Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

31 de julio de 2024

EL NIÑO QUE QUERÍA SER MAYOR

   Capítulo 9

LA REVELACIÓN

Cuando se despertaron de su largo sueño de naufragados, doña Lucía y don Felipe salieron a la sala que hacía de cocina y comedor. La casa estaba en silencio pero pronto se oyó llegar a Pili y Pascualín. El niño venía saltando de contento

"¡mamá, papá he estado jugando a la pelota de verdad!"

    ¿Cómo qué?

    - "sí era una pelota redonda de verdad"...

    Los papás se dieron cuenta de que en el pueblito donde ellos vivían, ni siquiera había balones de futbol. Los chiquillos hacían pelotas con trapos viejos que sujetaban con cuerdas. 

   Cuando salieron Pili y Pascualín, en un campito cercano se jugaba un partido importante: los del barrio de arriba contra los del barrio de abajo. Se quedaron Pili y el niño viendo el emocionante encuentro. Por lo visto era un campeonato entre los barrios, las colonias populares de la ciudad y eran las semifinales de ese campeonato.

    En una jugada la pelota salió fuera del terreno de juego, un terreno bastante accidentado con porterías hechas de piedras que sujetaban unos palos de medio metro.

    Cuando Pascualín vio botar por allí cerca la pelota se le fueron los pies, y el detrás. Saltó, paro con la cabeza la pelota, la recogió con los pies la dejó botar y chutó justo al sitio de donde había venido y la estaban esperando.

 Pili se quedó asombrada, Se dió cuenta de la habilidad que tenía el muchachito. Los niños que jugaban aplaudieron: "!¡muy buena morenito!" Y el que debía de ser capitán de uno de los equipos le gritó "¡¡oye que nos falta uno!!¿quieres jugar con nosotros?"

    Pascualín miró a Pili con cara de pregunta... Ella le dió un empujoncito y el dijo: "Hale hale aprovecha", el morenito saltó al campo, pero antes se quitó las zapatillas que llevaba. Él jugaba mejor descalzo. No quedaba más que un cuarto de hora del encuentro, estaban empatados y terminaron empatados pero en esos pocos minutos espectadores y jugadores pudieron admirar la agilidad y habilidad de aquel niño, que hacía poco se estuvo jugando la vida contra las olas del mediterráneo.

    Pili abrazo y felicitó a Pascualín pero mientras volvían a casa iba pensando; ahora viene lo malo. Conseguir que la policía española no expulse y mande a su tierra a estos que ya se están convirtiendo en queridos amigos.

    Ya hablaremos de eso en el próximo capítulo.