Unidos en la que se ha
convertido en la primera peregrinación ecuménica de la historia, con tres
líderes, católico, anglicano y presbiteriano, caminando juntos al país más
joven de la Tierra para impulsar la paz
Los pobres, siempre los
pobres, que tienen vetados sus sueños. En la Francia del siglo XVII, donde se
ambienta la novela, y en el África pobre y maltratada de no importa cuándo leas
esto. Ahí, también, surgen hombres y mujeres que impulsen la paz, que no tengan
miedo a mancharse las rodillas, las manos, la piel, para cambiar el ritmo, para
acelerar un proceso de paz que es urgente revitalizar. Porque Sudán del Sur no
puede más
Sudán del Sur necesita
caminar como un único pueblo. Los creyentes en el Evangelio de Jesús, también.
Welby, Bergoglio, Greenshields, hoy, nos están demostrando, que es posible. Que
todavía, hoy, es posible. En el país más joven de la Tierra, la paz, también y
pese a todo, es una urgencia. Uno para todo. Y todos para una: la paz
Jesús
Bastante
Eran uno, dos y tres.
El Papa Francisco; el arzobispo de Canterbury, Justin Welby; y el moderador de
la Iglesia de. Escocia, Iain Greenshields. Los 'tres mosqueteros de la paz',
unidos en la que se ha convertido en la primera peregrinación ecuménica de la
historia, con tres líderes, católico, anglicano y presbiteriano, caminando
juntos al país más joven de la Tierra para impulsar la paz.
Un viaje pospuesto por
la rodilla del Papa y por la incesante violencia en el país, que no termina de
cumplir los acuerdos de paz a los que se comprometieron, hace tres años y
medio, durante un vibrante encuentro en el Vaticano, que culminó con el
impactante gesto de Francisco arrodillándose para besar los pies de todas las
partes en el conflicto.
Bergoglio no pudo agacharse en esta ocasión, pero lo que no pueden hacer las rodillas lo hizo su discurso, rotundo, firme, sin dudas. El "¡Basta!" de Francisco, unido a los clamores de Welby y Greenshields, "sin condiciones y sin peros". Basta de cinco años de esperas, acusaciones recíprocas, de quién no pone las bases de la paz. No importan los responsables, al menos no ahora. Importan las soluciones, la gente y su futuro. El presidente del país, aparentemente, respondió desbloqueando las negociaciones de paz. Habrá que ver si es solo un gesto o, de verdad, comienza un camino sin retorno hacia la pacificación del país.
Como en la novela de Dumas, los 'tres Mosqueteros' arriesgan en un peligroso viaje (ni de lejos Sudán puede asegurar la integridad de los líderes religioso, pues ni siquiera controla su propio territorio) por un alto fin. Que va más allá de la paz. Que hunde sus raíces, como las fuentes de ese Nilo, el río más largo del mundo, que recorre uno de los países con mayor hambruna y sequía del mundo, en el poder de sus gentes. Hombres, mujeres y niños, con una identidad nueva, con todo por construir, con una independencia soñada que no han podido disfrutar.
Los pobres, siempre los pobres, que tienen vetados sus sueños. En la Francia del siglo XVII, donde se ambienta la novela, y en el África pobre y maltratada de no importa cuándo leas esto. Ahí, también, surgen hombres y mujeres que impulsen la paz, que no tengan miedo a mancharse las rodillas, las manos, la piel, para cambiar el ritmo, para acelerar un proceso de paz que es urgente revitalizar. Porque Sudán del Sur no puede más.
Los 'tres Mosqueteros'
contra la barbarie de la guerra, de la injusticia, del hermano contra hermano.
Una lección, también, para los que desde la Vieja Europa nos entretenemos
enfrentándonos en nombre del 'Único Dios verdadero'. Que está en los ojos de
esos niños que esperan un futuro con esperanza y que, como dijo Francisco,
"tienen derecho a crecer teniendo en sus manos cuadernos y juguetes, y no
herramientas de trabajo y armas"
Welby, Greenshields y Bergoglio traen consigo el arma más importante: la autenticidad. La que lleva a organizar, casi sin saberlo, una peregrinación desconocida. No hay registros de viajes ecuménicos de tal tamaño, con tanto riesgo, con tanto que perder, y con tantas vidas que salvar. Los 'tres Mosqueteros' contra la barbarie de la guerra, de la injusticia, del hermano contra hermano. Una lección, también, para los que desde la Vieja Europa nos entretenemos enfrentándonos en nombre del 'Único Dios verdadero'. Que está en los ojos de esos niños que esperan un futuro con esperanza y que, como dijo Francisco, "tienen derecho a crecer teniendo en sus manos cuadernos y juguetes, y no herramientas de trabajo y armas".
Un derecho, y una obligación, para que, también, desde la fe, todos seamos uno. Ecumenismo real, no de etiquetas, no de oraciones perdidas y después cada uno a su casa. Sudán del Sur necesita caminar como un único pueblo. Los creyentes en el Evangelio de Jesús, también. Welby, Bergoglio, Greenshields, hoy, nos están demostrando, que es posible. Que todavía, hoy, es posible. En el país más joven de la Tierra, la paz, también y pese a todo, es una urgencia. Uno para todo. Y todos para una: la paz.