MARTÍN VALMASEDA
Estamos en tiempos en que el lenguaje climático domina nuestras conversaciones ¿Quién tiene la culpa de eso?
Pues la
tiene claro, el
clima, o mejor los
culpables son las manos
sucias y con tanto
poder que manejan
este mundo como si
se fuera a terminar
el mismo día
que ellos mueran.
Pero no
es del clima
de lo que
pienso hablar sino de una de
las palabras que
se citan como
una de sus
consecuencias y que
ante nuestra vista aparece como
una de sus consecuencias
más fotogénicas. Miren esto
Sí... es
que quiero hablarles de
la
Es que
esa tierra cuarteada por falta de lluvia, es
el símbolo de
muchas otras realidades
humanas que también
están hoy resquebrajadas porque algo
tampoco llueve sobre
ellas.
Tal vez
conozcan sociedades amargadas
donde los rostros de las personas
parezcan resquebrajados y
sus modos de
hablar suenen como
el crujido de la tierra, cuando le falta
la caída del
cariño o la
lluvia de la bondad, eso también
es sequía.
Las fronteras
entre muchos países, parece
que se han
abierto, pero no
como puertas, sino
como brechas profundas que
impiden saltar de un
lado a otro. Hay
sequía de comunicación.
Existen
asociaciones que antes se
veían muy fértiles en
número de miembros,
pero que al
paso de unos años, han comenzado a desaparecer
candidatos. Y los edificios
construidos con la
esperanza de llenarlos
de miembros se han
convertido en locales
ruinosos, que necesitan
venderse o destruirse.
Sequía de voluntarios.
La historia
va cambiando y desaparece
el interés. son
otras las realidades
que interesan. A
veces, solo a
veces, aparece algunas personas
con visión del
futuro, es decir, saltarse el
pasado y hacer
presente el futuro.
En algunos casos rellenan
las brechas, que
separaban la frontera para poder
pasar .
En el
caso de edificios vacíos se
atraen personas que
vuelven a habitarlos.
Estoy pensando
en la sequía de
humanidad que produjo la
presidencia de un
tal Bolsonaro en
Brasil, hasta que llegó
el nuevo presidente
y empezó a pensar en
la gente y
a hacer sonreír
a los pobres´ y
rellenar fronteras de ingreso abierto.
Pero también
pienso en esos
seminarios llenos de
vocaciones a mediados
del siglo XX aunque
avanzando el XXI
se convierten en
universidades o en lo
que sea, fuera
de ámbitos religiosos.
Hoy mismo habla el nuevo libro de un prestigioso teólogo que en este país aumenta la atracción por el evangelio pero disminuye el interés por la religión, que no es lo mismo, cuando la palabra religión está infectada de ese veneno criticado por el papa Francisco, llamado clericalismo. Es que muchas palabras que aparentemente son iguales resulta que son todo lo contrario.
La misma sequía de agua,
no es lo
mismo cuando llueve
sobre las milpas (los maizales) y trigales, que
cuando el agua
llena una central
eléctrica mientras los campesinos no
pueden cultivar sus
campos. Es que
hay otra sequía más grave:
la de los cerebros
y corazones de
quienes los tienen
resecos por el egoísmo.
El capitalismo. Esa
es la sequía
peor.