DIOS
AMA ESTE MUNDO
En
aquel tiempo dijo Jesús a Nicodemo:
Lo
mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado
el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.
Tanto
amó Dios al mundo que entregó a su hijo único, para que no parezca ninguno de
los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su hijo
al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que
cree en él no será condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha
creído en el nombre del Hijo único de Dios.
Esta
es la causa de la condenación: que la luz vino al mundo y los hombres
prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que
obra perversamente detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse
acusado por sus obras. En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para
que se vea que sus obras están hechas según Dios (Juan 3, 14-21).
MIRAR AL CRUCIFICADO
Según Jesús, la luz que
lo puede iluminar todo está en el Crucificado. La afirmación es atrevida:
<< Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no
perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna>>.
¿Podemos ver y sentir el amor de Dios en ese hombre torturado en la cruz?
Acostumbrados desde
niños a ver la cruz por todas partes, no hemos aprendido a mirar el rostro del Crucificado
con fe y con amor. Nuestra mirada distraída no es capaz de descubrir en ese
rostro la luz que podría iluminar nuestra vida en los momentos más duros y
difíciles.
Sin embargo, Jesús nos
está mandando desde la cruz señales de vida y amor.
En esos brazos extendidos, que no pueden abrazar ya a los niños, y en esas manos clavadas, que no pueden acariciar a los leprosos ni bendecir a los enfermos, está Dios con sus brazos abiertos para acoger, abrazar y sostener nuestras pobres vidas, rotas por tantos sufrimientos.
DIOS AMA EL MUNDO
Este mundo no recorre
su camino solo, perdido y desamparado. Dios lo envuelve con su amor por los cuatro
costados. Esto tiene consecuencias de la máxima importancia.
Primero, Jesús es,
antes que nada, el <<regalo>> que Dios ha hecho al mundo, no solo a
los cristianos. Solo quién se acerca a Jesús como el gran regalo de Dios puede
ir descubriendo en él, con emoción y gozo, la cercanía de Dios a todo ser humano.
Segundo. La razón de ser
de la Iglesia, lo único que justifica su presencia en el mundo, es recordar el amor
de Dios. Lo primero es comunicar ese amor de Dios a todo ser humano.
Tercero. Según el Evangelista,
Dios hace al mundo ese gran regalo que es Jesús, <<no para juzgar al mundo,
sino para que el mundo se salve por él>>.
Cuarto. En estos
momentos en que todo parece confuso, incierto y desalentador, nada nos impide a
cada uno introducir un poco de amor en el mundo.
Es lo que hizo Jesús.
No hay que esperar a nada.
¿Por qué no va a haber
en estos momentos hombres y mujeres buenos que introducen en el mundo amor,
amistad, compasión, justicia, sensibilidad y ayuda a los que sufren….? Estos construyen
la Iglesia de Jesús, la Iglesia del amor.
DIOS ES DE TODOS
Dios ama al mundo
entero, no solo a aquellas comunidades cristianas a las que ha llegado el mensaje
de Jesús. Ama a todo el género humano, no solo a la Iglesia. No es propiedad de
los cristianos. No ha de ser acaparado por ninguna religión. No cabe en ninguna
catedral, mezquita o sinagoga.
Dios no sabe ni quiere
ni puede otra cosa sino amar. Este Dios sufre en la carne de los hambrientos y humillados
de la tierra; está en los oprimidos defendiendo su dignidad, y en los que
luchan contra la opresión alentando su esfuerzo. Está siempre en nosotros para
<<buscar y salvar>> lo que nosotros estropeamos y echamos a perder.
Dios es así.
Nuestro mayor error
sería olvidarlo. Más aún. Encerrarnos en nuestros prejuicios, condenas, y mediocridad
religiosa, impidiendo a las gentes cultivar esta fe primera y esencial.
ABRIRNOS AL MISTERIO DE
DIOS
Antes que nada, Jesús invita
a sus seguidores a vivir como hijos e hijas de un Dios cercano, bueno y entrañable.
Lo que caracteriza a este Padre no es su poder y su fuerza, sino su bondad y su
compasión infinita. Nadie está solo. Todos tenemos un Dios Padre que nos
comprende, nos quiere y nos perdona como nadie.
Jesús nos descubre que
este Padre tiene un proyecto nacido de su corazón: construir con todos sus
hijos e hijas un mundo más humano y fraterno, más justo y solidario. Jesús lo
llama <<reino de Dios>>, e invita a todos a entrar en ese proyecto
del Padre buscando una vida más justa y digna para todos, empezando por sus
hijos más pobres, indefensos y necesitados.
Esta es la herencia que
quiere dejar en la tierra: un movimiento de hermanos y hermanas al servicio de los
más pequeños y desvalidos. Esa familia será símbolo y germen del nuevo mundo
querido por el Padre.
Para esto necesitan acoger
al Espíritu que alienta el Padre y a su hijo Jesús: <<Vosotros recibiréis
la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y así seréis mis testigos>>
EL CRISTIANO ANTE DIOS
No siempre se nos hace
fácil a los cristianos relacionarnos de manera concreta y viva con el misterio
de Dios confesado como Trinidad. Jesús, el misterio de Dios hecho carne en el
Profeta de Galilea, es el mejor punto de partida para reavivar una fe sencilla.
¿Cómo vivir ante el
Padre? Jesús nos enseña dos actitudes básicas. En primer lugar, una confianza total.
El Padre es bueno. Nos quiere sin fin.
En segundo lugar, una
docilidad incondicional. Es bueno vivir atentos a la voluntad de ese Padre,
pues solo quiere una vida más digna para todos.
¿Qué es vivir con el
Hijo de Dios encarnado? En primer lugar, seguir a Jesús. Aprender a vivir siguiendo
sus pasos.
En segundo lugar,
colaborar en el proyecto de Dios que Jesús pone en marcha siguiendo la voluntad
del Padre. No podemos permanecer pasivos. Este proyecto que Jesús llama
<<reino de Dios>> es el marco, la orientación y el horizonte que se
nos propone dese el misterio último de Dios para hacer la vida más humana.
¿Qué es vivir animados
por el Espíritu Santo? En primer lugar vivir animados por el amor. Es el amor el
que nos salva de tantas torpezas, errores y miserias.
Por último, quien vive
<<ungido por el Espíritu de Dios>> se siente enviado de manera
especial a anunciar a los pobres la Buena Noticia.
Su vida tiene fuerza
liberadora para los cautivos; pone luz en quienes viven ciegos; es un regalo
para quienes se sienten desgraciados.
José Antonio Pagola
Colaboración de Juan García de Paredes.