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25 de octubre de 2023

NO PODEMOS CERRAR LOS OJOS



Señor, ¿cómo puedo vivir

cuando mis hermanos mueren

de hambre?

¿Cómo te puedo llamar Padre,

si mis hermanos mueren

de hambre?

Me lo pregunto,

y apenas sé cómo responder…

Porque hoy no puedo aducir

ignorancia…

 

Los hambrientos están

en nuestras salas de estar,

en la televisión…

Queramos o no,

no podemos cerrar los ojos:

las patéticas escenas de niños

esqueléticos,

de madres de flácidos senos,

se han convertido en parte de

nuestra sociedad de consumo.

 

Nos estamos acostumbrando

a su presencia lejana y

a la vez, cercana.

Nos estamos acostumbrando

a vivir tan bien,

cuando la mayoría vive mal…

Señor, sé que los que mueren

de hambre no son

unos pocos infelices;

son millones y millones

de hombres, mujeres y niños…

 

Es una escena horrible:

es el gigantesco desarrollo,

a escala mundial,

de la parábola bíblica

del rico Epulón

y el pobre Lázaro…

 

Hemos elaborado el mapa

del hambre y de la peste,

del jinete del Apocalipsis.

Las cifras claman estridentes.

Frente a esta enorme

muchedumbre,

palidecen todos nuestros

problemas…

 

Se resquebrajan nuestras

certidumbres cristianas

y nuestros valores “civilizados”…

¿Por qué? ¿Hay culpables

de esta injusticia?

¿De esta desigualdad?

 

¿De este dolor tan grande?

Es un crimen,

un montón de crímenes…

¿Quiénes son los culpables?

¿La sequía?

¿Las estructuras

y los mecanismos financieros?

¿Los títeres políticos?

¿Nuestra indiferencia?

¿Mi egoísmo?

Unos más, otros menos,

un poco todos…

Unas veces queriendo,

otras sin querer,

unas veces sabiendo,

otras sin saber,

unas veces viendo, otras sin ver…

La realidad es que ellos

son demasiados pobres,

y nosotros, demasiados ricos…

Que ellos no saben qué comer,

y nosotros no sabemos

cómo adelgazar…

Y Lázaro está en nuestro portal,

en nuestra sala de estar,

cubierto de llagas,

esperando unas migajas

de nuestro banquete.

 

Querido amigo:

No se trata de enjugar

vagamente una lágrima;

esto se hace pronto.

Ni de sentir un poco de

misericordia

esto es demasiado fácil…

 

Se trata de ser conscientes,

de no contentarse sólo con vagar

de aquí para allá

por nuestro pequeño mundo,

preocupados

por nuestra partecita de paraíso…

 

Se trata de negarse a seguir

en la siesta,

suave y placentera,

cuando todo clama y se desespera

a nuestro alrededor…

 

Se trata de no aceptar ya ser

felices solos…

Porque no somos cristianos,

si aceptamos vivir mientras

los demás…mueren.

 

Porque no somos cristianos,

si llamamos a Dios Padre

y negamos el pan al hermano…

Porque, querido amigo, un corazón

que no reacciona ante la miseria…

es miserable.

( Pedro Arrambide )

Colaboración de Juan García de Paredes.