Jesús, ¿dónde vives?
Jesús, ¿dónde vives?
Hoy pasas por nuestra
vida,
hoy te señalan tus
precursores
y nos ponemos en camino
a seguirte.
Nos lo dice nuestra
conciencia,
nuestra vida concreta
de hoy,
mediocre tal vez,
agobiada,
cansina, trepidante
quizás,
nuestro íntimo deseo,
nuestra más secreta sed
de ti
que nos atormenta en el
interior,
a la vez que es nuestro
mayor tesoro
y nuestra felicidad más
estable.
No es la primera vez,
no es la última que te
oímos decir:
Vengan y vean.
Pero es la única vez
que nos lo dices hoy.
Ojalá escuchen hoy su
voz…
(Salmo 94,7)
Hoy tú nos esperas,
nos llevas a tu casa,
donde tú vives, en la
luz,
en la gloria del Padre,
en el amor de los
hermanos;
donde tú vives y todo
vive;
donde está la vida.
Donde estás tú está la
vida.
Hoy buscamos la vida,
Hoy nos hacemos quedar
contigo
para que vivamos.
Hoy ensanchas tú
nuestros
círculos concéntricos
de tus llamadas, nos
llevas contigo,
no solos, sino en compañía
de nuestros hermanos,
en comunidad
constituida
por tu llamada.
Nos esperas hoy con
todos los que
llevamos en el corazón,
con los que nos están
confiados
de modo especial,
con los que se sienten
alejados
de nosotros,
con los que nos cuesta
aceptar
y vivir la fraternidad,
con los que vivimos ya
ahora
un anticipo
de la plena comunión de
amor
en el Reino.
Tú nos esperas y nos
invita a ver,
a creer en ti
y en tu poder de dar
vida,
de dar luz y alegría, de dar amor.
Haznos hoy discípulos
serenos,
que se quieren quedar
contigo
en esta hora de la
tarde,
en esta hora de
confidencias,
serenidad y dulzura de
coloquio,
para que este nuevo
encuentro contigo
nos transforme en
movimiento
imparable de amor,
que extienda sus
círculos sobre
el espejo de nuestra
alma.
Que todo, absolutamente
todo,
quede tocado por este
soplo
de tu Espíritu,
que tú seas el ángel
que hoy toque las aguas
de nuestras vidas,
donde muchos puedan
encontrar
la salud de su vivir,
de sus anhelos de amor
y de gozo,
de su hambre de gloria,
gloria presentida ya
en nuestras agonías y
en nuestras
resurrecciones,
afincados por tu
presencia en
tu gloria y en tu Amor.
Amén.
Colaboración de Juan García de Paredes.