Cómo la guerra de Rusia contra Ucrania está empeorando la hambruna en el mundo
De marzo a noviembre,
Ucrania reportó un descenso en la exportación de toneladas métricas de cereales
y oleaginosas, en respecto a antes de la guerra.
Los enormes buques que
transportan trigo y otros cereales ucranianos están retenidos a lo largo del
Bósforo, aquí en Estambul, a la espera de ser inspeccionados antes de dirigirse
a puertos de todo el mundo.
El número de buques que
navegan por este estrecho, que conecta los puertos del mar Negro con aguas más
amplias, cayó en picada cuando Rusia invadió Ucrania hace diez meses e impuso
un bloqueo naval. Bajo presión diplomática, Moscú ha empezado a permitir el
paso de algunos buques, pero sigue restringiendo la mayoría de los envíos
procedentes de Ucrania, que junto con Rusia exportaba una cuarta parte del
trigo mundial.
Y en los pocos puertos
ucranianos que siguen en operación, los ataques con misiles y aviones no
tripulados de Rusia contra la red energética de Ucrania paralizan de manera
periódica las terminales granaderas donde el trigo y el maíz se cargan en los
barcos.
Una crisis alimentaria
mundial se ha convertido en una de las consecuencias de mayor alcance de la
guerra de Rusia, pues ha contribuido a la hambruna generalizada, la pobreza y
las muertes prematuras.
Estados Unidos y sus
aliados se esfuerzan por reducir los daños. Funcionarios estadounidenses están
organizando iniciativas para ayudar a los agricultores ucranianos a sacar
alimentos de su país a través de redes ferroviarias y de carreteras que
conectan con Europa del Este y en barcazas que remontan el río Danubio.
Sin embargo, a medida
que el invierno arrecia en el país y Rusia arremete contra las infraestructuras
ucranianas, la crisis se agrava. La escasez de alimentos ya se ha visto
agravada por una sequía en el Cuerno de África y por condiciones meteorológicas
inusualmente severas en otras partes del mundo.
El Programa Mundial de
Alimentos de Naciones Unidas calcula que más de 345 millones de personas sufren
o corren el riesgo de sufrir inseguridad alimentaria aguda, más del doble que
en 2019.
“Nos enfrentamos a una
crisis masiva de inseguridad alimentaria”, señaló el mes pasado Antony Blinken,
secretario de Estado de Estados Unidos, en una cumbre con líderes africanos en
Washington. “Es producto de muchas cosas, como todos sabemos”, aseguró,
“incluyendo la agresión de Rusia contra Ucrania”.
La escasez de alimentos
y los altos precios están causando grandes dificultades en África, Asia y
América. Las autoridades estadounidenses están especialmente preocupadas por
Afganistán y Yemen, países que han sido asolados por las guerras. Egipto,
Líbano y otras grandes naciones importadoras de alimentos tienen problemas para
pagar sus deudas y otros gastos porque los costos se han disparado. Incluso en
países ricos como Estados Unidos y Reino Unido, el aumento de la inflación,
provocado en parte por las perturbaciones de la guerra, ha hecho que los más
pobres no tengan los recursos necesarios para comer.
Una fila de ayuda
alimentaria en Kabul. Una crisis alimentaria mundial se ha convertido en una de
las mayores consecuencias de la guerra de Rusia.Credit...Agence France-Presse —
Getty Images
“Al atacar a Ucrania,
el granero del mundo, Putin está atacando a los pobres del mundo, aumentando el
hambre mundial cuando la gente ya está al borde de la hambruna”, señaló
Samantha Power, administradora de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo
Internacional (USAID).
Los ucranianos comparan estos acontecimientos con el Holodomor, cuando Joseph Stalin provocó una hambruna en la Ucrania soviética que mató a millones de personas hace 90 años.
Blinken anunció el 20
de diciembre que el gobierno estadounidense empezaría a conceder excepciones
generales a sus programas de sanciones económicas en todo el mundo para
garantizar que la ayuda alimentaria y de otro tipo siguiera fluyendo. La medida
busca lograr que las empresas y organizaciones no retengan la ayuda por temor a
entrar en conflicto con las sanciones estadounidenses.
Funcionarios del
Departamento de Estado afirmaron que se trataba del cambio más significativo en
la política de sanciones de Estados Unidos en años. El Consejo de Seguridad de
la ONU adoptó una resolución similar el mes pasado.
Sin embargo, la
alteración intencional del suministro mundial de alimentos por parte de Rusia
plantea un problema totalmente distinto.
Moscú ha restringido
sus propias exportaciones, lo cual ha aumentado los costos en otros lugares. Y,
lo más importante, ha interrumpido la venta de fertilizantes, que son
necesarios para los agricultores de todo el mundo. Antes de la guerra, Rusia
era el mayor exportador de fertilizantes.
Sus hostilidades en Ucrania también han tenido un efecto importante. De marzo a noviembre, Ucrania exportó en promedio 3,5 millones de toneladas métricas de cereales y oleaginosas al mes, lo que supone un fuerte descenso respecto de los 5 a 7 millones de toneladas métricas mensuales que exportaba antes del inicio de la guerra en febrero, según datos del Ministerio de Política Agraria y Alimentación del país.
Esa cifra sería menor de no ser por un acuerdo alcanzado en julio por Naciones Unidas, Turquía, Rusia y Ucrania, denominado Iniciativa de Cereales del Mar Negro, en el que Rusia accedió a permitir las exportaciones desde tres puertos marítimos ucranianos.
Rusia sigue bloqueando siete de los 13 puertos que utiliza Ucrania. (Ucrania tiene 18 puertos, pero cinco están en Crimea, zona de la que Rusia se apoderó en 2014). Además de los tres del mar Negro, tres del Danubio están en funcionamiento.
El acuerdo inicial era solo por cuatro meses, pero en noviembre se prorrogó por otros cuatro. Cuando Rusia amenazó con abandonarlo en octubre, los precios mundiales de los alimentos subieron entre un cinco y un seis por ciento, explicó Isobel Coleman, administradora adjunta de USAID.
“Los efectos de esta
guerra son muy perturbadores”, afirmó. “Putin está llevando a millones de
personas a la pobreza”.
Aunque los aumentos del
precio de los alimentos en el último año han sido especialmente altos en
Oriente Medio, el Norte de África y Sudamérica, ninguna región ha sido inmune.
“Hay subidas de precios
que van desde el 60 por ciento en Estados Unidos hasta el 1900 por ciento en
Sudán”, explicó Sara Menker, directora general de Gro Intelligence, una
plataforma de datos sobre clima y agricultura que realiza un seguimiento de los
precios de los alimentos.
Antes de la guerra, los
precios de los alimentos habían subido a sus niveles más altos en más de una
década debido a las interrupciones provocadas por la pandemia en la cadena de
suministro y a la sequía generalizada.
Estados Unidos, Brasil
y Argentina, los principales productores de cereales del mundo, han sufrido
tres años consecutivos de sequía. El nivel del río Misisipi descendió tanto que
las barcazas que transportan el grano estadounidense a los puertos quedaron
temporalmente varadas.
El debilitamiento de muchas divisas frente al dólar estadounidense también ha hecho que algunos países tengan que comprar menos alimentos en el mercado internacional que en años anteriores.
Salida de humo durante un ataque ruso al puerto de Kherson, en la costa ucraniana del Mar Negro, el 23 de noviembre de 2022. (Foto Prensa Libre: Finbarr O'Reilly/The New York Times)