Protagonismo de los pobres
El evangelio de este
domingo, Mateo 11, 25-30, recoge una oración de Jesús, al constatar la fuerte
incidencia y aceptación que está teniendo entre los pobres la misión por el
Reino, tarea que van realizando los discípulos liderados por él. Es evidente que
el Reino, el gran proyecto de Dios para el mundo, es asumido con alegría y
esperanza, por los empobrecidos, que ya no aguantan más aquella situación de
abandono y desprecio. Son los “fatigados y agobiados”, los rechazados y
excluidos por “los sabios y entendidos”, que dominan la vida política, militar,
económica y religiosa, en una especie de rosca de poder, con su mentalidad
egoísta que no les permite ver la realidad de los más vulnerables.
“Te doy gracias, Padre,
Señor del cielo y de la tierra, porque has revelado estas cosas a los pobres”.
(Jesús)
Víctor Manuel Ruano P.
Los pobres son los
protagonistas de su vida y misión, pues a ellos ha sido enviado para promover
su liberación integral. Descubre que son los que mejor van captando el proyecto
del Padre para el mundo, en el que él está empeñado por impulsar, como un gran
movimiento popular envolvente, nunca populista y que lo está iniciando desde
las periferias, donde están los excluidos, despertando la esperanza, la dignidad
y las ganas de vivir bien.
En palabras del escritor uruguayo E. Galeano, los pobres son “los nadies, los ningunos, los ninguneados, los dueños de nada”. Ellos son los que, al acoger la semilla del Reino, llenan de alegría y esperanza el corazón de Jesús hasta el punto de provocar una plegaria de acción de gracias y de alabanza al Padre Dios, “Señor del cielo y de la tierra”, y también los llama para compartir la vida con él, ser sus seguidores, comprometidos a fondo con una nueva manera de entender la vida, marcada por “el amor eficaz” (Camilo Torres). Es el amor solidario y compasivo, portador de una nueva forma de vivir la relación con Dios, con los demás y con la creación.
Muchos están “cansados
y agobiados por la carga”, no solo de las leyes religiosas sino de las
estructuras sociales excluyentes. Se solidariza con ellos, para fortalecerlos
en sus vidas, en sus luchas para nunca desmayar ni claudicar, aunque las
condiciones sociales sean terribles. Pero también quiere liberarlos “del yugo”
que los oprime y aplasta hasta el agotamiento, “el sin sentido de la vida” y la
muerte. Por eso su nivel de empatía y de solidaridad es tan grande que se
propone como modelo de aprendizaje para los pobres, con el fin de construir con
ellos una vida digna y feliz, en libertad y en justicia que lleve la paz personal
y social, largamente negada.
En la sociedad
guatemalteca los pobres son los protagonistas del sueño de una sociedad
diferente y mejor en el marco de un sistema genuinamente democrático. Sin
embargo, los hemos “descartado” y “ninguneado”. Ellos son los que sostienen
económicamente, en buena parte, este país, particularmente con el trabajo de
los migrantes que aportan casi el 20% del PIB y con el trabajo de los
campesinos e indígenas, que a pesar del yugo que los oprimen, llevan adelante
la vida de sus familias en condiciones infrahumanas.
Los pobres son los que
con su resistencia pacífica y su organización comunitaria van abriendo “una luz
de esperanza”, como lo afirmó la CNR. Esta es su mejor contribución política,
en medio de las tinieblas que envuelven nuestra patria, al vivir bajo un
régimen autoritario y criminal que ha cooptado las instituciones del Estado,
con el único fin de mantener un orden económico-político, fabricado para
favorecer a unos pocos y empobrecer a las mayorías. Y su contribución es clave
en una Iglesia sinodal, misionera, pobre y para los pobres, por su cosmovisión
de la vida y su estatura ética.
Víctor Manuel Ruano P.