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29 de junio de 2023

EVANGELIO DEL DOMINGO 2-Julio-2023 ( Mateo 10-37-42) Reflexiones de Pagola

CÓMO SEGUIR A JESÚS

Dijo Jesús a sus apóstoles:

El que quiera a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; y el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí. El que encuentre su vida, la perderá, y el que pierda su vida por mí, la encontrará. El que os recibe a vosotros, me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me ha enviado. El que recibe a un profeta porque es profeta tendrá paga de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo tendrá paga de justo. El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pobrecillos solo porque es mi discípulo, no perderá su paga, os lo aseguro (Mateo 10,37-42).

DISPUESTOS A SUFRIR

Jesús no quería ver sufrir a nadie. El sufrimiento es malo. Jesús nunca lo buscó ni para sí mismo ni para los demás. Al contrario, toda su vida consistió en luchar contra el sufrimiento y el mal, que tanto daño hacen a las personas.

Las fuentes lo presentan siempre combatiendo el sufrimiento que se esconde en la enfermedad, las injusticias, la soledad, la desesperanza o la culpabilidad. Así fue Jesús: un hombre dedicado a eliminar el sufrimiento, suprimiendo injusticias y contagiando fuerza para vivir.

Pero buscar el bien y la felicidad para todos trae muchos problemas. Jesús lo sabía por experiencia. No se puede estar con los que sufren y buscar el bien de los últimos sin provocar el rechazo y la hostilidad de aquellos a los que no interesa cambio alguno.

Es imposible estar con los crucificados y no verse un día <<crucificado>>. Jesús no lo ocultó nunca a sus seguidores. Empleó en varias ocasiones una metáfora inquietante que Mateo ha resumido así: <<El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí>>.

<<Llevar la cruz>> era parte ritual de la crucifixión.

<<Si me seguís, tenéis que estar dispuestos a ser rechazados. Os pasará lo mismo que a mí. A los ojos de muchos pareceréis culpables. Os condenarán. Buscarán que no molestéis. Tendréis que llevar esa cruz. Entonces os pareceréis a mí.

Seréis dignos seguidores míos. Compartiréis la suerte de los crucificados. Con ellos entraréis un día en el reino de Dios. Llevar la cruz no es buscar <<cruces>> sino aceptar la <<crucifixión>> que nos llegará si seguimos los pasos de Jesús. Así de claro.

EL PELIGRO DE UN CRISTIANISMO SIN CRUZ

Uno de los mayores riesgos del cristianismo actual es ir pasando poco a poco de la <<religión de la cruz>> a una <<religión del bienestar>>.

Insistir en el amor incondicional de un Dios Amigo no ha de significar nunca fabricarnos un Dios a nuestra conveniencia, el Dios permisivo que legitime una <<religión burguesa>> (Johann-Baptist Metz).

Descubrir el evangelio como fuente de vida y estímulo de crecimiento sano no significa vivir <<inmunizado>> frente al sufrimiento. El evangelio no es un tranquilizante para una vida organizada al servicio de nuestros fantasmas de placer y bienestar. Cristo hace gozar y hace sufrir, consuela e inquieta, apoya y contradice. Solo así es camino, verdad y vida.

El evangelio no centra a la persona en su propio sufrimiento, sino en el de los otros.

Por eso no hemos de borrar del evangelio esas palabras de Jesús que, por duras que parezcan, nos ponen ante la verdad de nuestra fe: <<El que no toma su cruz y me sigue no es digno de mí. El que encuentre su vida, la perderá, y el que pierda su vida por mí la encontrará>>.

APRENDER A DAR

Estamos tan condicionados por nuestra sociedad del bienestar y tan inclinados a poseer, acumular y ganar que <<dar>> nos parece algo improductivo.

Sin embargo, dar es algo totalmente distinto. El gesto de dar es la expresión más rica de vitalidad, riqueza y poder creador.

Cuando damos algo de verdad, nos experimentamos a nosotros mismos, llenos de vida, desbordantes, con capacidad de enriquecer a otros, aunque sea en grado muy modesto. <<Solo el amor hace que la vida merezca ser vivida. Solo la ayuda a los demás procura la gran alegría de vivir>> (Karl Tillmann).

En realidad, solo es rico quien es capaz de regalar algo de sí mismo a los demás.

Necesitamos todos escuchar con más atención y hondura las palabras de Jesús. No quedará sin recompensa ni siquiera el vaso de agua fresca que sepamos dar a un pobre sediento.

Muchas veces no se trata de cosas grandes ni espectaculares. Sencillamente, <<un vaso de agua fresca>>: una sonrisa acogedora, una escucha sin prisas, una ayuda a levantar el ánimo decaído, un gesto de solidaridad, una visita, un signo de apoyo y amistad.

No lo olvidemos. En el fondo de la vida hay alguien que bendice, acoge y recompensa todo gesto de amor, por pequeño que nos pueda parecer. Se llama Dios, nuestro Padre.

ARTISTAS ANÓNIMOS

Sus rostros no aparecen en la televisión. Nadie airea su nombre en la radio o la prensa. Pero son hombres y mujeres grandes, porque su vida es una bendición en medio de esta sociedad.

Ellos forman ese ejército pacífico de voluntarios que trabajan de manera gratuita y callada, solo porque les nace del corazón estar junto a los que sufren.

Yo me los he encontrado sirviendo a los vagabundos en el comedor social <<Aterpe>> o en los alberges para transeúntes.

Los hemos escuchando en el <<Teléfono de la Esperanza>> a personas hundidas en la depresión o la angustia.

Los voluntarios no son personas de cualidades excepcionales. Son sencillamente humanos. Tienen ojos para descubrir las necesidades de las gentes. Oídos para escuchar sus sufrimientos, pies para acercarse a quien está solo, y sobre todo, un corazón grande donde cabe todo ser desvalido.

Eso es precisamente lo más importante: los voluntarios ponen verdadero amor en la sociedad actual.

Los voluntarios no cobran dinero, pero ganan muchísimo. Ganan la sonrisa del enfermo, el cariño del preso, las lágrimas agradecidas del anciano. Ganan, sobre todo, el placer de aliviar el sufrimiento del hermano.

Jesús piensa en un premio más grande para ellos: <<El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pobrecillos…. No perderá su paga, os lo aseguro>>.

UNA VOCACIÓN ADMIRABLE

Uno de los hechos más positivos y esperanzadores de nuestra sociedad es, sin duda, el crecimiento del voluntariado social. Son cada vez más las personas que dedican su tiempo libre a actividades y servicios de carácter gratuito.

La mirada del futuro voluntario se detiene sobre el sufrimiento, la marginación de los problemas de tantas personas necesitadas de apoyo y compañía. En su corazón se despierta el deseo de <<hacer algo>> por aliviar el sufrimiento.

El voluntario no da cosas, se da a sí mismo. Ofrece su persona, sus cualidades, su tiempo libre. En su vida hay un tiempo que es para los demás. El voluntario no busca retribución alguna. Actúa movido solo por un amor desinteresado. El voluntario no trabaja de ordinario solo ni de forma esporádica. Sabe que su servicio será más eficaz si se integra en una asociación o institución concreta.

Para aliviar el dolor humano no es suficiente el servicio técnico ni la prestación profesional.

Su necesidad de compañía, apoyo cercano y seguimiento afectuoso está pidiendo algo más que el servicio técnico del profesional.

Según Jesús, nada quedará sin recompensa. Ni siquiera el <<vaso de agua fresca>> que se de a <<uno de estos pobrecillos>>.

Jose Antonio Pagola

Colaboración de Juan García de Paredes.