Hoy abordamos una palabra que no es para tomarla en broma aunque se puede tomar en falso o sea falsificar.
Les digo
el sentido que
nos ofrece la R.A.E.
(la real academia
de la lengua española:) MISTICA. Parte de la teología que
trata de la vida espiritual, contemplativa, del conocimiento y dirección de los espíritus.
Experiencia de lo
divino…
Expresión literaria de
la experiencia de lo divino. (O sea
que los místicos escriben
a veces, otras
veces no)
Fíjense que no se habla aquí de rezar con palabras de memoria o leídas mecánicamente. Ya lo decía Jesús: " No empleen al rezar muchas palabras.
Hasta puede haber gente que se declara ateo que - según dice - no cree en Dios, pero en momentos de reflexión está contemplando algo que los rezadores mecánicos no entienden. Como a Dios nadie lo ha visto nunca (dice San Juan)...se pueden imaginar, que místico tiene que ver con misterio -el que contempla algo que tiene en el fondo un misterio: un bello paisaje, una foto bella o dramática, una frase que te hace pensar, que te hace salir de ti mismo…algo que ha sucedido
A pesar
de utilidad del móvil el teléfono celular, para muchos - sobre todo adolescentes,- les
puede servir de
objeto inútil que no les deja
profundizar en la
realidad.
La gente
que confunde a Dios con una
máquina tragaperras en la que
echas unas oraciones,
aprietas un botón y
te sale lo que pides ... no tiene
ni idea de
lo que es la oración.
En España,
muchos centran la mística en
Santa Teresa y San
Juan de la Cruz; pero no
se dan
cuenta del vecino de al lado
o de su
madre o de
un compañero comprometido
con la vida
y problemas de su
país.
Porque el místico,
no es un
ser pasivo, que no se preocupa
del mundo en que vive.
Si conocen el
Evangelio verán que Jesús no
paraba de preocuparse
de los demás,
pero de madrugada
o de noche
si iba al monte
a hablar con
su abbá, su
padre celestial.
Tanto si
tenemos fe, como si creemos que
no la tenemos,
será bueno que en
momentos de soledad,
nos paremos a contemplar
la realidad que nos
rodea o que está
dentro de nosotros,
más dentro que nosotros
mismos, como decía
San Agustín.