PARES Y NONES
Isabel Gómez-Acebo
El 28 de octubre ha
terminado el sínodo de los obispos de la Iglesia Católica y tendremos que
esperar a la segunda sesión que se celebrará también en Roma el próximo mes de
octubre para que el Papa tome la decisión final. De la primera nos ha llegado
un documento de 41 páginas que trata de sintetizar los temas que se trataron
entre los 460 participantes que eran de diversa índole. Hay que indicar que es
la primera vez que cerca de 50 mujeres, no sólo pudieron participar en las
discusiones, sino que tuvieron voto. La verdad es que aparte de la novedad es
una cifra bastante pequeña si tenemos en consideración que la mayoría de los
fieles en la Iglesia Católica son mujeres, que las catequistas son mujeres, que
el porcentaje de personas consagradas femeninas es mucho más alto que el de
varones, que las mujeres sostienen los templos y que no son sacerdotes, aunque
algunas lo desearan, porque lo tienen prohibido.
Pienso que al Papa le
interesaba el tema de la sinodalidad, de reunir juntos a católicos de todos los
extremos del mundo en diferentes lugares, ministerios y oficios y para
conseguirlo se crearon mesitas redondas donde todos los participantes podían
opinar. Hay que reconocer que el formato fue un éxito rotundo ya que estuvieron
que escucharse unos a otros y ponerse de acuerdo en presentar el documento
discutido en cada mesa al conjunto. Me imagino que todos tuvieron que aprender,
escuchar y renunciar a las ideas que traían de casa.
Creo también que ha
quedado bien claro que la Iglesia africana hoy en día tiene mucho más poder que
la occidental lo que no me extraña porque es una semilla de vocaciones
sacerdotales y porque Europa y su civilización están perdiendo peso en el mundo
entero. Llego a esta conclusión porque se habló de los matrimonios polígamos,
pero no quisieron introducir, ni de paso, el tema LGBT declarándolo una
ideología. Pero es que tampoco se planteó en el documento final.
También pudo la Iglesia
africana contra una iglesia, más pequeña y marginada, que es la de la Amazonia
que propusieron la aceptación de mujeres diáconos. Para algunos, dado que eran
los signos de los tiempos y la Iglesia no se puede mover por estas cadencias,
la negativa era absoluta, una idea a la que a la que se sumaban los partidarios
de la tradición. Por el otro lado, se situaban los que defendían que las
mujeres habían sido diáconos en la primitiva Iglesia y que de hecho estaban
ejerciendo este ministerio en algunos lugares dada la carencia de sacerdotes.
Por otro lado, el texto
afirma que hubo gran interés en la asamblea de que las contribuciones de las
mujeres fueran reconocidas y valoradas y que su liderazgo pastoral se
incrementará en algunas áreas. Lo más curioso del tema es que cuando se votaron
estos párrafos en el documento final casi un 20% de participantes votaron en
contra. A las mujeres en algunos lugares del mundo católico, “ni pan ni agua”.
Era el momento de
demostrar lo que una comunidad de iguales supone, pero las discusiones sujetas
a confidencialidad y tras puertas cerradas no ayudan en ese sentido. El sínodo
era un ejemplo de una Iglesia que rezaba junta y en la que todos tenían
absoluta libertad de opinión y de palabra ¿Qué motivo había para mantenerlo
secreto? El magisterio, que siempre había hablado entre ellos, mientras que el
pueblo recibíamos pasivamente los mandatos se veía obligado a andar juntos, a
discernir entre todos los deseos del Espíritu Santo, aunque retuvieran la
mayoría del voto y eso era positivo para mostrar al mundo entero.
Todos vamos hacia una meta común pero no discurrimos por la misma senda que es muy ancha y dependemos de nuestra cultura. De aquí que unos vayamos por la izquierda, otros por la derecha y la mayoría por el centro. Eso sí, también hay que pensar que unos van más deprisa que otros. Creo que el sínodo ha dejado bien claro este camino pues trajo comunión, escucha y comprensión desde los diferentes lugares y culturas del mundo en los que hay católicos. Es lo que quería el Papa una Iglesia unida de iguales, aunque este último apartado vaya a tardar mucho tiempo en realizarse. Veremos lo que aporta el sínodo el próximo año.
Isabel Gómez Acebo