La lideresa feminista
maya K’iche’, Aura Lolita Chávez, pudo regresar a su comunidad en Santa Cruz
del Quiché, luego de permanecer siete años de exilio forzado, tras sufrir amenazas
y atentados de muerte.
Lolita Chávez, como le
dicen en su comunidad, fue recibida con diferentes actividades. En Q’umarkaj,
la capital del pueblo maya K’iche’, se vivió una fiesta organizada por un grupo
de mujeres que le han acompañado durante una caravana de retorno, quienes
también realizaron una ceremonia maya.
La defensora de
derechos humanos salió del país en 2017, bajo una persecución del crimen
organizado y judicial. La caravana, proveniente del sureste de México, viajó
durante 15 días, acompañada por la comunidad internacional.
Ella fue perseguida
judicialmente, pero luego de una larga lucha, fueron retirados los cargos en su
contra, confirmándose su inocencia.
Durante años ha
denunciado la complicidad entre empresas multinacionales extractivistas, el
Estado y los cárteles locales que operan impunemente, violentando los bienes y
la vida de las comunidades.
Nunca estuvo sola
Lolita Chávez pudo
regresar porque su gente, en su comunidad, nunca la dejó sola y ha pasado siete
años luchando hasta lograr su desjudicialización. Este retorno colectivo
representa la cosecha de las siembras plantadas y quiere ser una oportunidad
para seguir construyendo alianzas en cada una de las paradas que se van a hacer
en la Ciudad de México, en territorio lenca de Honduras, en Ciudad de
Guatemala, y, finalmente, en Q’umarkaj, centro histórico del territorio
K’iche’.
Volvió acompañada por
toda la gente que ha florecido junto a ella estos años y por quienes han
participado en este retorno, una comunidad que la seguirá acuerpando cuando,
desde allá, salga de nuevo a “recorrer mundo” para seguir siendo una luchadora
por la vida.
Marcha de la Memoria
Este 30 de junio que
marcó el regreso de Chávez a su comunidad también es para recordar a las
víctimas del conflicto armado. Diferentes organizaciones sociales realizaron la
Marcha de la Memoria para reivindicar la dignidad de las poblaciones afectadas
por la violencia de la guerra civil.
Por Alexander Valdéz