Eduardo Galeano:
Ninguna guerra tiene la
honestidad de confesar: Yo mato para robar. Las guerras siempre invocan nobles
motivos, matar en nombre de la paz, en nombre de Dios, en nombre de la
civilización, en nombre del progreso, en nombre de la democracia.
Y si por las dudas, si
tanta mentira no alcanzara, ahí están los grandes medios de comunicación
dispuestos a inventar enemigos imaginarios para justificar la conversión del
mundo en un gran manicomio y en un inmenso matadero.
En rey Lear, Shakespeare, había escrito que en este mundo los locos conducen a los ciegos. Y cuatro siglos después los amos del mundo son locos enamorados de la muerte, que han convertido el mundo en un lugar donde cada minuto mueren de hambre o de enfermedad curable 10 niños. Y cada minuto se gastan tres millones de dólares en la industria militar que es una fábrica de muerte.
Las armas exigen guerras y las guerras exigen armas. Y los cinco países que manejan la ONU, tienen derecho de veto en Naciones Unidas. Resulta también que estos cinco países son los principales productores de armas.
Uno se pregunta ¿Hasta cuándo?
¿Hasta cuándo la paz
del mundo estará en manos de quienes hacen el negocio de la guerra?
¿Hasta cuándo
seguiremos creyendo que hemos nacido para el exterminio mutuo?
Y que el exterminio
mutuo es nuestro futuro.
¿HASTA CUANDO?
Colaboración de Juan García de Paredes.