JESÚS MAESTRO INTERIOR
1 Recuperar a Jesús
como Maestro interior
En un escrito cristiano
que se difundió hacia el año 67 podemos leer una exhortación que se diría
dirigida a los cristianos de nuestros tiempos: <<Corramos con fortaleza
la prueba que se nos propone, fijos los ojos en Jesús, el que inicia y consuma
nuestra fe>> (Hebreos 12,1-2). Así hemos de vivir en estos tiempos
difíciles: con los ojos fijos en Jesús. Enseñándonos a vivir con una confianza
absolutamente nueva y singular en Dios como Padre (Abbá), que busca introducir
en el mundo de hoy un proyecto humanizador para dar pasos hacia una humanidad
más justa, digna y fraterna para todos.
El primer objetivo de
esta obra es contribuir a recuperar a Jesús como <<Maestro
interior>>.
Desde hace siglos,
cuando se habla del magisterio en la Iglesia, solo se piensa en el magisterio
de la jerarquía, ignorando casi siempre el magisterio interior de Jesucristo
resucitado. Sin duda, la fe cristiana necesita también hoy de la orientación responsable
de la jerarquía, pero un cristianismo olvidado de Jesús y guiado solo
<<desde fuera>>, ¿no seguirá llevando a sus miembros a la
incredulidad, a la indiferencia o al infantilismo?.
En este trabajo oriento
mi propósito de recuperar a Jesús como Maestro interior a promover otros dos
objetivos concretos que se enriquecen y complementan mutuamente: << la
renovación interior del cristianismo, tal como es vivido en nuestros días, y la
necesidad de reavivar en estos momentos la verdadera espiritualidad de Jesús.>>
2 Hacia la renovación interior
del cristianismo actual
El vacío interior del
cristianismo actual es deplorable. A partir, sobre todo, de la Contrarreforma,
y por diversos factores, la fe se ha ido reduciendo en buena parte al
asentimiento de un conjunta de doctrinas. Muchos cristianos piensan todavía hoy
que la fe consiste sencillamente en creer <<cosas difíciles de
entender>>, pero que hemos de aceptarlas para poder ser cristianos y
salvarnos. Este modo de entender y vivir la fe está arruinando la vida cristiana
de muchos, vaciándola de toda experiencia interior de Dios.
Esta es la fe que se está perdiendo en nuestros días. Sin experiencia interior de Dios, la fe queda reducida a algo tan infantil y superficial que no podrá subsistir en el futuro. Lo primero que hemos de introducir y contagiar en nuestras comunidades y parroquias es esta buena noticia: todo ser humano puede descubrir en su interior el misterio de amor insondable que los creyentes llamamos Dios.
Toda persona puede
conocer, vivir y gozar de manera sencilla, pero real, la experiencia interior
de un Dios en el que podemos confiar. Solo desde esa experiencia se puede
despertar en nosotros la atracción hacia Dios como origen último del que proviene
nuestro ser, realidad hacia la que apuntan nuestras preguntas más radicales y
meta hacia la que se dirige nuestro anhelo más profundo de vida.
3 Reavivar la verdadera
espiritualidad de Jesús
La renovación interior
de nuestra fe cristiana solo es posible si conocemos y vivimos la verdadera espiritualidad
vivida por Jesús.
Yo añadiría algo más:
la espiritualidad revolucionaria de Jesús posee una fuerza humanizadora y un
potencial de luz para abordar precisamente los problemas humanos del mundo posmoderno
que difícilmente se pondrán encontrar por otros caminos espirituales.
a) Espiritualidad
vivida como relación personal con Dios
Jesús vive su
experiencia de Dios dirigiéndose a él como un <<tú>>. Pero a los
seguidores de Jesús, invocar a Dios como un <<tú>> nos permite
expresar y vivir nuestra relación con él como un encuentro personal.
Esta relación personal
con el misterio Dios hace posible la oración como experiencia privilegiada para
alimentar y alentar en nosotros la fe en Dios. Más aún. Esta es la oración que
hace más llevadera y humana la vida de millones y millones de personas de todas
las religiones y de todos los tiempos. Dios no es propiedad de espíritus
selectos. Es también de estas gentes sencillas a las que nadie ha iniciado en
el silencio interior ni en la contemplación.
b) Espiritualidad
marcada por la confianza absoluta en un Dios Padre de todos Unos de los rasgos
de la espiritualidad de Jesús que quiero subrayar de manera especial en
nuestros días es su confianza absoluta en un Dios Padre de todos. Por una
parte, esta confianza de Jesús es clave en su espiritualidad. Por otra, son muchos
los que se han ido alejando de la fe cristiana, sobre todo porque han sido
educados desde niños en el miedo a Dios.
Al mismo tiempo, el
misterio de Dios vivido como Padre de todos nos urge a comprometernos por un
mundo donde sea posible la libertad, la igualdad y la fraternidad de todos.
Esta espiritualidad de Jesús nos compromete a sus seguidores a trabajar por una
sociedad más libre, igual y fraterna en medio de la cultura nihilista, en la
que corremos el riesgo de seguir dando pasos hacia un futuro de hombres y mujeres
sometidos a un bienestar deshumanizador; de individuos privados de conciencia comunitaria
y solidaria que pretenden construir una falsa <<aldea global>>,
abriendo en la familia humana desigualdades cada vez más crueles.
c) Espiritualidad alentada
por un Dios Padre-Madre
Otro rasgo de la
espiritualidad de Jesús que considero de suma relevancia para nuestros tiempos
es descubrir que la actuación profética de Jesús no está inspirada por un Padre
autoritario y dominador, sino por un Padre que actúa con sus hijos con entrañas
de Madre.
Como ejemplo y paradigma
podemos recordar la actuación maternal del padre con sus dos hijos en la
parábola del padre bueno (Lucas 15,11-32).
Ha llegado quizá el momento
de ir introduciendo en nuestro lenguaje la expresión <<DiosPadre-Madre>>
para hablar de ese Dios que no ha creado al varón para dominar a la mujer ni a
la mujer para ser dominada por el varón.
d) Espiritualidad
centrada en abrir caminos al proyecto humanizador del Padre
Xabier Pikaza resume así
la novedad de Jesús: <<Su verdad consistirá en insistir en Dios como
Padre y en vincularlo a la llegada del Reino, que él ofrece ante todo a los
pobres y excluidos de la sociedad>>. Jesús vive a Dios no desde un
silencio que lo aísla de la vida de los demás, sino desde una experiencia interior
que le conduce a vivir abriendo caminos al proyecto humanizador del Padre, que
él llamaba el <<reino de Dios>>. Esta es la clave de la
espiritualidad de Jesús y la pasión de su vida.
Una espiritualidad que
vive de manera radical, identificándose ante todo con la causa de los pobres,
los últimos, los más olvidados, los que viven sin <<estructura social
protectora>>.
Un mundo en el que se
busque la justicia y la dignidad para todo ser humano, empezando por los últimos;
una sociedad en la que se acoja a todos sin excluir a nadie por razón de raza,
sexo, religión, nacionalidad …; una convivencia en la que se promueva la
igualdad y dignidad de la mujer para construir un mundo sin dominación
masculina; una religión que viva al servicio de las personas, ante todo de las
más olvidadas y marginadas.
José Antonio Pagola
Colaboración de Juan García de Paredes.