Ellas fueron elementos clave de la expansión del cristianismo en Roma
Christine Schenk, CSJ:
"Las primeras iglesias domésticas estaban dirigidas por mujeres"
El "movimiento de
Jesús" se difundió rápidamente por todo el Imperio romano gracias en parte
a la iniciativa de las viudas y de las mujeres en calidad de apóstoles,
profetas, evangelistas, misioneros y jefes de iglesias domésticas
Las mujeres de estas
comunidades no solo salvaban a los huérfanos y a las viudas pobres, sino que
también profetizaban en las primeras reuniones de la Iglesia primitiva
En el primero de una
serie de cuatro ensayos, Christine Schenk, basándose en documentación
literaria, nos habla de las mujeres en el cristianismo primitivo
¿La vida religiosa tal
como la conocemos hoy -tanto contemplativa como activa- ha evolucionado a lo largo
de dos mil años"
Christine Schenk, CSJ
(Vatican News).- Cuando era una joven
monja de San José tenía el gran deseo de entender quiénes habían sido nuestras
antepasadas en la fe. A pesar de ser una apasionada de los textos bíblicos, a
menudo me resulta difícil reconocerme en ellos porque los textos de nuestro
leccionario casi siempre hablan de nuestros antepasados-hombres. Las devotas
discípulas de Jesús -a excepción de María de Nazaret- son prácticamente
invisibles.
Cuando comencé a
estudiar para el máster en teología en el seminario local, devoré toda la
información sobre las mujeres del cristianismo primitivo. En esta serie de
cuatro ensayos quiero identificar las raíces históricas de las comunidades
religiosas femeninas y tal vez ayudar a los lectores a comenzar a reconocerse
en la historia de los primeros cristianos.
La difusión del cristianismo
El "movimiento de
Jesús" se difunde rápidamente por todo el Imperio romano, en parte gracias
a la iniciativa de las viudas y de las mujeres en calidad de apóstoles,
profetas, evangelistas, misioneros y jefes de iglesias domésticas. Su
crecimiento también se puede atribuir al apoyo financiero de mujeres
empresarias cristianas como María Magdalena y Juana (cf. Lc 8, 1-3), Lidia (cf.
Hch 16, 11-40), Febe (cf. Rom 16, 1-2), Olimpia, diaconisa del siglo IV, y
otras. El Papa Benedicto XVI reconoció precisamente esto cuando, el 14 de
febrero de 2007, dijo que «la historia del cristianismo habría tenido un
desarrollo muy diferente si no hubiera habido la generosa contribución de
muchas mujeres». "En el ámbito de la Iglesia primitiva, la presencia
femenina" - anotaba de nuevo – "ha sido cualquier cosa menos
secundaria".
El "movimiento de Jesús" se difunde rápidamente por todo el Imperio romano, en parte gracias a la iniciativa de las viudas y de las mujeres en calidad de apóstoles, profetas, evangelistas, misioneros y jefes de iglesias domésticas
La iglesia doméstica
Las primeras iglesias
domésticas estaban dirigidas por mujeres como Grapte, que en el siglo II era la
cabeza de la comunidad de viudas que cuidaban de los huérfanos en Roma (fig.
1), y Tabità, viuda del siglo I "dedicada a obras buenas y actos de
caridad" (cf. Hch 9, 36-43), que fundó una comunidad de iglesia doméstica
en Jaffa. Fue a través de las iglesias domésticas que los primeros cristianos
tuvieron acceso a las redes sociales que los pusieron en contacto con personas
de diferentes clases sociales.
Cuando una mujer cabeza
de familia, tal vez una viuda adinerada como Tabita o una mujer liberada de la
esclavitud como Prisca (cf. Rom 16, 3-5), se convertía al cristianismo, los
evangelistas cristianos como Junia (cf. Rom 16, 7) o Pablo tenían acceso no
solo a su hogar sino también al grupo de personas que protegían y a su
clientela, y esto significaba que sus esclavos, libertos, niños, familiares y
personas que por razones profesionales estaban en contacto con estas mujeres
también se convertirían. Así fue como cuando Pablo convirtió a Lidia (cf. Hch
16, 11-15) tuvo automáticamente acceso a una amplia gama de relaciones sociales
y, por lo tanto, a un público potencialmente muy amplio (fig. 2). En la
investigación titulada "A Woman's Place", Carolyn Osiek y Margaret Y.
MacDonald demuestran cómo las mujeres cristianas de clases sociales más bajas
podían iniciar pequeñas empresas gracias a su inserción en la red social
cristiana y así adquirir cierta seguridad económica. Esto a su vez implicaba el
acceso a una clase más alta y, por lo tanto, una mayor libertad de movimiento,
en particular dentro de la familia ampliada de la antigüedad.
"Cuando Pablo convirtió a Lidia (cf. Hch 16, 11-15) tuvo automáticamente acceso a una amplia gama de relaciones sociales y, por lo tanto, a un público potencialmente muy amplio"
Mujeres evangelizadoras
Celso, conocido crítico
de la Iglesia primitiva, tenía una escasa opinión de la evangelización hecha
por las mujeres. Sin embargo, aunque de forma involuntaria, aportó pruebas
independientes de la iniciativa de las mujeres en el cristianismo primitivo
cuando afirmó que los cristianos convencían a las personas para que
“abandonaran al padre y a los maestros y en su lugar fueran con las mujeres y
los niños, compañeros de juego, a las casas de las mujeres, o a las curtidurías
o a los talleres de los rumiantes”. (Orígenes, Contra Celso). La crítica de
Celso coincide con afirmaciones en otros textos del cristianismo primitivo,
según las cuales la evangelización se hacía de persona a persona, de casa en
casa, por mujeres que llegaban a otras mujeres, niños, libertos y esclavos. Su
crítica nos dice que las mujeres cristianas (y pocos hombres) tomaron
iniciativas fuera de las reglas del patriarcado en función de su fe en Cristo.
"Su crítica nos
dice que las mujeres cristianas (y pocos hombres) tomaron iniciativas fuera de
las reglas del patriarcado en función de su fe en Cristo"
Contribuciones
específicas de las mujeres
Tres son las
innovaciones significativas que se producen en la sociedad romana entre los
siglos I y IV y que pueden atribuirse a la evangelización y a los ministerios
de guía de las mujeres cristianas. La primera, alrededor del siglo IV, es la
libertad de elegir una vida celibataria, que derriba efectivamente un pilar del
patriarcado, es decir, la obligación de contraer matrimonio. La segunda es que
las viudas y vírgenes cristianas salvan, socializan, bautizan y educan a miles
de huérfanos que de otro modo morirían por ser abandonados o serían destinados
a la prostitución. La tercera es que las actividades de vinculación y
evangelización de las mujeres desempeñan un papel determinante en la
transformación de la sociedad romana de una cultura preeminentemente pagana a
una cultura preeminentemente cristiana.
Conclusión
Se pueden reconocer
elementos de vida religiosa no solo en las primeras comunidades de viudas, como
la de Grapte o Tabita, sino también en aquellas mujeres que eligieron la vida
célibe, como las cuatro hijas profetisas de Felipe (Hch 21,9) y las comunidades
femeninas en Asia menor, de las que se habla en las Actas de Tecla (fig. 3).
Las mujeres de estas comunidades no solo salvaban a los huérfanos y a las
viudas pobres, sino que también profetizaban en las primeras reuniones de la
Iglesia primitiva (cf. 1 Cor 11; Hch 21, 8-19). Su ejercicio contracultural de
la autoridad en el contexto de la vida doméstica cotidiana es una de las claves
a menudo silenciadas de la rápida difusión del cristianismo. La autoridad misionera
y la guía profética de las mujeres en su amplia red social cambia el rostro del
Imperio Romano.
"Las mujeres de
estas comunidades no solo salvaban a los huérfanos y a las viudas pobres, sino
que también profetizaban en las primeras reuniones de la Iglesia
primitiva"
El material utilizado
para este artículo está tomado en gran parte del libro de la autora Crispina y
sus hermanas: mujeres y autoridad en el cristianismo primitivo (Fortress Pres,
2017). En su segundo artículo, que aparecerá próximamente, describe una
investigación original sobre las primeras mujeres cristianas entre los
testimonios arqueológicos en frisos de sarcófagos fechados entre los siglos III
y V.