Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

12 de junio de 2024

CÍRCULO DE SILENCIO

                                         93 MANIFIESTO CÍRCULO DE SILENCIO

Cádiz a 12 de junio de 2024

El Día Mundial del Refugiado es un día internacional designado por las Naciones Unidas para honrar a las personas refugiadas de todo el mundo. Se conmemora el 20 de junio de  cada año y centra su atención en los derechos, las necesidades y los proyectos de quienes se ven forzados a huir.

Un refugiado es una persona que huye de conflictos armados, violencia o persecución y se ve obligada a cruzar una frontera internacional en busca de seguridad en otros países.

Los motivos de la persecución pueden ser muy diversos: persecuciones étnicas, de género, religiosas, por su orientación sexual… Se trata siempre de situaciones que ponen en peligro su vida, por lo que esta persona es reconocida internacionalmente como “refugiada” y los Estados, ACNUR (Agencia de la ONU para los Refugiados) y otras organizaciones están obligados a prestarle asistencia, pues negarle el asilo puede traerle consecuencias mortales.

La Convención de 1951 define quién es un refugiado, cuáles son sus derechos y cómo los Estados están obligados a proteger a esta persona. El principio fundamental de esta Convención es el de “no devolución”, según el cual un refugiado nunca debe ser expulsado o devuelto a situaciones que pongan en peligro su vida o su libertad.

El Día Mundial del Refugiado centra su atención en los derechos, necesidades y sueños de las personas refugiadas, y contribuye a movilizar la voluntad política y los recursos para que no solo puedan sobrevivir, sino también prosperar.

La Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) informa que en la actualidad hay en el mundo unos 110 millones de personas desplazadas por la fuerza a causa de persecuciones, conflictos, violencia, violaciones a los derechos humanos.

LA POBLACIÓN REFUGIADA MÁS ANTIGUA Y MÁS NUMEROSA DEL MUNDO ES LA PALESTINA.

El 14 de mayo 1948 es la fecha de creación del Estado de Israel. Para el pueblo palestino, ese acontecimiento se conmemora con el nombre la Nakba, “la catástrofe”, en recuerdo de quienes debieron emprender un éxodo que a día de hoy no ha tenido retorno.

En 1950, cuando UNRWA (Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo) comenzó sus operaciones, 750.000 personas tenían el estatus de refugiados de Palestina, expulsados de sus hogares y sus tierras tras la guerra árabe-israelí de 1948.

Hoy, son cuasi 6 millones los refugiados palestinos: después de más de 70 años de sufrimiento, los refugiados de Palestina siguen anhelando el regreso a sus hogares y el reconocimiento de la injusticia a la que viven sometidos. Una espera que no tendrá fin hasta que se encuentre una solución justa y definitiva a su difícil situación.

Los desafíos que enfrenta la población refugiada de Palestina son específicos dependiendo de su comunidad de acogida. En el territorio palestino ocupado, el bloqueo, la guerra y la ocupación militar suponen una violación continuada de sus derechos. En Siria, se enfrentan a una guerra que dura ya casi una década. En Líbano, está excluida de aspectos clave de la vida social, política y económica. En Jordania, donde viven la mayor parte de los refugiados de Palestina, -aunque una gran parte tiene acceso servicios gubernamentales y ciudadanía jordana-, algunas minorías están sujetas a restricciones legales que limitan sus derechos.

Detrás de cada refugiado siempre hay una trágica experiencia de sufrimiento, de drama, por eso no nos queremos quedar en relatar los números y porcentajes fríos y despersonalizados, y traemos a nuestro Círculo de Silencio la vida de Souleyman, un chico que pasó por nuestro dispositivo de acogida de Cádiz, en tartessos y hoy se nos abre a nosotros para que conozcamos su desgarradora historia.

Souleyman es un chico de Guinea que vivía con su madre. Su padre falleció joven, en el año 2021. Tiene un hermano menor que trabaja como comerciante. Según la costumbre de su pueblo, cuando un hombre casado muere, la viuda tiene que casarse con su cuñado, pero en este caso su madre se negó. Según esta tradición, su tío debía hacerse cargo de todos los bienes de la familia. Souleyman mantiene que su tío quería casarse con su madre solo para heredar todos los bienes de su padre, sobre todo las tierras. Como su madre rechazó casarse, Souleyman, como hijo mayor, debía asumir toda la responsabilidad de la familia y sus propiedades. Esta decisión no gustó a la familia paterna, y provocó amenazas contra él y su madre, llegando incluso a sufrir envenenamiento, siguiendo las creencias de brujería de su cultura. Souleyman acudió al hospital pero los médicos no pudieron tratarle ese padecimiento, por lo que tuvo que ser atendido por un curandero, según las costumbres ancestrales.

En algunos países de África la brujería es una práctica que también puede ser empleada para causar daño a personas concretas, y según él, eso es exactamente lo que le sucedió.

Acudió a la policía para denunciar los hechos, pero se encontró con el obstáculo de que su tío era una persona muy conocida, así que sus denuncias nunca tuvieron efecto.

Sin recibir la protección de las autoridades de su país, y constantemente amenazado de muerte, Souleyman se vio completamente desamparado, y tomó la decisión de abandonar su país, dejando atrás a su madre y a su hermano.

Dejó Guinea en 2022 y pasando por los países de Mali y Mauritania, llegó por fin a Marruecos, y de allí consiguió llegar a las Islas Canarias, en un largo y dramático viaje en cayuco que duró varios días. Souleyman ha solicitado Protección Internacional y está a la espera de su resolución.

Amigos, comienza nuestro TIEMPO DE SILENCIO.

MESA DIOCESANA DE ATENCION Y ACOGIDA DE MIGRANTES Y

REFUGIADOS DE CÁDIZ Y CEUTA.

Colaboración de Juan García de Paredes.