El legado espiritual de San Francisco
"El legado espiritual de san Francisco, en este momento de crisis sanitaria mundial, puede ayudarnos a valorar que, la enfermedad, con su carga de sufrimiento y dolor, es también terreno propicio para generar valores y recursos que nos hagan más humanos y más auténticos"
"La enfermedad nos envuelve en una atmósfera que puede dar lugar a una nueva forma de vivir: más centrados en lo esencial, en los afectos y las emociones (amor), dispuestos a ejercer la compasión y la solidaridad"
"Cuando el santo de Asís alaba a Dios por la enfermedad (“sorella infirmitas”), no lo hacía desde la ingenuidad de un soñador idealista, ni desde la mentalidad dolorista de la época donde la enfermedad era en sí misma un instrumento de expiación o de santidad"
José María Marín Sevilla
Alabado seas, mi Señor,
por aquellos que sufren enfermedad y tribulación;
bienaventurados los que las sufran en paz,
porque de ti, Altísimo, coronados serán.
Esta estrofa forma parte del hermoso Cántico de de las criaturas (conocido también como Cántico del hermano sol) compuesto por Francisco de Asís, poco antes de su muerte, fue agregada por él mismo a las ya existentes. Un añadido que incorpora alabanzas y peticiones menos cósmicas (luz, agua, viento), más existenciales (amor, perdón, enfermedad, tribulación y muerte):
Me parece interesante dedicar unos folios a reflexionar sobre la enfermedad de san Francisco y la relación con su espiritualidad. Hacerlo este año, que se conmemora el V Aniversario de la Laudato si’, es también una buena ocasión para contribuir a la difusión de la Encíclica del Papa y retomar sus desafíos.
El legado espiritual de san Francisco, en este momento de crisis sanitaria mundial, puede ayudarnos a valorar que, la enfermedad, con su carga de sufrimiento y dolor, es también terreno propicio para generar valores y recursos que nos hagan más humanos y más auténticos. La relación armoniosa y realista con la propia fragilidad abre la puerta a una convivencia más racional con los demás y con la naturaleza (casa común), también frágil y limitada.
La enfermedad nos envuelve en una atmosfera que puede dar lugar a una nueva forma de vivir: más centrados en lo esencial, en los afectos y las emociones (amor), dispuestos a ejercer la compasión y la solidaridad. Solo quienes conviven diariamente con ella, en su propio cuerpo, a diario y para siempre, conocen bien sus límites y sus limitaciones, solo ellos saben también que, sin ella o con ella se puede vivir con dignidad y plenamente.
Cuando el santo de Asís alaba a Dios por la enfermedad (“sorella infirmitas”), no lo hacía desde la ingenuidad de un soñador idealista, ni desde la mentalidad dolorista de la época donde la enfermedad era en sí misma un instrumento de expiación o de santidad.
Su “alabanza” surge desde la propia experiencia de enfermedad y desde la proximidad física con otras muchas personas afectadas gravemente, como él mismo. Su alabanza es también lucha diaria para dignificar la existencia de los muchos enfermos a los que se acercaba, implicándose hasta dejar la propia vida en ello.
El descubrimiento de Dios en el misterio y la belleza de la creación le llevó a alcanzar la libertad más profunda. El joven rico y altanero que era, se despoja de sus privilegios, se “desciende” hasta el extremo de convertirse en el “pobrecillo de Asís”. Conversión e itinerario personal que vivió Francisco de Asís habitando un cuerpo frágil y enfermo. La hermana enfermedad le llevó de la mano en su evolución interior, hasta convertirse en el hombre y el creyente que fue. Es este un dato de su biografía de gran importancia: en la existencia vulnerable e incierta se gesta y tiene lugar su extraordinaria experiencia espiritual.
Tomado de Religión Digital