UN TESORO SIN DESCUBRIR
Jesús dijo a la gente:
El reino de los cielos
se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra, lo vuelve a
esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.
El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que,
al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra (
Mateo 13, 44-46 ).
UN TESORO OCULTO
Jesús contó dos breves
parábolas para <<seducir>> a quienes permanecían indiferentes.
Quería sembrar en todos un interrogatorio decisivo: ¿no habrá en la vida un
<<secreto>> que todavía no hemos descubierto?.
Las palabras de Jesús eran seductoras. ¿ Será Dios así ? ¿ Será esto encontrarse con él? ¿Descubrir un << tesoro >> más bello y atractivo, más sólido y verdadero que todo lo que nosotros estamos viviendo y disfrutando ?.
Entre nosotros, mucha
gente está abandonando la religión sin haber saboreado a Dios. Les entiendo. Yo
haría lo mismo. Si una persona no ha descubierto un poco la experiencia de Dios
que vivía Jesús, la religión es un aburrimiento. No merece la pena.
Lo triste es encontrar
a tantos cristianos cuyas vidas no están marcadas por la alegría. Viven
encerrados en su religión, sin haber encontrado ningún <<tesoro>>.
DESCUBRIR EL PROYECTO
DE DIOS
¿ Era razonable seguir
a Jesús o una locura ?. Hoy sucede lo mismo: ¿ merece la pena comprometerse en
su proyecto de humanizar la vida o es más práctico ocuparnos cada uno de
nuestro propio bienestar ?. Mientras tanto se nos puede pasar la vida sin tomar
decisión alguna.
El reino de Dios está << oculto >>. Muchos no han descubierto todavía el gran proyecto que tiene Dios de un mundo nuevo. Está oculto en Jesús, en su vida y en su mensaje. Si los cristianos no descubrimos el proyecto de Jesús, en la Iglesia no habrá alegría. Los dos protagonistas de las parábolas toman la misma decisión: << venden todo lo que tienen>>. Nada es más importante que << buscar el reino de Dios y su justicia >>.
BUSCAR A DIOS
Sin duda, cada uno ha
de partir de su propia experiencia. No hay que copiar a otros. No hay que hacer
nada forzado ni postizo. Cada uno conoce sus propios deseos y miserias, sus
vacíos y sus miedos. Cada uno sabe su << necesidad >> de Dios. Su
voz no calla nunca. No grita con los labios, pero nos susurra al corazón. Una
cosa es << discutir de religión >> y otra muy distinta buscar a
Dios con sincero corazón.
No es lo más acertado
buscar a Dios apoyándonos solo en las propias intuiciones. Hay muchas formas de
engañarse o de andar dando vueltas sobre uno mismo, sobre nuestros sentimientos
e ideas. Por eso es mejor compartir y contrastar la propia experiencia con
alguien que nos pueda guiar desde su vivencia de Dios. Ese mutuo compartir puede
ser el mejor estímulo para seguir buscándolo.
Buscar a Dios no
produce tristeza ni amargura; al contrario, genera alegría y paz, porque la
persona comienza a descubrir donde está la verdadera felicidad. Recordemos a
¿ POR DONDE EMPEZAR ?
Hace algún tiempo
pronunciaba yo una conferencia ante un público joven de San Sebastián. En cierto
momento, una joven, después de sumarse a quienes confesaban una postura agnóstica,
vino a decir más o menos lo siguiente: <<Hoy sigo siendo agnóstica, pero
se está despertando en mí el deseo o la necesidad de creer. ¿ Por dónde tengo
que empezar ?.
La pregunta me llegó
muy dentro: << ¿ Por donde empezar ? >>. Yo puedo compartir con él
mi experiencia y mostrarle como vivo yo el misterio de la vida, pero el camino
de la fe lo ha de recorrer cada uno, << atraído >> secretamente por
Dios.
Tal vez, lo primero es encontrarse sinceramente consigo mismo y descender hasta el <<corazón >>, ese lugar simbólico y secreto donde se toman las decisiones fundamentales. Por lo general vivimos demasiado distraídos y ocupados y no acertamos a plantearnos la vida ante el misterio último de la existencia. Esa actitud interior me parece decisiva.
Por eso es tan
importante la oración. ¿ Tu oras o no oras ?. Cuando oro, me estoy planteando
las cuestiones más decisivas: ¿ puedo confiar en alguien o me constituyo a mí
mismo en centro absoluto de mi existencia ?.
Mi vida, ¿ termina en
mí mismo o puedo esperar en Dios ?
ENCONTRARNOS CON DIOS
Muchos cristianos viven
hoy en un estado intermedio entre el cristianismo tradicional que alimentó los
primeros años de su vida y una descristianización que ha ido poco a poco
invadiéndolo todo.
Es normal entonces ese
cristianismo << a la defensiva >> que se observa en bastantes
creyentes, desconcertados ante costumbres y planteamientos que arrasan el
sentido cristiano de la vida, y turbados por tanta burla y ataque irrespetuoso
a la fe.
Una fe expuesta a
tantas críticas y combatida desde tantos frentes solo puede ser vivida con
autenticidad por aquellos que descubren el gozo de encontrarse con la realidad
del Dios vivo. Cada uno tiene que hacer su propia experiencia.
Lo decisivo es siempre
encontrar << el tesoro escondido en el campo >>.
Encontrarse con el Dios
de Jesucristo y experimentar que él es quien puede responder de manera plena a
las preguntas más vitales y anhelos más hondos.
Necesitamos más que
nunca orar, hacer silencio, curarnos de tanta prisa y superficialidad,
detenernos ante Dios, abrirnos con más sinceridad y confianza a su misterio
insondable. No se puede ya ser cristiano por nacimiento, sino por una decisión
que se alimenta en la experiencia personal de cada uno.