ESCUCHAR A JESÚS
En aquel tiempo, Jesús
se llevó a Pedro, a Juan y a Santiago a lo alto de una montaña para orar. Y,
mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos.
De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que
aparecieron con gloria; hablaban de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén.
Pedro y sus compañeros
se caían de sueño; y espabilándose vieron su gloria y a los dos hombres que estaban
con él.
Mientras estos se
alejaban, dijo Pedro a Jesús:
Maestro, ¡qué hermoso
es estar aquí! Haremos tres choznas: una para ti, otra para Moisés y otra para
Elías. No sabía lo que decía.
Todavía estaba hablando
cuando llegó una nube que los cubrió.
Se asustaron al entrar
en la nube. Una voz desde la nube decía:
Este es mi Hijo, el
escogido; escuchadlo.
Cuando sonó la voz se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por el momento, no contaron a nadie nada de lo que habían visto (Mateo 17, 1-9)
¿A QUIÉN ESCUCHAR?
Pedro no parece haberlo
entendido. Propone hacer <<tres chozas>>, una para cada uno. Pone a
los tres en el mismo plano. No ha captado la novedad de Jesús.
Vivir escuchando a
Jesús es una experiencia única. Por fin estamos escuchando a alguien que dice
la verdad. Alguien que sabe por qué y para qué vivir. Alguien que ofrece las claves
para construir un mundo más justo y más digno del ser humano.
Una comunidad se va
haciendo cristiana cuando va poniendo en su centro el Evangelio y solo el
Evangelio.
Cada domingo podemos sentir su llamada a mirar la vida con ojos diferentes y a vivirla con más responsabilidad, construyendo un mundo más habitable.
ESCUCHAR SOLO A JESÚS
La escena es llamada
tradicionalmente la << transfiguración de Jesús >>.
Al parecer, los
discípulos no captan el contenido de lo que están viviendo, pues Pedro dice a
Jesús: <<Maestro, qué bien se está aquí. Haremos tres tiendas: una para
ti, otra para Moisés y otra para Elías >>. Coloca a Jesús en el mismo
plano y al mismo nivel que a los dos grandes personajes bíblicos. A cada uno su
tienda. Jesús no ocupa todavía un lugar central y absoluto en su corazón.
La voz de Dios le va a
corregir, revelando la verdadera identidad de Jesús:
<< Este es mi
Hijo, el escogido>>.
Es urgente recuperar en
la Iglesia actual la importancia decisiva que tuvo en sus comienzos la
experiencia de escuchar en el seno de las comunidades cristianas el relato de
Jesús recogido en los evangelios.
Los evangelios no son
libros didácticos que exponen doctrina académica sobre Jesús.
Son <<relatos de
conversión>> que invitan al cambio, al seguimiento de Jesús y a la
identificación con su proyecto.
No tiene la Iglesia un potencial más vigoroso de renovación que el que se encierra en estos cuatro pequeños libros.
VIVIR ANTE EL MISTERIO
La trayectoria seguida
por la humanidad es fácil de describir. Ha ido acumulando un número cada vez
mayor de datos; ha sistematizado sus conocimientos en ciencias cada vez más
complejas; ha transformado las ciencias en técnicas cada vez más poderosas para
dominar el mundo y la vida.
Este caminar
apasionante a lo largo de los siglos tiene un riesgo. Inconscientemente hemos
terminado por creer que la razón nos llevará a la liberación total. No aceptamos
el Misterio. Y, sin embargo, el Misterio está presente en lo más profundo de
nuestra existencia.
Y lo más racional sería
reconocer que estamos envueltos en algo que nos trasciende: hemos de movernos humildemente
en un horizonte de Misterio.
El ser humano ha de
aprender a vivir ante el Misterio. Y el Misterio tiene un nombre: Dios, nuestro
<<Padre>>, que nos acoge y nos llama a vivir como hermanos.
También hoy, en medio de nubes y oscuridad, se puede oír una voz que nos sigue llamando: << Este es mi hijo…. Escuchadlo>>.
PERDIDOS
Son muchos los que no
saben muy bien dónde fundamentar su vida ni a quién acudir para orientarla. No se
sabe dónde encontrar los criterios que puedan regir la manera de vivir, pensar,
trabajar, amar o morir. Todo queda sometido al cambio constante de las modas o
los gustos del momento.
Por otra parte, son
cada vez más los que viven perdidos.
No tienen meta ni proyecto.
Pronto se convierten en presa fácil de cualquiera que pueda satisfacer sus
deseos inmediatos.
Necesitamos reaccionar.
Vivir con un corazón más atento a la verdad última de la vida; detenernos para
escuchar las necesidades más hondas de nuestro ser; sintonizar con nuestro
verdadero yo. Es fácil que se despierte en nosotros la necesidad de escuchar un
mensaje diferente.
Tal vez entonces
hagamos un espacio mayor a Dios.
La escena evangélica de Lucas recobra un hondo sentido en nuestros tiempos. Según el relato, los discípulos <<se asustan>> al quedar cubiertos por una nube. Se sienten solos y perdidos. En medio de la nube escuchan una voz que les dice: << Este es mi Hijo, el escogido. Escuchadlo >>.
Es difícil vivir sin escuchar una voz que ponga luz y esperanza en nuestro corazón.
¿DÓNDE ESCUCHAR A
JESÚS?
Entre todos los métodos
posibles de leer la Palabra de Dios se está revalorizando cada vez más en
algunos sectores cristianos el método llamado <<lectio divina>>, muy
apreciado en otros tiempos, sobre todo en los monasterios. Consiste en una
lectura meditada de la Biblia, orientada directamente a suscitar el encuentro
con Dios y la escucha de su Palabra en el fondo del corazón.
Esta forma de leer el texto
bíblico exige dar diversos pasos.
Lo primero es <<leer
el texto>> tratando de captar su sentido original, para evitar cualquier
interpretación arbitraria o subjetiva.
La <<meditación>>
supone un paso más. Ahora se trata de acoger la Palabra de Dios meditándola en
el fondo del corazón. Este momento pide recogimiento y silencio interior, fe en
Dios, que me habla, apertura dócil a su voz.
El tercer momento es
<<la oración>>. El lector pasa ahora de una actitud de escucha a
una postura de respuesta.
Basta preguntarnos con
sinceridad: <<Señor, ¿qué me quieres decir a través de este texto?, ¿a
qué me llamas en concreto?, ¿qué confianza quieres sembrar en mi corazón>>.
Se puede pasar a un
cuarto momento que suele ser designado como <<contemplación>> o
silencio ante Dios.
Por último, es necesario
recordar que la verdadera lectura de la Biblia termina en la vida concreta y
que el criterio para verificar si hemos escuchado a Dios es nuestra
<<conversión>>.
Por eso es necesario
pasar de la <<Palabra escrita>> a la <<Palabra vivida>>.
Una forma de hacerlo es aprender a leer los evangelios de Jesús con este método. Descubriremos un estilo de vida que puede transformar nuestra existencia.
José Antonio Pagola
Colaboración de Juan García de Paredes.