Ni tú ni yo podemos blanquear los ensangrentados muros de
la tierra,
limpiar el mar de minas
o cambiar la conciencia
del terrorista.
Si está nuestro
alcance,
sin embargo,
oxigenar de bondad
el amable rincón de
nuestra casa, cubrir de comprensión la leve
intemperencia del
abuelo,
encajar con paciencia
el enfado a destiempo,
la infantil travesura,
la manía senil
o la amistad cargante.
Si instauras la paz
en tu pequeño mundo,
has hecho por la paz
cuanto es posible.
PALABRAS PARA EL
SILENCIO
Colaboración de Juan García de Paredes.