MARTÍN VALMASEDA
Como muchas
palabras de nuestro
idioma y de cualquier otro, SERVIR tiene significados variados
y contradictorios En
nuestra lengua llega a
significar lo mismo
que el pronombre YO; en algunos
casos, cuando
preguntan, por ejemplo, "¿de quien
es este libro? " y alguien
contesta: "es de
un servidor." Ojalá
fuera verdad que
nos sintiéramos servidores
unos de otros.
Tal ves saben
que en la
lengua latina SERVIR se decía ministrare
o sea que un ministro es
un servidor y un
ministerio es, o debe
ser, un lugar donde
se puede ir a buscar algún servicio, lo cual puede
ser verdad cuando alguien llega
"con prisas fisiológicas" al ministerio y
pregunta al conserje: ¿"me puede decir
dónde está el
servicio?" - ("al
fondo a la derecha " le suelen contestar).
Pero salgamos del ministerio y volvamos al SERVIR. Cuando uno sirve de verdad se puede contar con el, para cualquier trabajo, aunque hay gente que no vale para nada, porque como se dice el que sirve vale, el inútil o egoísta que no sirve, no vale. El servidor o el sirviente que no son del todo lo mismo, son los que tienen que servir, por voluntad o por dinero, porque les han contratado para eso.
Pero cuando
Jesús de Nazaret
les dijo a sus
amigos -discípulos: "Yo he venido a
servir, no a
ser servido", debió
de ser porque los muchachos
eran un poco
vagos y creían
que Jesús les iba
a sacar las
castañas del fuego,
en todo problema.
Y aun
nos falta otra
palabra que podríamos
llamar contradictoria: es el
SERVILISMO del que sirve, sólo a
los que puede sacar beneficios. El
servil, el adulador,
que cuando ve que no
puede sacar provecho,
escurre el bulto y desaparece.
Y nos queda
una palabra que podemos
llamar piadosa: el siervo
de Dios que esperemos comprenda que sirve a
Dios, SIRVIENDO al prójimo, y
no se dedique sólo
a encender velas o servir
de monaguillo en
misa. Si solo
es ese su servicio no
es siervo de
Dios, es lo que
se llama en lenguaje grosero
un "meapilas"
Dicho lo
cual queda al servicio
de ustedes el que suscribe, su
servidor
M.V