Guatemala, ¿Por qué los
blancos se disputan el poder en un país indígena?
Itzamná Ollantay
Las recientes elecciones generales 2023 en Guatemala, no sólo evidencian la ausencia del Estado de Derecho y la falacia de su institucionalidad electoral, sino ante todo, el proceso en sí mismo, es una evidencia que aquí las "indias buenas son las indias muertas o matadas".
En los dos siglos de
República de Guatemala, nunca las comunidades y pueblos indígenas y campesinos
se habían organizado políticamente para disputar el poder al patrón en las
urnas, con una organización política propia.
Pero, el escenario era
previsible: el Estado criollo y sus benefactores no lo permitirían prosperar
por más que el MLP se "portase muy bien". Y así fue. El Tribunal
Supremo Electoral (TSE), bajo el argumento de: "no alcanzaron el 5 por
ciento de votos", canceló el emblema del MLP.
Aunque en los hechos,
dicho movimiento político inscribió candidaturas en todos los departamentos del
país, planillas a gobiernos locales en el 50% de los municipios del país (170,
de un total de 340 municipios). ¡Como ningún otro partido político hizo campaña
electoral en todos los rincones de Guatemala, incluso en los EEUU se articuló
el MLP y desde varios estados hizo campaña! Pero, ni aún así, según el TSE,
alcanzaron el 5% de votos.
¿Cómo se lee este resultado desde los nichos sociales intermedios?
En este contexto
electoral y sus resultados "inciertos aún", desde los nichos sociales
urbano indigenistas, progres precarizados, ONG, surgen afirmaciones como:
"Eso les pasó por sectarios, radicales, idealistas, ignorantes en la
política". Otros, incluso piden: "Tienen que cambiar de propuesta: el
Estado plurinacional está bien, pero para después, no para hoy".
Qué está detrás de
estas insinuaciones
Racismos. Aparte de las
autodestructivas contradicciones internas del Estado, este proceso electoral
muestra el racismo constitutivo, estructural y estructurante de las
subjetividades individuales y colectivas de la "guatemalticidad".
Para el consorcio
patronal, y para la guatemalticidad culturalmente cualificada, los "indios
tienen que estar abajo" (si acaso los consideran seres humanos) Si se
yerguen y ejercen sus derechos, lo normal es que se los ausculte y castigue,
para luego hacerlos sentir culpables de sus atrevimientos. Pero, si el blanco
es injustamente castigado por el sistema será motivo de emotiva solidaridad e
indignación…
Naturalizar la
violencia estatal patronal y culpar a la víctima. Al culpar exclusivamente a
indígenas y campesinos de estos resultados electorales, liberan al Estado y a
sus gestores de sus responsabilidades en la segregación y mutilación de
derechos políticos de los pueblos. Y, la violencia política patronal se
normaliza y naturaliza.
¡Incluso culpan al MLP
del impedimento ilegal que el TSE le hizo al vetar la inscripción de su binomio
presidencial en las elecciones recientes!
Indio bueno es indio
muerto. ¿Cuál es la diferencia entre Thelma Cabrera y Atanasio Tzul? ¿Por qué
este último es el bueno políticamente y Thelma es censurada como ignorante,
radical, malcriada?
En el imaginario del
pobre progre (indígena o mestizo) o de los patrones, la india tiene que estar
muerta (matada) para conmover y promover tendencia. La india o el indio que se
organiza, que promueva derechos o asuma roles "reservados" para
blancos o blancas, siempre será un perverso, malo,... merecedor de castigos y
escarmientos.
Esto explica por qué
organizaciones "indígenas" o ancestrales como los 48 cantones,
autoridades ancestrales, etc., que nunca apoyan o promueven propuestas de
Estado plurinacional, pero sí defienden la institucionalidad del Estado
criollo, son aplaudidos y mostrados, por progres urbanos y semi urbanos, como
organizaciones "ejemplares". Pero, si estos indios buenos se convierten
en sujetos políticos plurinacionales, son automáticamente censurados como
"revoltosos.
El problema no es la
propuesta. El rechazo es al mensajero
Para nadie que haya
pasado por Guatemala (sea de noche o de día) es imperceptible el caos
estructural y coyuntural que diluye incluso las esperanzas de la gente. Este
caos que a nivel sociológico se expresa en la violencia generalizada, repudio a
los gobernantes e instituciones, desprecio a lo público, etc. requiere nuevos
consensos sociales mínimos. A esto llaman los sectores indigenas, campesinos y
urbanos populares, organizados en el MLP, proceso de ACPP para concertar una
nueva Constitución Política. Que a su vez, da origen al Estado plurinacional.
Pero, quienes lo
plantean están políticamente nucleados en nichos indígena campesino, entonces,
la propuesta ACPP se oye, pero no se escucha en los anillos urbanos e
indignados de Guatemala.
En los hechos, desde la
perspectiva de la filosofía colonial, el indígena/campesino no tiene Logos
(conocimiento), por tanto, no tiene nada que decir, ni decidir. Sólo tiene que
escuchar, y obedecer.
No es gratuito que,
ahora, opinadores, analistas, tiktokeros..., prácticamente recriminen a
indígenas y campesinos que no hacen campaña por el partido Semilla para la
segunda vuelta electoral.
Si la propuesta de
cambios estructurales es enarbolada por indígenas, la misma es asumida como
radicalismos, idealismo. Si la misma propuesta lo dicen los blancos, la
propuesta es escuchada, secundada, aplaudida.
A ese nivel está la condición y situación de colonialidad en este país sostenido, cohabitado y pigmentado por la "raza cobriza" indígena casi en su totalidad demográfica. País donde la blanquitud no sólo sustenta a la pigmentocracia (poder basado en el color) sino que también se constituye en un horizonte civilizatorio deseado en este ecosistema policromático.