servicios públicos se recortan o se privatizan. En Estados Unidos y la Unión Europea han habido enormes transferencias de riqueza hacia las élites corporativas. Mientras aun el FMI reconoce que la remuneración de la mano de obra en el Occidente ha caído en términos reales. Los términos y las condiciones de trabajo en todo Occidente son cada vez más precarias. Solo 10% de la fuerza laboral en Estados Unidos está organizado en sindicatos. En los países de Europa el promedio es de 23%.

Es imposible resumir de manera concisa todos los matices de esta realidad. Pero entre los principales efectos asociados con mayor represión económica doméstica y mayor agresión en ultramar, han sido la censura en las redes sociales y la supresión informativa en los medios de comunicación, especialmente sobre los acontecimientos internacionales. Estas prácticas refuerzan la amplia guerra psicológica occidental contra el mundo mayoritario y facilitan la agresión económica y militar y el terrorismo de los Estados Unidos y sus aliados contra las naciones que defienden su soberanía.

Se trata de un profundo e irreparable colapso de la integridad moral e intelectual de parte de las élites occidentales y sus pueblos, una especie de cierre espiritual. En cambio, un número creciente de los gobiernos y pueblos del mundo mayoritario insisten en su derecho soberano de mantener relaciones a nivel internacional que abren y promueven nuevas posibilidades de desarrollo nacional, regional e internacional. Quizás la más importante expresión de esta fe en el futuro es el amplio apoyo para el llamado BRICS + de parte de países en todo el mundo.

Como lo puso el hermano Ralph Gonsalves este pasado 19 de julio en la Plaza de La Revolución en Managua, “Vengo de un pequeño País de nuestro Hemisferio, pero este pequeño País cree y se suscribe a grandes Principios: La defensa de la Soberanía y la Independencia; no interferencias y no Intervencionismos en nuestros propios asuntos; de poder conducirnos nosotros mismos y nuestras Civilizaciones más allá, y para poder caminar con todos los Pueblos alrededor de todo el Mundo, en amistad pero no bajo subordinación. En ese sentido, somos amigos de todos y aspiramos para un Mundo Mejor”.

teleSUR/SUR