Señor, enséñanos a no
amarnos
a nosotros mismos,
a no contentarnos con
amar
a los nuestros,
con amar a los que
amamos.
Señor, enséñanos a
pensar
sólo en los demás,
a amar, primeramente,
a los que no son
amados,
a sufrir con el
sufrimiento
de los demás.
Señor, concédenos la
gracia
de descubrir
que, cada minuto de
nuestra
existencia,
de nuestra vida dichosa
y por ti protegida,
hay millones de seres humanos,
que son hijos tuyos,
que mueren de hambre
y no merecen morir de
hambre;
que mueren de frío
y no merecen morir de frío…
Señor, compadécete de
todos
los pobres del mundo.
Compadécete de los
leprosos,
a quienes sonreíste, en
otro
tiempo, sobre la
tierra.
Millones de leprosos
que tienden hacia tu
misericordia
sus manos sin dedos,
sus brazos
sin manos…
Y perdónanos por
haberlos
abandonado
durante tanto tiempo
por miedo vergonzoso.
Señor, no permitas más que
seamos felices a solas.
Danos la angustia
de la miseria
universal,
y líbranos de nosotros
mismos…
Si tal es tu voluntad.
( Raoul Follerau )
Colaboración de Juan García de Paredes.