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1 de febrero de 2023

EVANGELIO DOMINGO 5- FEBRERO-2023(Mateo 5, 13-16) REFLEXIONES DE PAGOLA

 Dijo Jesús a sus discípulos:

Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.

Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una vela para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.

Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre, que está en el cielo (Mateo 5, 13-16).

SI LA SAL SE VUELVE SOSA…

Pocos escritos pueden sacudir hoy el corazón de los creyentes con tanta fuerza como el pequeño libro de Paul Evdokimov El amor loco de Dios.

Así ve P.Evdokimov el momento actual: <<Los cristianos han hecho todo lo posible para esterilizar el evangelio; se diría que lo han sumergido en un líquido neutralizante.

¿De dónde procede este cristianismo inoperante y amortiguado?

Las críticas del teólogo ortodoxo no se detienen en cuestiones secundarias, sino que apuntan a lo esencial.

La Iglesia aparece a sus ojos no como <<un organismo vivo de la presencia real de Cristo>>, sino como una organización estática y <<un lugar de autonutrición>>.

Los cristianos no tienen sentido de la misión, y la fe cristiana <<ha perdido extrañamente su cualidad de fermento>>. El evangelio vivido por los cristianos de hoy <<no encuentra más que la total indiferencia>>.

Según Evdokimov, los cristianos han perdido contacto con el Dios vivo de Jesucristo y se pierden en disquisiciones doctrinales. El cristianismo se desplaza hacia lo exterior y periférico, cuando Dios habita en lo profundo.

Se busca entonces un cristianismo rebajado y cómodo. Como decía Marcel More, <<los cristianos han encontrado la manera de sentarse, no sabemos cómo, de forma confortable en la cruz>>. Se olvida que el cristianismo <<no es una doctrina, sino una vida, una encarnación>>.

Las páginas ardientes del teólogo ruso no hacen sino recordar las de Jesús: <<Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente>>.

¿DÓNDE ESTÁ LA SAL?

Jesús ve a sus discípulos como hombres y mujeres llamados a ser <<sal de la tierra>>. Gentes que ponen sal en la vida. <<Vosotros sois la sal de la tierra>>. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?

La sal aparece como imagen de lo que purifica, lo que da sabor, lo que conserva y da vida a los alimentos.

¿Dónde está la sal de los creyentes? ¿Dónde hay creyentes capaces de contagiar su entusiasmo a los demás? ¿No se nos ha vuelto sosa la fe? Necesitamos redescubrir que la fe es sal, que puede hacernos vivir de manera nueva todo: la convivencia y la soledad, la alegría y la tristeza, el trabajo y la fiesta.

DAR SABOR A LA VIDA

Una de las tareas más urgentes de la Iglesia de hoy y de siempre es conseguir que la fe llegue a la gente como <<buena noticia>>.

Con frecuencia entendemos la evangelización como una tarea casi exclusivamente doctrinal. Evangelizar sería llevar la doctrina de Jesucristo a aquellos que todavía no la conocen o la conocen de manera insuficiente.

Entonces nos preocupamos de asegurar la enseñanza religiosa y la propagación de la fe frente a otras ideologías y corrientes de opinión. Tratamos de mejorar nuestras técnicas y organización pastoral.

Pero no es esto lo único ni lo más decisivo. Evangelizar no significa solo anunciar verbalmente una doctrina, sino hacer presente en la vida de las gentes la fuerza humanizadora, liberadora y salvadora que se encierra en el acontecimiento y la persona de Jesucristo.

Lo decisivo no es tener hombres y mujeres bien formados doctrinalmente, sino poder contar con testigos vivientes del evangelio.

Las palabras de Jesús llamándonos a ser <<sal de la tierra>> y <<luz del mundo>> nos obligan a hacernos preguntas muy graves.

¿Somos los creyentes una <<buena noticia>> para alguien?

¿Ponemos los cristianos en la actual sociedad algo que dé sabor a la vida, algo que purifique, sane y libere de la descomposición espiritual y del egoísmo brutal e insolidario? ¿Vivimos algo que pueda iluminar a las gentes en estos tiempos de incertidumbre, ofreciendo una esperanza y un horizonte nuevo a quienes buscan salvación?


LA LUZ DE LAS BUENAS OBRAS

No somos coherentes con nuestra fe cristiana y tratamos de justificarnos criticando a quienes han abandonado la práctica religiosa. No somos testigos del evangelio, y nos dedicamos a predicarlo a otros.

Tal vez hayamos de comenzar por reconocer pacientemente nuestras incoherencias para presentar a los demás solo la verdad de nuestra vida. Si tenemos el coraje de aceptar nuestra mediocridad, nos abriremos más fácilmente a la acción de ese Dios que puede transformar todavía nuestra vida.

Jesús habla del peligro de que <<la sal se vuelva sosa>>.

San Juan de la Cruz lo dice de otra manera: <<Dios os libre que se comience a envanecer la sal, que aunque más parezca que hace algo por fuera, en sustancia no será nada, cuando está cierto que las buenas obras no se pueden hacer sino en virtud de Dios>>.

Para ser <<sal de la tierra>>, lo importante no es el activismo, la agitación, el protagonismo superficial, sino <<las buenas obras>> que nacen del amor y de la acción del Espíritu en nosotros.

CONTRA LA CORRUPCIÓN

Por una parte, la filosofía democrática proclama y postula libertad e igualdad para todos. Pero, por otra, un pragmatismo económico salvaje, orientado hacia el logro del máximo beneficio, segrega en el interior de esa misma sociedad democrática desigualdad y explotación de los más débiles.

Este es el principal caldo de cultivo de la corrupción actual. <<Vivimos la vida como una rapiña>>. Seguimos defendiendo los valores democráticos de libertad, igualdad y solidaridad para todos, pero lo que importa es ganar dinero como sea. El <<todo vale>> con tal de obtener beneficios va corrompiendo las conductas, viciando las instituciones y vaciando de contenido nuestras solemnes proclamas.

¿Hay alguna <<sal>> capaz de preservarnos de tanta corrupción << Nos faltan personas capaces de sanear esta sociedad introduciendo en ella honestidad.

Hombres y mujeres que no se dejen corromper ni por la ambición del dinero ni por el atractivo del éxito fácil.

<<Vosotros sois la sal de la tierra>>. Estas palabras dirigidas por Jesús a los que creen en él tienen contenidos muy concretos hoy.

Son un llamamiento a mantenernos libres frente a la idolatría del dinero, y frente al bienestar material cuando este esclaviza, corrompe y produce marginación.

Una invitación a introducir compasión en una sociedad despiadada que parece reprimir cada vez más <<la civilización del corazón>>.

José Antonio Pagola

Colaboración de Juan García de Paredes.