El cuento de WILLY
Historia de un niño algo especial que de mayor lo siguió siendo… a su manera
Martín Valmaseda
Dibujos: Karla y Andrea Aguilar
CAPÍTULO 23
MIRA AL FUTURO
Mientras subían a la aldea de más arriba, siempre más arriba, Willy se puso a caminar junto al P. Eulogio; los demás acompañantes iban más rápido. El muchacho siguió dando vueltas al tema que le traía inquieto.
- “Padre Eulogio, es que estoy preocupado con esas cosas de la religión. Mis papás no van mucho a misas y ceremonias de iglesia, pero yo veo que ayudan a la gente más que otros muy metidos en el templo”
- “No me extraña – respondió el sacerdote - estamos en momentos de crisis, en que ni son todos los que están ni están todos los que son.”
- “No entiendo lo que me quiere decir”
- - “que muchas veces hay religión de ceremonias pero no hay espíritu. Se hacen las cosas por cumplir y ya sabes: cumplimiento… cumplo y miento”
- - “Y ¿ustedes también los padres?…”
- “Nosotros queremos formar comunidades... poner las cosas en común,” preocuparnos de la gente que lo pasa peor”
- “Pues a mí me gustaría estar en una comunidad como esas, pero ¿sabe? Es que también me gusta esa Telmita, la compañera q´uechi´ que nos ha traído aquí. Y ustedes solo tienen comunidades de hombres solteros.
- Ah, pero también hay comunidades de laicos, de matrimonios que se comprometen siguiendo a Jesús pero con familia, con hijos…con distintas profesiones… Lo importante como te dije, es seguir la vida de Jesús que es quien a nosotros nos inspira.”
- “Le prometo que voy a leer entero ese libro que me ha prestado.”
- “Si lo vas a leer de verdad, te lo regalo”
Siguieron subiendo y platicando hasta la siguiente aldea… Allí se fue haciendo de noche cuando tuvieron las siguientes celebraciones… Pero Willy estaba tan interesado por la conversación que se quedó fuera del pequeño templo de madera, bajo un árbol, leyendo el librito de los evangelios regalo del P. Eulogio.
Cuando, después de cenar la última pata de pollo del día, se fueron a dormir sobre cobijas en el suelo, todavía Willy siguió leyendo cosas de ese tal Jesús que le empezaba a convencer y entusiasmar.
A la mañana, antes de salir el sol, la pequeña expedición empezó a descender después de desayunar: después de desayunar… Pues no señores, no fue la patita de pollo sino un pescado de la laguna cercana…
Bajaron recogiendo en el pueblo de a los estudiantes, antes de llegar a la llamada “carretera” de terracería y baches y esperar hora y media a que pasase una camioneta bien cargada de cardamomo. Se sentaron sobre los sacos, apoyados en las barandas de madera.
Esta vez Willy se quedó en una esquina, platicando con Telma una conversación, por lo que se veía animada. Al bajar en Cobán, para ir al bus de la “Monja Blanca” a la capital, si ustedes hubieran estado atentos habrían escuchado a Willy decir con voz resignada: “bueno, pues amigos fuertes”
Qué querrá eso decir? Tendremos que esperar a otro capítulo, la cosa se está poniendo compleja.
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