Enrique Gonzalez Lorca
NUESTRO OLIVO, LAS
TORTOLICAS Y EL AÑO NUEVO 2024
El fin de año nos
sorprende en casa con la tierna imagen de dos tórtolas que vienen cada noche
buscando cobijo para dormir en las ramas del olivo de nuestro jardín.
He leído que estas
palomas en las zonas rurales donde se caza son asustadizas y precavidas, pero
se vuelven confiadas en las zonas donde no se las persigue. Así que para
nosotros es una buena noticia que en casa se sientan seguras y confiadas.
Esta imagen de las
tortolicas me sirve para pedir al año que entra que los seres humanos, como el
olivo de nuestro jardín, podamos compartir generosamente nuestras "ramas", es decir, las capacidades,
el tiempo y los bienes para los que andan necesitados de cuidados, de refugio y
de protección.
En este año que
comienza estas aves que han servido de inspiración a poetas de todos los
tiempos y que simbolizan el amor, me recuerdan que esta Tierra podrá ser más
habitable cuantos más corazones se abran
a la acogida y amparo sin condiciones ni exclusiones, cuantas más manos
estén disponibles a la aceptación libre de prejuicios y de miedos al diferente.
Todos tenemos cabida en
el "árbol de la vida", todos también somos árboles de ramas robustas
donde otros pueden anidar. Y todos tenemos el derecho fundamental a una tierra
donde construir una vida, donde echar hondas raíces y dar fecundos frutos
únicos para embellecer este mundo. Así el sueño de una humanidad en paz será un
poco menos utopía y más realidad.
Malditos hoy los que
impunemente arrancan y cortan con violencia y a sangre fría las raíces de
tantas vidas inocentes y frágiles y convierten en desierto a los pueblos que
estaban llamandos a ser vergeles.
Viene ahora a mi
memoria la letra de una canción que
cantaba en mi juventud: "Que bueno es tener un corazón sin puertas,
que bueno es tener las manos siempre abiertas" .
Así despido un año
triste por sus guerras y violencias, de muerte cruel de inocentes, con la
esperanza de que los seres humanos construyamos un mundo mejor donde todos,
especialmente hoy las víctimas de las cruentas guerras en Palestina e Israel,
en Ucrania, Somalia, en Yemen o en Sudán puedan tener el derecho a vivir en
justicia y en paz, donde todos puedan anidar en paz en las ramas del árbol
global de este planeta Tierra.