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26 de julio de 2023

UCRANIA MANEJADA POR ESTADOS UNIDOS

Pablo Jofre Leal

Ucrania: ¿contraofensiva u operación mediática?

El régimen de Kiev, administrado por Volodimir Zelensky, lleva un mes ya de una publicitada contraofensiva contra las fuerzas rusas en la zona del Donbás. Dicha operación no ha mostrado resultados positivos, que permitan augurar un cambio en la actual situación bélica, con el absoluto control de las fuerzas rusas de aquellas áreas definidas por Moscú como necesarias de defender frente a los ataques kievistas.

Una realidad en el escenario bélico que se consolida, generando críticas en el interior de la coalición de países de países que apoyan a Kiev, liderados por Estados Unidos y secundado por la Organización del Tratado del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), que tuvo su Cumbre en Vilnius, capital de Lituana, el pasado 11 y 12 de julio. Los resultados de ella no sorprendieron absolutamente a nadie, considerando la dinámica de apoyos de Occidente a su aliado ucraniano: promesas de seguridad y masificar aún más la entrega de armamentos, que se ha convertido en la estrategia de Washington y los suyos para dinamizar sus alicaídas economías. No hay nada mejor para Occidente en su historia hegemónica que intensificar las guerras, agresiones, procesos de desestabilización para que sus complejos militares industriales comiencen a llenarse los bolsillos con dólares y euros. Cifras al canto: Estados Unidos ha entregado hasta ahora 100.000 millones de dólares en armas y apoyo financiero a Kiev. La OTAN, por su parte, ha proporcionado una cifra de 90.000 millones de euros. (1)

A pesar del enorme apoyo militar que Washington y sus aliados le otorgan al régimen de Zelensky, la famosa contraofensiva de verano no ha obtenido ningún avance en el terreno, ningún triunfo relevante que le permita decir a sus financistas que el dinero utilizado para desestabilizar a Rusia ha dado frutos. Este es un elemento importante a la hora de poner paños fríos a esta idea peregrina de incorporar a Ucrania a la OTAN, como se había insinuado previo a la cumbre celebrada en Vilnius. Según analistas internacionales, Zelensky exigía urbi et orbi un cronograma claro que le permitiera decir a los suyos que entraban a formar parte de la alianza militar occidental. “Es absurdo y sin precedentes que no se establezca un plazo para la invitación ni para la membresía de Ucrania, mientras que al mismo tiempo se agrega una redacción vaga sobre las ‘condiciones’ incluso para invitar a Ucrania”, vociferaba Zelensky, que además solicitaba más armas, más pertrechos, más dinero. Demanda que no ocultó la discusión respecto a las acusaciones de corrupción galopante en materia de armas del régimen cívico-militar ucraniano.

Sus palabras generaron profundo rechazo en políticos europeos y funcionarios de la OTAN. Tal es el caso del ministro de Defensa británico, Ben Wallace, quien advirtió a Ucrania que “no somos Amazon”, refiriéndose al servicio de comercio electrónico (2). Por su parte, el mandatario estadounidense, Joe Biden, terminó de darle un golpe a las expectativas del excomediante ucraniano, al sostener respecto al posible ingreso de Ucrania a la OTAN que “tal vez después que termine la guerra”. Según un artículo de The Washington Post, algunos funcionarios querían castigar a Zelensky por su exabrupto.

Análisis de medios como Asia Times han destacado que el supuesto avance ucraniano en el marco de su ofensiva tiene una bajísima probabilidad de éxito en las posiciones rudas. Se necesitan más de dos años, suministrando armamento de última generación –con todo el entrenamiento que ello significa– para que Kiev pueda realizar grandes operaciones militares. La OTAN creó en Vilnius “un grupo llamado Consejo OTAN-Ucrania para coordinar la cooperación. Al final, sin embargo, la teatralidad para sentirse bien no se vendió, ya que hablar de ‘unidad’ desde todos los lados sonó hueco”, consigna Asia Times (3).

A través del columnista David Ignatious, The Washington Post afirma que las propias autoridades militares estadounidenses reconocen dificultades objetivas para lograr algún grado de éxito en la contraofensiva ucraniana. El problema principal para el analista, más allá de las armas entregadas, es que Kiev no tiene fuerzas ni recursos y tampoco instrucción de combate superiores a Rusia. En esta situación, cualquier intento de las fuerzas militares ucranianas de pasar al contraataque solo va a incrementar el número de víctimas en sus filas. Ignatious apuesta por una guerra de guerrilla post término de la guerra. “Tal vez la guerra continúe en 2024 y tal vez más allá. Incluso si hay un alto el fuego en algún momento, los ucranianos pueden luchar detrás de las líneas del territorio controlado por Rusia. Esa es una parte del final del juego que rara vez se discute pero que necesita más atención”. (4) Este columnista, vinculado al Pentágono, revela el plan ulterior: seguir con la guerra en otros niveles, sabiendo que Ucrania está perdida. Una contraofensiva, según se desprende de las conversaciones en Vilnius para mejorar las condiciones y ampliar el pliego de demandas en una eventual negociación con Rusia. Idea que solo podría concretarse si las operaciones militares ucranianas tienen éxito y ello se ve lejano.

El análisis profundo de la guerra en Ucrania revela inclinación por parte del régimen de Kiev, apoyado por numerosas empresas de relaciones públicas -principalmente estadounidenses y británicas- a mostrar acciones y decisiones propias de una guerra mediática (5) más que de efectos concretos en el campo bélico. Kiev no puede mostrar ningún avance en la zona del Donbás donde las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk han concretado figuras jurídicas y territoriales al margen de cualquier vínculo con Kiev. No hay plan alguno de la contraofensiva multiplicada comunicacionalmente como una especie de “la madre de todas las batallas” que pueda mostrarse como exitosa. La propia naturaleza se ha encargado de frustrar los planes ucranianos de incursionar en zonas controladas por Rusia. Tal es el caso del óblast de Jersón, atravesado por el Río Dniepr, donde las fuerzas ucranianas están imposibilitadas de sortear las dificultades hidrográficas que el curso de tal río ofrece.

En dirección a la ciudad de Zaporozhie, las líneas de defensa rusas son infranqueables al igual que los caminos que conducen a la ciudad de Donetsk, con fortificaciones inexpugnables, así reconocido por el alto mando militar ucraniano, que se ha visto forzado a admitir que es muy difícil cumplir sus expectativas, o por opiniones más alentadoras pero absolutamente irreales, como las de Zelensky, que sostuvo que “la contraofensiva es difícil pero avanza”, esperanza absolutamente irreal pues ninguna de las ciudades que querían ser tomadas han tenido resultados: Artiómovsk, Zhovtnevoye (en la región de Kharkov), Zaliman, Pshenichnoye y Kremennaya (República Popular de Lugansk), Klyuchyovoye (República Popular de Donetsk) y Pologi (región de Zaporiyia). Nada, ningún logro, solo más y más muertos, que se suman a un ejército cada día más disminuido, más necesitado de armas y al cual incluso se le está proporcionado por parte de Washington bombas de racimo, prohibidas por 100 países y que pueden significar un efecto de respuesta demoledora por parte del ejército ruso. (6)

Con esta entrega, Washington está probando la paciencia de Rusia en materia de ver hasta dónde puede soportar las presiones y provocaciones de la OTAN. Una OTAN que digita los pasos militares dados por Zelensky que está generando acciones destinadas a asestar golpes en dirección a las regiones rusas del Belgorod, Brianks y Kursk. Tal vez la memoria histórica no es parte de la estrategia de Ucrania y sus financistas, pero vale recordar que en Kurk las huestes de la Alemania nazi fueron derrotadas estrepitosamente y ello significó una victoria estratégica de las fuerzas de la ex URSS. No basta con manipular, desinformar y contratar empresas de relaciones públicas por parte de Ucrania. Se requiere resultados y esos no están en el bando “otanista” por más que la cobertura mediática pretenda mostrar avances, toma de posiciones y triunfos que terminan esfumándose a las pocas horas. 

TELESUR