-"Ser libre para ser pobre y ser pobre para ser libre"
Pedro Casaldáliga
"Condición primera
para quien quiera averiguar el vivir de Pedro Casaldáliga: disponer de la llave
que le abre las puertas de su vida. La
llave en este caso es principalmente este libro de 535 pgs"
"¿De dónde le
viene a Pedro esa connatural opción por los más empobrecidos? ¿Acaso de un don llovido del cielo potenciando una
opción ingénita en todos los humanos, pero que los más no activamos?"
"La opción de
Casaldáliga proviene de su radical seguimiento e identificación con Jesús de
Nazaret, en el cual como hijo se
revela el mismo obrar de Dios y, en
consecuencia, nos alcanza también a
todos como hijos suyos"
"Dijo: 'Estoy
convencido de que no se puede ser revolucionario ni profeta, ni libre sin ser
pobre'. De acuerdo con su lema, denunciaba como nadie que la Iglesia no debía educar
para la obediencia sino para la libertad"
Benjamín Forcano
Condición primera para
quien quiera averiguar el vivir de Pedro Casaldáliga: disponer de la llave que
le abre las puertas de su vida. La llave
en este caso es principalmente este libro de 535 pgs: Antología poética de
Pedro Casaldáliga. Es como un barco que
surca todo el mar secreto de su vida, bajo la sorpresa de ir
descubriendo la conexión fraudulenta del Primer con el Tercer mundo, relacionados de tal manera que el Primero puede prosperar
tanto más cuanto más pueda invadir, someter, robar y dominar al Tercer mundo.
Pedro es un ser humano
como todos los demás, lo cual nos permite adentrarnos en su vida, que comienza
en 1928 y acaba en el 2020 tras 92 años de existencia.
Abrimos, pues y
entramos: ordenado sacerdote en 1952, ejerce su labor pastoral en España hasta
1968, año en que por fin realiza su sueño de partir para Brasil, a Sao Félix de
Araguaia. Allí, a los tres años de haber ido gravando en su corazón el paisaje
inmenso de enormes latifundios, equivalentes a un tercio de España, es nombrado
obispo en 1971.
Mil poemas que exhiben
el triste proceso de este doble mundo desigual, cruel y deshumanizador.
Ahora bien, si todos
somos portadores de una misma vida humana, cabe preguntarse ¿por qué la nuestra
es tan distinta a la de Casaldáliga frente a un misma tragedia, generadora de
millones de pobres? ¿O es que Casaldáliga es sujeto de otra forma natural de ser?
Obviamente: NO.
Pregunta entonces
ineludible: ¿De dónde le viene a Pedro esa connatural opción por los más
empobrecidos? ¿Acaso de un don llovido
del cielo potenciando una opción ingénita en todos los humanos, pero que los
más no activamos?
Desde esta premisa, la
llave de este libro nos permite analizar todo el clamor poético de Pedro
transido de algo que también existe en nosotros.
Digámoslo sin equívocos: la opción de Casaldáliga proviene de su radical seguimiento e identificación con Jesús de Nazaret, en el cual como hijo se revela el mismo obrar de Dios y, en consecuencia, nos alcanza también a todos como hijos suyos.
Nos pertenece, pues
esta estricta verdad: nosotros, con y como el mismo Jesús, debiéramos atender a
nuestros hermanos más discriminados y desatendidos. (MT, 25, 35-40).
Esta y no otra, es la
perspectiva para poder valorar las enternizadas y reiteradas palabras de Pedro:
“Los pobres son la niña de mis ojos, a mí siempre se me ha quebrado el corazón
ver la pobreza de cerca. Me he llevado bien con la gente excluida. Soy incapaz
de presenciar un sufrimiento sin reaccionar. Me siento mal en un ambiente
burgués. Siempre me pregunté que si puedo vivir con tres camisas, por qué
voy a necesitar diez en el armario. Los pobres de mi Prelatura viven con dos,
de quita y pon.
Y estoy convencido de
que no se puede ser revolucionario ni profeta, ni libre sin ser pobre. Siendo
pobre me siento libre de todo y para todo. Mi lema fue: ser libre para ser
pobre y ser pobre para ser libre”.
Y con enardecida razón
declara: “Señor, no sé si he sabido hallarte en todos, pero siempre te he amado
en los más pobres”.
Y Pedro, con
deliberada antelación, trata de
asegurarse de que al morir no se le honre con un funeral solemne: “Cuando me
muera, advierte firme al “Movimiento de trabajadores sin tierra”, me enterráis
junto al río Araguaia, en la tierra,
donde yo he enterrado a tantos indígenas, a tantos peones perseguidos o huidos
de Haciendas y a tantos niños sin caja. Oidlo bien: como un pobre más, siete
palmos de tierra, una crucecita de palo y… la resurrección”.
"Se entiende
entonces, por qué Pedro cuestiona ante quien sea cualquier comportamiento
eclesiástico o civil que no concuerde con los principios del reino de
Dios"
Se entiende entonces,
por qué Pedro cuestiona ante quien sea cualquier comportamiento eclesiástico o
civil que no concuerde con los principios del reino de Dios. En su testimonio
está presente nada menos que el mismo espíritu de Dios: “Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto”.
Pedro, coherente
reitera: “El odio rebaja y degrada al ser humano, lo hace incapaz de ver su yo
reflejado en el otro. Rezar por los que os persiguen, querer a los que no os
quieren, mostrad afecto a los que no son de vuestra gente, no ofender a los que
os afrentan, compartid generosamente lo que tenéis y no volváis nunca la
espalda a los que os piden” (MT, 5, 9-48).
En el universo poético
de Pedro, existen cinco sobresalientes hechos que sirven para ser admirados
sino imitados:
1-Ratificación de su
programa y acción pastoral
2-Cuestionamiento de la
“visita ad limina” para ver al Papa
3-Acogida, como obispo
benévolo, de seis compañeros expulsados de la
Congregación claretiana
4-Incondicional apoyo a
la revolución sandinista
5-Anhelo de que, si
hubieran de bautizarlo de nuevo, le pongan como nombre 'Pedro Libertad'
Sobre el primer punto,
Pedro era consciente, nada más llegar al Mato Groso, de que le tocaría mostrar
la fuerza liberadora del proyecto de Jesús. A los tres años, ya tenía el
documento-mapa que expresaba la realidad de su Prelatura con este título: “Una
Iglesia en conflicto con el latifundio y la marginación social”.
El documento daba la puntilla a la complicidad histórica de una Iglesia con los poderosos de este mundo. Y sobrevino lo que acaso nadie esperaba: la alarma, el escándalo y la persecución. Todos: gobierno, policía y hasta el mismo Nuncio le pidieron que no lo publicara en el extranjero. Hasta cinco veces estuvo a punto de ser expulsado del país. Pero el Papa Pablo VI intervino sabio: “Tocar a Pedro es tocar al Papa”. Y se evitó la expulsión.
Sobre el segundo punto,
Pedro decidió no hacer la “visita ad
limina” para ver al Papa, pues tales visitas servían para informar al Papa
sobre los problemas de cada diócesis. Y, además, añade Pedro, yo soy un pobre y
los pobres no viajan”.
"Yo soy un pobre y
los pobres no viajan"
Pedro cumplió su
palabra: jamás viajó a España, ni siquiera cuando murió su madre, cuya noticia
yo le transmití. De Roma le llamaron por esto la atención y él les contestó: si
el Papa lo desea, haré la visita.
Sin embargo, tardaron
dos años en avisarle hasta recibirlo, pero recalcándole que no se le ocurriera
hacer declaración pública alguna.
Participé en este
asunto, con el fin de divulgar lo más posible la noticia y la hice llegar al
periódico El País. Si es así, me comentó enseguida Pedro, seguro que no me
reciben. ¿Qué hacemos, pues? Pedro, al fin me dijo: Déjalo, ya está hecho, que
salga. Y salió.
Pedro se había hecho
preceder en su visita con una Carta al Papa, donde le mostraba muy en
detalle su corresponsabilidad episcopal
sobre puntos muy importantes que debía afrontar. Y, aparte, tuvo una sesión con
los cardenales Gantin y Ratzinger, que lo sometieron a un examen, que Casaldáliga
contesto sereno y con gran lucidez. Al poco tiempo, Pedro recibió un documento
de Roma, para que lo firmara. A lo cual, contesto: “No es eso lo que hemos
acordado con el Papa”. Y no lo firmo.
Para muchas
congregaciones y teólogos resultaba primordial difundir la renovación del
concilio Vaticano II. Cinco compañeros más y yo formábamos una comunidad
claretiana que nuestros mismos
superiores impulsaron para tal fin.
En ese tiempo, logré
publicar el libro Nueva Ética Sexual, que circuló pacíficamente durante varios
años. Pero, llegó un momento en que el libro y su autor fueron sometidos a examen, decretando después
de largo proceso, su prohibición.
Hicimos varios recursos
en contra, pero al final, en última y máxima instancia, se nos condenaba y se
nos expulsaba de la Congregación. Seguíamos siendo sacerdotes, cierto, pero no
podíamos hacerlo sin que nos acogiera algún obispo benévolo en su diócesis,
cosa difícil sino imposible en España.
Y, dado que Pedro era
obispo y claretiano y que teníamos una intensa relación con él, viajé para
exponerle nuestra situación. Su respuesta fué inmediata: “Mira, Benjamín, por
el amor que os tengo, contad incondicionalmente conmigo hasta la muerte. Soy vuestro
obispo”. Para Pedro, éramos algo así como la trinchera teológica de su
Prelatura en el Primer Mundo.
Pedro no viajaba y tenía
decidido no salir de Brasil.
Lo hizo, sin embargo, a
Nicaragua, dando prueba de su libertad profética. No le eran favorables ni el
Papa Juan Pablo II, ni los obispos de Nicaragua. Pero Pedro, en fidelidad al
Evangelio, tenía que hacerse presente para apoyar la revolución sandinista y su
pastoral de la frontera y de la consolación.
Con gran impacto dentro
y fuera, dejó constancia de toda su acción en su libro “Nicaragua, combate y
profecía”.
De acuerdo con su lema de ‘Ser libre para ser pobre y ser pobre para ser libre’ denunciaba como nadie que la Iglesia no debía educar para la obediencia sino para la libertad.
Después de sondear el
libre y pobre vivir de Pedro
Casaldáliga, podríamos reflejarlo en el siguiente retrato:
Pedro es un hombre
libre
ante las instituciones,
ante las personas,
ante los grupos y las
ideologías,
es la palabra libre,
la osadía que bebe en
la fuente del Espíritu,
que es viento y fuego,
y revienta estructuras
y cadenas.
Si Pedro es libre es
porque a la vez es pobre.
Lo tiene muy claro:
encontrarse con el pobre,
es encontrarse con Dios.
Por tanto, quien no
toma en serio al pobre,
no puede encontrarse
con Dios.
Quien cree en Dios,
debe creer en la dignidad del hombre.
Quien ama al Padre,
debe servir a los hermanos.
Si vivir es convivir,
todos y todas
debemos ser reconocidos
como personas
en la radical dignidad de la raza humana.
La más esencial tarea de
la humanidad es humanizarse.
Humanizar el pequeño
mundo del propio corazón,
del propio hogar, de la
vecindad y del gran mundo
de la política, de la economía y de las instituciones.
La paz y el diálogo son
necesarios para que haya paz en el
mundo. Es, pues, hora de creer en plural unidad en el Dios de la vida y
del amor y de practicar la religión como
justicia, servicio y compañía.
Un Dios que separa la humanidad, es un ídolo mortífero.