La piedra desechada es
ahora la piedra angular, es ya la apreciación cristiana de la figura de Jesús.
Jesús no pudo contemplar el rechazo del pueblo judío como la causa de su
muerte. Jesús nunca pretendió una nueva religión, ni inventarse un nuevo Dios. Jesús
fue judío por los cuatro costados, y nunca dejó de serlo. Muy a su pesar, su
predicación dio lugar al nacimiento del cristianismo. El traspaso de la viña a
otros, sobrepasa el pensamiento bíblico. El pueblo elegido es castigado, pero
permanece como elegido.
Tendremos verdadera dificultad en aplicarnos la parábola si partimos de la idea de que aquellos jefes religiosos eran malvados y procedían por mala voluntad. Nada más lejos de la realidad. Su preocupación por el culto, por la Ley, por defender la institución, por el respeto a su Dios era sincera. Lo que les perdió fue la falta de autocrítica y confundir los derechos de Dios con sus propios intereses. De esta manera llegaron a identificar la voluntad de Dios con la suya propia y creerse dueños y señores del pueblo.