Como el novio tardaba, les entró
sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó gritar:
- ¡Que llega el novio, salid a
recibirlo!
Se despertaron todas y se pusieron
a despabilar los candiles. Las necias dijeron a las sensatas:
- Dadnos de vuestro aceite, que
los candiles se nos apagan.
Pero las sensatas contestaron:
- Por si acaso no hay bastante
para todas, mejor es que vayáis a la tienda a comprarlo.
Mientras iban a comprarlo llegó
el novio: las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se
cerró la puerta.
Cuando por fin llegaron las otras muchachas,
se pusieron a llamar:
- Señor, señor, ábrenos.
Pero él respondió:
- Os aseguro que no sé quiénes
sois.
Por tanto, manteneos despiertos, que no sabéis
el día ni la hora.
ESPERAR A JESUS CON LAS
LAMPARAS ENCENDIDAS
Entre los primeros
cristianos había, sin duda, discípulos <<buenos>> y discípulos <<malos>>.
Sin embargo, al escribir su evangelio, Mateo se preocupa sobre todo de recordar
que, dentro de la comunidad cristiana, hay discípulos <<sensatos>>
que están actuando de manera frívola y descuidada. ¿Qué quiere decir esto?
Mateo recuerda dos parábolas
de Jesús. La primera es muy clara. Hay algunos que <<escuchan las palabras de Jesús>>
y <<las ponen en práctica>>. Toman en serio el evangelio y lo
traducen en vida. Son como el <<hombre sensato>> que construye su
casa sobre roca. Es el sector más responsable: los que van construyendo su vida
y la de la Iglesia sobre la verdad de Jesús.
Pero hay también quienes
escuchan las palabras de Jesús y <<no las ponen en práctica>>. Son
tan <<necios>> como el hombre que <<edifica su casa sobre
arena>>.
Su vida es un dispar.
Si fuera solo por ellos, el cristianismo sería pura fachada, sin fundamento
real en Jesús.
Esta parábola nos ayuda
a captar el mensaje fundamental de otro relato en el que un grupo de jóvenes salen,
llenas de alegría, a esperar al esposo para acompañarlo a la fiesta de su boda.
Desde el comienzo se nos advierte que unas son <<sensatas> y otras
<<necesidades>>.
Las <<sensatas>>
llevan consigo aceite para mantener encendidas sus lámparas; las
<<necesitas>> no piensan en nada de esto. El esposo tarda, pero
llega a medianoche.
La
<<sensatas>> salen con sus lámparas a iluminar el camino, acompañan
al esposo y <<entran con él>> en la fiesta. Las
<<necesidades>>, por su parte, no saben cómo resolver su problema:
<<se les apagan las lámparas>>. Así con pueden acompañar al esposo.
Cuando llegan es tarde. La puerta está cerrada.
El mensaje es claro y urgente. Es una insensatez seguir escuchando el evangelio sin hacer un esfuerzo mayor para convertirlo en vida: es construir un cristianismo sobre arena. Y es una necesidad confesar a Jesucristo con una vida apagada, vacía de su espíritu y su verdad: es esperar a Jesús con las <<lámparas apagadas>>. Jesús puede tardar, pero nosotros no podemos retrasar más nuestra conversión.
José Antonio Pagola
Colaboración de Juan García de Paredes.