Va condenada ya. El
peso de la Ley por ser mujer. La mujer en silencio que era lo suyo, no tenía
voz en el pueblo judío, ni voluntad; el casamiento lo acordaba el padre. Estaba
para servir los intereses del padre y del marido, y sus suegros, por lo que el matrimonio era
altamente probable que saliera mal y que el adulterio no fuera la excepción
sino la regla.
Irrumpen la armonía y
la paz de Jesús con sus seguidores, dice el evangelio que “Sentado los
instruía” Jn 8,1. El contraste hace aún más violenta la escena. Traen a una
mujer, herida y violada su intimidad, a exponerla a escarnio público.
“Los letrados y fariseos le presentaron una
mujer sorprendida en flagrante
adulterio, la colocaron en el centro y le dijeron. ¡La ley de Moisés ordena que
dichas mujeres sean apedreadas! ¿Tú qué dices?” Jn8, 3-5
Dice el evangelio que
Jesús guardó silencio y que se agachó. Aparece
entonces ante nosotros una imagen poderosa; la imagen desafía la mirada
retándonos a abarcarla entera, y que
podamos ver más allá de lo que lleva dentro, porque tiene mucho contenido: Lo
que queda a los ojos son los fariseos, los letrados, los ancianos y autoridades
religiosas arrastrando a una mujer “sorprendida en adulterio” para su condena y
ultraje pero en la imagen falta el varón que también cometió adulterio; al
varón no le iban a condenar. Tenían los varones privilegios sobre las mujeres.
Dice el evangelio que “Jesús no contestó y se agachó”. Jesús no se pierde en la
maraña de prescripciones. Lo esencial para Jesús no está en los preceptos, lo
esencial para Jesús siempre tiene rostro.
Se agachó y obliga a
los líderes religiosos a que vean el rostro de la mujer. Nos obliga a nosotros
a ver su rostro.
En este pasaje se nos da información de muchos gestos y posturas, nos descubre espacios distintos y lugares que son habitados con significado diferente. Ya en el templo, por un lado, el grupo de varones y élites religiosas, por otro, la mujer que no forma parte de la sociedad para tener derechos, pero que sí para recibir castigo. Llegaron los fariseos……….” Le preguntaron para tener de qué acusarlo” Jn8, 6. La impactante imagen que llega a nuestra retina se me antoja como si en ella quisiera representar todo el paso por la historia de Jesús, en la que llevó a cabo una redefinición de lo visible y por ende una reconfiguración del mundo sensible de lo anónimo, lo insignificante, lo desechado, lo ignorado y lo no conocido: El paralitico, el ciego, el endemoniado, la hemorroisa…. la adúltera, que ocupaban el espacio desagradable, deshumanizado que se corresponde con lo que esa sociedad entendía como lo inferior, el pecado, la mancha, lo bruto; Jesús los pone en el centro de sus preferencias, de sus enseñanzas. Dicha operación supone una alteración del régimen visible imperante hasta ese momento, con Él, también tendrán visibilidad y por tanto existencia los desechados. Un cambio revolucionario: ”Pretendo reavivar la espiritualidad revolucionaria de Jesús” dice Pagola
Jesús a su paso por la
vida, introduce sujetos nuevos y vuelve visible lo que no era, hace que sean
percibidos como hablantes aquellos que no lo eran, en una operación basada en
la intervención en la vida por parte de los que hasta ahora no habían tenido
parte: los rechazados, los ocultos, los ignorados, los condenados por la moral
rampante. Sólo la vista desarrolla la compasión
y la ternura. Ya en sentido inverso lo dice nuestro refrán” Ojos que no
ven corazón que no siente”: la compasión se desaloja de ti.
Retrata este evangelio
a su vez a una élite religiosa privilegiada en su abuso de poder y la manipulación
de Dios para sus intereses.
Jesús da una vuelta
total a aquella sociedad religiosa, excluyente y segregadora, y nos marcó el
camino a seguir, sin ambages: Es un reparto nuevo de lo sensible que se inspira
en la igualdad de todos los seres humanos ante Dios. ”Creados todos a su imagen
y semejanza“! Todas y todos tienen voz, palabra y lugar! Un cambio total del
punto de mira, totalmente alejado de los modelos de exclusión, subordinación,
de los modelos de dominio que eran la base cultural de la experiencia religiosa
de aquellos hombres ¿Es consciente la iglesia de la envergadura que tiene
esto? A tenor por los escasos resultados
del Sínodo en lo que se refiere al sistema clerical que domina la iglesia, creo que no.
La incapacidad de
consensuar la presencia de las mujeres en la iglesia y el espacio de los
laicos, da cuenta de la cerrazón que la gobierna. La iglesia apela a la
fraternidad; pero una fraternidad desigual. Unos mandan y otras obedecen. Unos
son dueños de los códigos morales, y otras, al obligado cumplimiento. Nos han
dejado sin tierra donde pisar porque la fe nos ha sido dictada. Sin suelo no
hay raíz, y la iglesia nos ha quitado el suelo a las mujeres. No hay suelo para
nosotras donde poder decirnos a nosotras mismas, y poder decir a otros. Nos han
educado de forma tan subordinada y dependiente, y silenciadas, que no sabemos
reconocer nuestra sed de Dios, ni contarla con palabras propias. Esto es muy
grave.
Si los relatos del evangelio los leemos como episodios aislados, se nos escapa el enorme calado de lo que hizo Jesús en su paso por la historia. Todo está enhebrado con todo, y ello le da otra perspectiva a los distintos temas. Todo ello configura un gran telar, donde se tejieron y se tejen muchas mujeres y muchos descartados. En los anteriores pasajes las mujeres tuvieron una comprensión notable de la salvación que traía Jesús, y Jesús se fio de ellas, contó con ellas, haciéndolas visibles, dándoles voz y protagonismo dónde antes se lo negaron.
La compasión es
patrimonio de casi todas las religiones, pero la visibilización de las
víctimas, y desposeídos, el rescate de la periferia de las mismas y su
centralidad en la mirada de Dios es patrimonio de Jesús de Nazaret. Una
compasión que subvierte el orden establecido. La consecuencia de lo que hacía
Jesús suponía un enorme cambio social y el derribo de los privilegios
elitistas, y la recuperación de derechos de los excluidos; no me extraña
que ante tal cambio, lo buscaran para
matarlo. Jesús no calló ante las injusticias, sus acciones suponían una gran
denuncia y, con sus enseñanzas reconfiguró los espacios de visibilidad, también
de las mujeres, que las rescata del ámbito doméstico, de la no existencia como
ser social.
La mujer acusada de
adulterio, que permanecía en el centro, configurando un espacio de confluencia
de voces de todos aquellos sujetos marginados que no habían tenido parte en los
espacios visibles que el poder y las élites habían diseñado. Ahí estaban las
mujeres y el control tan aberrante del cuerpo de la mujer a través de su
intimidad. Rompe Jesús ese destino. “Yo tampoco te condeno” Jn 8,11 “Él ilumina
nuestros ojos del corazón” Efe 1, 18 y
pone los ojos donde tienen que mirar.
Las mujeres no existían
en sí mismas, lo hacían en función del marido,
las solteras y estériles estaban profundamente repudiados, algún pasaje
del evangelio informa de ello. Desde el mundo patriarcal el adulterio en la
mujer era un problema porque ponía en juego la honra y honorabilidad del
marido. El “recato” de la mujer era su honra. Sólo la mujer, para
ellos, era sujeto de castigo y escarnio. Pero el adulterio es cosas dos. Todo
el aparato represor masculino había caído sobre ella, fariseos, escribas,
ancianos. La mujer arrancada del lecho, en medio de ellos, responsable de una
culpa óptica, ella sola, no traen al compañero de cama. Sólo ella es culpable,
y Jesús contraviniendo todas las leyes levíticas, no la condena. ”Yo no te condeno”
Jesús en este evangelio
deja ratificado que no se trata de un simple arreglo de lo anterior lo que él pretende, se trata de algo nuevo, que pone en peligro
lo viejo: No se puede estar a favor de Dios, pretender ser piadoso, de moral
intachable, y en contra de la mujer. ”Quien
de vosotros esté sin pecado, tire la primera piedra” Jn.8, 7. La
hipocresía es el otro tema presente en este pasaje además de la violencia. La
hipocresía y el adulterio aparecen juntos en este evangelio, da que pensar.
Los varones se otorgan
el privilegio de definir lo que es
pecado y lo que no. El pecado conceptualizado a la altura de los ojos de los
varones. La propia experiencia y
conocimiento del mal o sobre el mal de las mujeres, no cuenta. Quien controla
tu miedo, te dirige, te somete .Esto ocurre a día de hoy en la iglesia. Sólo
los varones tienen el privilegio de hacer las normas morales y definir la
moralidad de las mujeres. ¿Esto es asumible hoy? ¿Una moral de hombres solteros
para mujeres, y mujeres casadas? “¿Cómo puede ser la justicia de Dios distinta
en su voluntad, para el hombre que para la mujer, si es justicia, y Dios es
justo?
La libertad más íntima,
la que más dañada lo está por constructos simbólicos patriarcales, “Sorprendida
en adulterio” ¿Venía vestida la mujer? La arrancaron del lecho los vigilantes
de la moral. La intimidad conforma la humanidad, nos conforma como sujetos, la
intimidad como reducto imprescindible del yo humano, profundamente violentada,
expuesta al público, amoratado su pudor, es una de las cosas que cuenta este
evangelio ;y visibiliza una vez más lo que anunciaba: “Todos y todas son los
destinatarios del amor gratuito de Dios, no importa lo que son, si obedecen o
no a las leyes, si son piadosos o no; Dios está en medio de nosotros y busca nuestra intimidad”· J
Lanccelotti
Este evangelio habla de
la crueldad punitiva y misógina: las mujeres víctimas del aparato moral de los
varones. Obligada a cumplir una ley que sólo podía castigarla, no ampararla, es
una enorme crueldad. A ella la llevan ante Jesús como escoria humana, por ser
mujer y por “la mancha” del pecado; al
compañero de adulterio se le exonera. La violencia de no ser nadie para la ley
que vivía la protagonista y ser propiedad del hombre, como rezan los
mandamientos: “No desearás la mujer de tu prójimo”. No existe un mandamiento a
la inversa. La mujer convertida ya, en objeto de deseo del varón.
¡Un evangelio que
apunta a la opresión entre sexos, a la subalternidad de la mujer y su anulación
como sujeto de derecho! Buscadores de pecados, a fin de cuentas (espías) de la
vida ajena, condenadores profesionales, de visión encogida, reprimida, de
mirada parcial, de corazón corrompido. “Quien de vosotros esté sin pecado que tire la primera piedra”Jn7, 7
Los itinerarios de vida
que la Iglesia ofrece a la mujer son fuertemente patriarcales y por tanto humillantes; a pesar
del fracaso del gobierno masculino de la iglesia, siguen en sus trece: Ahí
están los abusos sexuales, con el derrumbe de la credibilidad de la iglesia y
que la iglesia española sigue sin ver; la esterilidad sacramental que no
produce hombres y mujeres nuevos, y causa un enorme tedio a los que aún
seguimos en ella….el clericalismo narcisista
La Iglesia es
fuertemente responsable de la violencia de género. No hay campañas suficientes
para borrar esta lacra. Ha enseñado a la mujer a aguantar: “Cásate y se
sumisa”, lo explica “muy bien”. D. Javier
el que fue obispo de Granada.
Esta antropología y doctrina que está en el ADN misógino de la iglesia la tiene
que abandonar, no por paridad, sino por ser necesario y conveniente. Es
incompatible con el evangelio de Jesús. No deja de preocuparme que entre los
temas de las mujeres en el Sínodo no haya salido la violencia que sufren las
mujeres en el mundo por el mero hecho de serlo y en la iglesia, las casadas,
por la moral específica para ellas.
Para entender nuestra
relación con Jesús, tenemos que entender su vida y por qué lo mataron. La
presencia de las mujeres en vida y en ambos acontecimientos, cruz y
resurrección, señalan un continuo que no podemos separar. Y la iglesia lo ha
obviado no haciendo un desarrollo teológico de ello. Las mujeres representan la
vida de Jesús, la recuerdan, la hacen inmortal siendo compañeras de él hasta en su muerte, no huyeron ¿Silenciosas?
¡Silenciadas!.
La lógica de la
individualidad dependiente es antievangélica. Jesús en esa visibilización de
los marginados y su marginación, introduce
en la historia, sujetos en plenitud y liberados de sus cargas opresivas,
que no es un tema menor.
La concepción de la
vida de forma patriarcal y machista perjudica a todos, no sólo a las mujeres,
porque desarrolla una normativa que consagra la desigualdad y la preeminencia
de unos sobre otros, sometidos a una disciplina de la obediencia ciega, cuando
la dinámica de la Encarnación es el consentimiento.
La posición de la
Iglesia sobre las mujeres, las grandes orientaciones y decisiones en la Iglesia
son un espejo para el mundo. Un espejo que aún hoy es una lacra para las
mujeres, para la cultura, y en ello se miran todos los machismos.
Jesús reconfiguró los
espacios de visibilidad y dio voz y autoridad a las mujeres. La iglesia se la
ha quitado. En una Iglesia dirigida por varones no hemos sido capaces de
descubrir todo el pecado que se encierra en el dominio y supremacía del hombre
sobre las mujeres ejercido de muchas maneras dentro y fuera de la iglesia. No
se puede tolerar ningún allanamiento de la dignidad. La Iglesia rebaja a las
mujeres y con ello rebaja el evangelio.
“Yo tampoco te condeno,
Ve” Jn 8,11 Proclamó Jesús la libertad de Dios, Dios no estaba atado a sus
normas ni a sus formas de poder, y proclamó la libertad de la mujer: VE
La imagen de la que
hablaba al principio, que desafiaba nuestra mirada, es compleja y muy profunda,
para mí, llena de sentido, porque anuncia un cambio radical y de rumbo de la
sociedad de aquel tiempo y siendo seguidores de Jesús nos sigue desafiando a
dar una respuesta en nuestra sociedad y en la iglesia. Desafía nuestra libertad
y a aceptar la libertad de Dios. Una invitación a caminar con el rostro
levantado iluminando todos los rostros invisibles del mundo que están arrojados
a la oscuridad y las tinieblas. Ponerlos rostro, darles voz. No hay profecía si
no se rompen los límites, tradiciones y convenciones. Jesús los rompió todos en
este evangelio:
“Levántate amada mía
hermosa mía Ven a mí Paloma mía” Cantar de los Cantares””
Dejemos crear a Dios
algo nuevo entre nosotras y nosotros.
“No separaré mis ojos
de las víctimas en mi corazón, dice el señor
De la salida del
sol hasta el ocaso, sea alabado el
nombre del señor.
Levanta del polvo al
desvalido,
Alza de la basura al
pobre
Para sentarlo con los
nobles,
Y pone frente a su casa
a la estéril
Madre feliz de hijos.
Aleluya. Salmo 113