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28 de agosto de 2024

PALABRAS PARA EL SILENCIO

Enséñame, Señor, a envejecer

Señor, enséñame a envejecer

como cristiano.

Convénceme de que no son

injustos conmigo:

los que me quitan responsabilidad;

los que ya no piden mi opinión;

los que llaman a otro para que

ocupe mi puesto.

 

Quítame el orgullo de mi

experiencia pasada;

quítame el sentido de creerme

indispensable.

Señor, que en este gradual

despego de las cosas,

yo sólo vea la ley del tiempo,

y considere este relevo

en los trabajos

como una manifestación

interesante de la vida,

que se releva bajo el impulso

de tu providencia.

 

Pero ayúdame, Señor,

para que yo todavía

sea útil a los demás:

contribuyendo con mi optimismo

y mi oración

a la alegría y al entusiasmo

de los que ahora tienen la

responsabilidad;

viviendo en contacto humilde

y sereno con el mundo que cambia

sin lamentarme por el pasado

que ya se fue;

aceptando mi salida

de los campos de actividad,

como acepto con naturalidad

sencilla la puesta del sol.


Finalmente,

te pido que me perdones

si sólo en esta hora tranquila

caigo en la cuenta

de cuánto me has amado,

y concédeme

que, a lo menos ahora,

mire con mucha gratitud

hacia el destino feliz

que me tienes preparado

y hacia el cual me orientaste en el

primer momento de mi vida.

Señor enséñame a envejecer así.

Amen.

Martín Irure (capuchino)

Colaboración de Juan García de Paredes.