LA SINODALIDAD VA DE ACTITUDES
GABRIEL Mª OTALORA
BILBAO (VIZCAYA).
El sínodo avanza despacio, pero millones de personas nos estamos implicando. El
Mensaje es sabido, pero la Sinodalidad va de actitudes desde una de las
preguntas fundamentales: ¿Cómo se logra y realiza ese caminar juntos para
anunciar el Evangelio? El Espíritu nos impulsa hacia la escucha, pero debemos
comportarnos de una determinada manera.
En la fase continental,
las expectativas de participación han sido superadas: 112 de 114 diócesis, 17
de 23 dicasterios, iglesias orientales católicas, órdenes religiosas… Todos en
camino de renovación en forma de proceso para discernir las prioridades y que
las prioridades de cada grupo se valoren en la Asamblea General del Sínodo que
presidirá el Papa en 2024 para renovar la Iglesia reforzando cuatro pilares
fundamentales: escucha (apertura y diálogo), participación (compromiso), común
unión (misión) y Eucaristía (celebración).
Pero, para avanzar,
necesitamos de la conversión espiritual en nuestra manera de comportarnos, por
encima de una metodología, si queremos transformarnos en Iglesia capaz de dar
un testimonio creíble: inclusiva, abierta, acogedora, desde la mirada autocrítica,
con nuestras luces y sombras.
La Iglesia y su misión
no son nuestras, son de Dios. Somos sueño divino que busca la unidad en la
diversidad colaborando con el Espíritu que ha preparado algo nuevo. Nuestra
referencia es Pentecostés, no Babel. Estamos necesitados de un proceso de
conversión observando la actitud de las primeras comunidades.
La responsabilidad de
la vida sinodal de la Iglesia no puede delegarse. Lo importante es asumir el
marco desde el que partimos cada vez que nos reunimos en clave sinodal.
Veamos algunas dificultades:
Reacios a hablar y compartir.- Es preciso hablarlo todo, comentarlo, así nos ayudamos mutuamente desde nuestras diferencias. ¡Esto ya es caminar juntos!
Movernos por el miedo.-
Miedo al cambio y a lo que supone, miedo a perder el poder, miedo a una nueva
forma de comunidad cristiana… Estos miedos dificultan la conversión al
servicio, desvirtuando la concepción del verdadero Magisterio.
Estancarnos en la desilusión.-
Hay muchos cristianos desilusionados, que dicen que otra reforma va a ser
siempre lo mismo, sin darse cuenta que su actitud impide al Espíritu actuar,
experimentarlo.
No dar a la Sinodalidad
la trascendencia que tiene.- Que si es un trabajo extra, que tenemos otros
planes pastorales diocesanos en marcha… No se trata de hacer o no hacer sino de
SER Iglesia de otra manera, más interconectados, a la escucha humilde, para
vivir como verdadera comunidad cristiana y evangelizar.
Grandes retos por delante:
1) El activismo
dificulta una Iglesia oyente - Hemos llegado a un punto en el que nos gusta
mucho el hacer, el activismo. Quizá debemos detenernos y escucharnos los unos a
los otros, todos juntos en oración de escucha al Espíritu Santo. Nos ponemos en
seguida a discutir, a opinar, a hablar, sin valorar la actitud necesaria para
lograrlo.
2) La escucha es
humilde por definición - Este proceso sinodal está evidenciando la escasa
importancia a la dimensión orante para discernir la voluntad de Dios. ¿Qué nos
pide Dios en este momento de la historia, como cristianos debemos implicarnos
en este proceso? Resulta imprescindible la humildad como actitud y el amor como
fundamento. Solo así seremos capaces de aportar renovación y esperanza siendo
cauces de la Gracia.
3) Volvamos al amor: el retorno a las fuentes como centro de todo - Jesús vino a servir, no a ser servido. Jesús vino a salvar, no a condenar. La diakonia está en el corazón del Evangelio, en el corazón de la misión de Jesús: “Yo estoy en medio de vosotros como quien sirve” (Lc 22,27). Y Francisco desea asumir un modelo de ejercicio de la autoridad en la Iglesia fundado en la idea cristiana del servicio. Y sin actitud de servicio y de escucha humilde, no habrá fruto sinodal.
La sinodalidad va de actitudes. El vino nuevo, solo en odres nuevos.
ECLESALIA