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26 de enero de 2023

ORACIÓN DE UN ALEJADO


Dios, no sé si me estás escuchando. Hace mucho tiempo que no te siento, y me he acostumbrado a vivir sin pensar en ti. No sé qué pensarían los que me conocen si me vieran así, tratando de hablar contigo a solas, con sinceridad, desde el fondo de mi ser.

Dios mío, tú sabes que ya no acierto a rezar. Se me han olvidado aquellas oraciones que me enseñaron cuando era niño. Me gustaba rezarle a la Virgen. Me daba seguridad y me sentía bien. Ahora todos esos rezos no me dicen nada.

La pena es que no he aprendido a hablar contigo de otra manera, con palabras mías, que me salgan a mí de dentro. No sé rezar y no sé quién me puede enseñar.

La verdad es que ya no sé muy bien si creo en ti. ¡Han pasado tantas cosas en estos años! He cambiado mucho por dentro.

Me he hecho más crítico y más escéptico, pero también más frágil e inseguro. Ya no sé en qué creer. Me he quedado como

<<vacío>> por dentro. Quisiera sentirte más vivo dentro de mí.

Me ayudaría a creer en ti.

Lo que oigo hablar de la religión se me hace demasiado complicado. Necesito creer en ti de manera más sencilla. ¡Te necesito a ti! A veces me encuentro mal dentro de mí. Van pasando los años y empiezo a sentir el desgaste de la vida. No tengo grandes problemas, pero no me siento bien. No sé exactamente lo que necesito ni sé a quién acudir.

Cuanto desearía poder renovar mi vida desde dentro: encontrar en mí una alegría nueva, una fuerza diferente para enfrentarme a la vida de cada día. Me gustaría cambiar, ser mejor conmigo mismo y con todos. Me gustaría, sobre todo, creer en ti de otra manera, sentirme a gusto contigo. Pero me conozco. Soy inconstante. Ni yo mismo creo mucho en mi transformación.

Por otra parte, tú sabes cómo me dejo arrastrar por las ocupaciones y problemas de cada día. Tal vez por eso no me encuentro casi nunca contigo. Tú estás dentro de mí, pero yo ando casi siempre fuera de mí mismo. Tú estás conmigo y yo ando perdido en mil cosas, olvidado totalmente de ti. ¿Nunca podremos vivir tú y yo de otra manera?

Si al menos te sintiera como mi mejor amigo. A veces pienso que eso lo cambiaría todo. Pero he oído tantas cosas de ti. En el fondo estoy seguro de que eres más humano, más comprensivo, más bueno que todo lo que me han dicho. Que alegría si no te tuviera esa especie de <<miedo>> que no sé de dónde me brota, pero que tanto me distancia de ti.


Dios mío, graba bien en mi corazón que tú solo sientes amor y ternura hacia mí. Que no se me olvide nunca que tú me aceptas tal como soy, que entiendes mi mediocridad, que perdonas mi pecado y que me quieres incluso aunque no cambie. Que suerte que seas así.

A veces pienso que mi gran pecado es no terminar de creer en ti y en tu amor. ¿Por qué no confío más en tu bondad y tu fuerza salvadora? ¿En dónde podría yo refugiarme con mis debilidades y cobardías sino en ti, Dios de los débiles y pequeños? ¿Quién me podría entender mejor que tú?

En estos momentos no me sale pedirte cosas. Solo que despiertes mi fe lo suficiente para creer que tú me acompañas en cada momento. Tú no te cansas de mí, no me olvidas. Tú me puedes dar fuerzas para no quedarme para siempre en la mediocridad.

Dios mío, ya hemos vivido mucho tiempo lejos el uno del otro.

No quiero seguir alejándome más, pero no tengo fuerzas para volver a ti. Tu sabrás buscar caminos para encontrarme. No me busques entre los creyentes piadosos ni entre los practicantes.

Búscame entre los que han perdido el camino y no saben cómo volver a ti.

Ningún ser humano se aleja tanto de ti

que no pueda encontrarte de nuevo…

Cuando alguien viene a ti,

no importa la edad, el día

ni su condición humana.

Si viene a ti con alma sincera

descubre tu Amor…

como una fuente de frescor inalterable.


SOREN KIERKEGAARD,

filósofo y teólogo danés (1813-1855)


Creer ¿Creer para qué?

José Antonio Pagola