MARTÍN VALMASEDA
Estamos en
tiempos donde quien
tiene la palabra
en las asociaciones, comunidades,
gobiernos, presidencias... no son
solo personas que se
distinguen por su
tamaño físico o
por su voz
recia, o por su
vestimenta lujosa, sobre todo sombreros altos y
llamativos.
Todo eso
poco a poco
va cayendo, y la
gente del pueblo
se va atreviendo
a preguntar qué pintan
los tamaños grandes, las
voces estruendosas, los vestidos
lujosos, los títulos
"ísimos" (eminencia,
reverendísima, excelencia, monseñor...)
para dar más
importancia a lo que se
está diciendo.
Me imagino
que aquel Jesús
de Nazaret, cuando
salió cojeando ante Pilato a decirle
que él era rey,
que había venido a dar testimonio
de la verdad;
dijo aquello con la
vocecita cascada, de
quien acababa de
recibir cuarenta latigazos;
la respuesta sarcástica
del procurador: "¿qué es la verdad?"
la diría con una
carcajada prepotente, que
hoy puede aún
resonar en nuestros
oídos.
Las duras palabras del papa contra los manejos de las empresas que roban las riquezas del Congo no han tenido ningún eco en los medios de comunicación.