MARTÍN VALMASEDA
Semilla. Esta palabra se está poniendo de moda en los ambientes ciudadanos de Guatemala. En el campo, en las aldeas, siempre se ha vivido enterrando semillas y esperando con paciencia que vuelva a salir al aire convertida en milpa de maíz, en espiga de trigo. Semilla es símbolo de paciencia. Con ese sentido Jesús de Nazaret hablaba de ella. Los seres humanos la sembramos pero, qué lento es el crecimiento, cuando ese pequeño granito muere transformándose en muchos granos.
Yo me imagino que los amigos del grupo semilla, muchos estudiantes o trabajadores en la ciudad, tendrán el mismo sentimiento. Ellos se han enterrado en el asfalto ciudadano con la ilusión de ver crecer la milpa de un país nuevo, con alimentos, escuela y vivienda para mayores y pequeños... pero sienten como si unos hombres y mujeres con botas y zapatos de tacón, estén intentando pisotear la milpa y hacerla estéril.
Veo a los jóvenes y
mayores de ese grupo "semilla" como valientes defensores de la milpa en Guatemala, defendiendo
lo que han
sembrado.
Piensen en
los políticos o politiqueros
que intentan destruir
los campos de
este país con
minas de metales, con hidroeléctricas, y mandando a
sus hijos a
estudiar al extranjero.
En algunas familias de España, cuando
se caía el pan de
la mesa, los papás
enseñaban a sus
hijos a recogerlo
del suelo y
besarlo. Un bonito detalle.
Pero también vi en una
residencia de estudiantes latinoamericanos, en Salamanca, cómo
se caían trozos
de pan al suelo y
nadie se agachaba
a recogerlos. La cocinera
los barría luego para
tirarlos a la
basura.
Alguno de
aquellos estudiantes, hoy
profesionales o políticos ¿estará hoy
queriendo pisotear la
semilla de la
paz que en
Guatemala intenta el
pueblo que de
frutos de justicia?. ¡Semilleros guatemaltecos sigan
adelante ayudando a crecer
la milpa!