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23 de mayo de 2024

EVANGELIO DOMINGO 26-Mayo-2024 (Mateo 28-16-20) Reflexiones de Pagola

YO ESTOY CON VOSOTROS

Los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban. Acercándose a ellos, Jesús les dijo:

Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo (Mateo 28, 16-20).

JESÚS ESTÁ CON VOSOTROS

Mateo termina su evangelio con una frase inolvidable de Jesús resucitado: <<Sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo>>.

Esta es la fe que ha animado siempre a las comunidades cristianas. No estamos solos, perdidos en medio de la historia, abandonados a nuestras propias fuerzas y a nuestro pecado. Cristo está con nosotros. Se diría que hemos olvidado algo que necesitamos urgentemente recordar: él está con nosotros.

Los obispos, reunidos con ocasión del Concilio Vaticano II, constataban la falta de una verdadera teología de la presencia de Cristo en su Iglesia.

Para los primeros creyentes, Jesús no es un personaje del pasado, un difunto a quien se venera y se da culto, sino alguien vivo, que anima, vivifica y llena con su espíritu a la comunidad creyente.

Cuando dos o tres creyentes se reúnen en su nombre, allí está él en medio de ellos.

Todavía hay algo más. Cuando nos encontramos con un hombre necesitado, despreciado o abandonado, nos estamos encontrando con aquel que quiso solidarizarse con ellos de manera radical. Por eso nuestra adhesión actual a Cristo en ningún lugar se verifica mejor que en la ayuda y solidaridad con el necesitado. <<Cuando hicisteis a uno de estos pequeños, a mí me lo hicisteis>>.

El Señor resucitado está en la eucaristía alimentando nuestra fe. Está en los pobres moviendo nuestros corazones a la compasión. Está todos los días, hasta el fin del mundo.

HACER DISCÍPULOS DE JESÚS

Entre los discípulos que rodean a Jesús resucitado hay << creyentes>> y hay quienes <<vacilan>>. El narrador es realista. Los discípulos <<se postran>>. Sin duda quieren creer, pero en algunos se despierta la duda y la indecisión.

Jesús les indica con toda precisión cuál ha de ser su misión. Pero todo estará finalmente orientado a un objetivo: <<hacer discípulos>> de Jesús.

Esta es nuestra misión: hacer <<seguidores>> de Jesús que conozcan su mensaje, sintonicen con su proyecto, aprendan a vivir como él y reproduzcan hoy su presencia en el mundo.

Así es la comunidad cristiana. La fuerza del Resucitado la sostiene con su Espíritu. Todo está orientado a aprender y enseñar a vivir como Jesús y desde Jesús. Él sigue vivo en sus comunidades. Sigue con nosotros y entre nosotros curando, perdonando, acogiendo… salvando.

EN EL NOMBRE DEL PADRE Y DEL HIJO Y DEL ESPÍRITU SANTO

Jesús sentía a Dios como Padre, y lo vivía todo impulsado por su Espíritu.

Jesús se sentía <<hijo querido>> de Dios. Para él, Dios no es solo el <<Santo>> del que hablan todos, sino el <<Compasivo>>. No habita en el templo, acogiendo solo a los de corazón limpio y manos inocentes. Cada mañana disfruta porque Dios hace salir su sol sobre buenos y malos.

Ese Padre tiene un gran proyecto en su corazón: hacer de la tierra una casa habitable. Jesús no duda: Dios no descansará hasta ver a sus hijos e hijas disfrutando juntos de una fiesta final. Nadie lo podrá impedir, ni la crueldad de la muerte ni la injusticia de los hombres. Como nadie puede impedir que llegue la primavera y lo llene todo de vida.

Fiel a este Padre y movido por su Espíritu, Jesús solo se dedica a una cosa: hacer un mundo más humano. Todos han de conocer la Buena Noticia, sobre todo los que menos se lo esperan: los pecadores y los despreciados.

Dios no da a nadie por perdido. A todos busca, a todos llama. No vive controlando a sus hijos e hijas, sino abriendo a cada uno caminos hacia una vida más humana.

Ese Espíritu empuja a Jesús hacia los que más sufren. Los que para nosotros no son nadie, esos son precisamente los predilectos de Dios. Jesús sabe que a ese Dios no le entienden los grandes, sino los pequeños. Su amor lo descubren quienes le buscan, porque no tienen a nadie que enjugue sus lágrimas.

LO ESENCIAL DEL CREDO

Al parecer, hoy necesitamos oír hablar de Dios con palabras humildes y sencillas, que toquen nuestro pobre corazón, confuso y desalentado, y reconforten nuestra fe vacilante.

<<Creo en Dios Padre, creador del cielo y de la tierra>>.

No estamos solos ante nuestros problemas y conflictos.

No vivimos olvidados. Dios es nuestro <<Padre>> querido.

Así lo llamaba Jesús y así lo llamamos nosotros. Él es el origen y la meta de nuestra vida.

Aunque vivamos llenos de dudas, no hemos de perder la fe en este Dios, Creador y Padre, pues habríamos perdido nuestra última esperanza.

<<Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor>>. Es el gran regalo que Dios ha hecho al mundo. En él podemos sentir a Dios humano, cercano, amigo.

Este Jesús, el Hijo amado de Dios, nos ha animado a construir una vida más fraterna y dichosa para todos.

<<Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida>>. Este misterio de Dios no es algo lejano. Está presente en el fondo de cada uno de nosotros. Lo podemos captar como Espíritu que alienta nuestras vidas, como Amor que nos lleva hacia los que sufren. Este Espíritu es lo mejor que hay dentro de nosotros.

Es una gracia grande caminar por la vida bautizados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. No lo hemos de olvidar.

¿ES NECESARIO CREER EN LA TRINIDAD?

Nada más lejos de la realidad. La fe en la Trinidad cambia no solo, nuestra visión de Dios, sino también nuestra

José Antonio Pagola 

Colaboración de Juan García de Paredes.