Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

17 de abril de 2024

EVANGELIO DEL DOMINGO 21-O4-2024(JUAN 10,-11-18). REFLEXIONES DE PAGOLA

PASTOR BUENO

En aquel tiempo dijo Jesús a los fariseos:

Yo soy el buen pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estrago y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas. Yo soy el buen pastor, que conozco a las mías y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce y yo conozco al Padre; y doy mi vida por las ovejas.

Tengo además otras ovejas que no son de este redil; también a esas las tengo que traer, y escucharán mi voz y habrá un solo rebaño y un solo pastor. Por eso me ama el Padre: porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla. Este mandato he recibido del Padre (Juan 10, 11-18).

VA CON NOSOTROS

El símbolo de Jesús como pastor bueno produce hoy en algunos cristianos cierto fastidio. No queremos ser tratados como ovejas de un rebaño. No necesitamos a nadie que gobierne y controle nuestra vida. Queremos ser respetados. No necesitamos de ningún pastor.

No sentían así los primeros cristianos. La figura de Jesús, buen pastor, se convirtió muy pronto en la imagen más querida de Jesús.

El <<pastor bueno>> se preocupa de sus ovejas. Es su primer rasgo. No las abandona nunca. No las olvida. Está atento siempre a las más débiles o enfermas.

Jesús había dejado un recuerdo imborrable. Los relatos evangélicos lo describen preocupado por los enfermos, los marginados, los pequeños, los más indefensos y olvidados.

Pero hay algo más. <<El pastor bueno da la vida por sus ovejas>>. Ama a todos con amor de buen pastor, que no huye ante el peligro, sino que da su vida por salvar al rebaño.

Los cristianos vivimos con frecuencia una relación bastante pobre con Jesús. Necesitamos conocer una experiencia más viva y entrañable.

Una Iglesia formada por cristianos que se relacionan con un Jesús mal conocido, un Jesús lejano cuya voz no se escucha bien en las comunidades…. corre el riesgo de olvidar a su Pastor. Pero, ¿quién cuidará a la Iglesia si no es su Pastor?

EL PASTOR BUENO

Cuando en las primeras comunidades cristianas comenzaron los conflictos y disensiones, los seguidores de Jesús sintieron la necesidad de recordar que solo él es Pastor Bueno.

El pastor bueno siempre trata a las ovejas con cuidado y amor. El pastor que se preocupa de sus propios intereses es un <<asalariado>>. En realidad <<no le importan las ovejas>> ni su sufrimiento.

Jesús no había actuado como un jefe dedicado a dirigir, gobernar o controlar. Lo suyo había sido <<dar vida>>, curar, perdonar. No había hecho sino <<entregarse>>, desvivirse, terminar crucificado dando la vida por las ovejas. El que no es verdadero pastor piensa en sí mismo, <<abandona las ovejas>>, evita los problemas y <<huye>>. La alegoría del <<buen pastor>> arroja una luz decisiva: quien tenga alguna responsabilidad pastoral ha de parecerse a Jesús.

EN LO COTIDIANO

Nuestra vida se decide en lo cotidiano. Esa vida no tiene muchas veces nada de excitante. Está hecha de repetición y rutina. Pero es nuestra vida.

Somos <<seres cotidianos>>. La cotidianidad es un rasgo esencial del ser humano. Somos al mismo tiempo, responsables y víctimas de esa vida aparentemente pequeña de cada día.

Es en esa vida de cada día donde se decide nuestra calidad humana y cristiana. El gran teólogo Karl Rahner llega a decir que <<para el hombre interior y espiritual no hay mejor maestro que la vida cotidiana>>.

Según la teología del cuarto evangelio, los seguidores de Jesús no caminan por la vida sola y desamparada. Los acompaña y defiende día a día el Buen Pastor. Es Cristo quien ilumina, orienta y alienta su vida día a día hasta la vida eterna.

En el día a día de la vida cotidiana hemos de buscar al Resucitado en el amor, no en la letra muerta; en la autenticidad, no en las apariencias; en la verdad, no en los tópicos; en la creatividad, no en la pasividad y la inercia; en la luz, no en la oscuridad de las segundas intenciones; en el silencio interior, no en la agitación superficial.

HACIA UNA MAYOR COMUNICACIÓN

El pastor que se parece a Jesús solo piensa en sus ovejas, no <<huye>> ante los problemas, no las <<abandona>>. Al contrario, está junto a ellas, las defiende, se desvive por ellas, <<expone su vida>> buscando su bien.

Hacia esta comunión y mutuo conocimiento hemos de caminar también hoy en la Iglesia.

En estos momentos no fáciles para la fe necesitamos como nunca aunar fuerzas, buscar juntos criterios evangélicos y líneas maestras de actuación, para saber en qué dirección hemos de caminar de manera creativa hacia el futuro.

Pero, tal vez, lo más triste es ver cómo sigue creciendo el distanciamiento entre la jerarquía y el pueblo cristiano. En muchos lugares, los <<pastores>> y las <<ovejas>> apenas se conocen.

A bastantes obispos no les resulta fácil sintonizar con las necesidades reales de los creyentes, para ofrecerles la orientación y el aliento que necesitan. A muchos fieles les resulta difícil sentir afecto e interés hacia unos pastores a los que ven alejados de sus problemas.

Solo creyentes llenos del Espíritu del Buen Pastor pueden ayudarnos a crear el clima de acercamiento, mutua escucha, respeto recíproco y diálogo humilde que tanto necesitamos.

LA NECESIDAD DE UN GUÍA

Para los primeros creyentes, Jesús no es solo un pastor, sino el verdadero y auténtico pastor. El único líder capaz de orientar y dar verdadera vida al ser humano. Esta fe en Jesús como verdadero pastor y guía adquiere una actualidad nueva en una sociedad masificada como la nuestra, donde las personas corren el riesgo de perder su propia identidad y quedar aturdidas ante tantas voces y reclamos.

Es triste ver a las personas esforzándose por vivir un estilo de vida <<impuesto>> desde fuera, que simboliza para ellos el bienestar y la verdadera felicidad.

Los cristianos creemos que solo Jesús puede ser guía definitivo del ser humano. Solo desde él podemos aprender a vivir. Precisamente, el cristiano es aquel que, desde Jesús, va descubriendo día a día cuál es la manera más humana de vivir.

Pero, mientras la meditación sea sustituida por la televisión, el silencio interior por el ruido y el seguimiento a la propia conciencia por la sumisión ciega a la moda, será difícil que escuchemos la voz del Buen Pastor, que nos puede ayudar a vivir en medio de esta <<sociedad de consumo>> que consume a sus consumidores.

José Antonio Pagola

Colaboración de Juan García de Paredes.