MARTÍN VALMASEDA
El monte
Olimpo se levanta
por las alturas
de Grecia y
en torno a
él han sucedido
muchas cosas de
la cultura griega, que
iluminó a Europa en
los primeros siglos antes de
la época cristiana.
Una de esas
luces fueron los
juegos olímpicos, que se
han ido perpetuando
a través de
la historia cuando
Grecia ya no es
la gran
potencia cultural europea que
era entonces.
Pero en
cambio el mensaje
de aquel Judío
campesino Jesús, también se
ha sembrado en
la cultura griega
aunque sin separarse
de la latina. Parece que
fue un cura francés
quien invento el
lema de esos juegos: "Más alto más fuerte, más lejos"
En nuestra
juventud teníamos que
aprender esa lengua bastante muertecita, el latin, para después sumergirnos en
la otra no
menos muerta y
con letras distintas que es la
griega. Para acabarlo
de fastidiar luego
se vinieron encima
las lenguas modernas
primero el alemán
y como la guerra
la ganaron los
"aliados" nos la
liaron con el inglés.
Pero a
pesar de todo
de las alturas
del Olimpo bajaron
como una tromba,
esos juegos para
los que no
hace falta saber
idiomas; por lo menos gol
se dice igual
en casi cualquier
idioma y los
chinos se tiran
al agua desde
muy alto, igual que los mexicanos.
No tienen ni
que hacer glu
glu. Por
eso han tenido
éxito las olimpiadas
porque no hace
falta saber griego
ni siquiera inglés de norteamérica.
Sin embargo
algo que no
encaja con todo
esto es lo
que se llama
un olímpico desprecio. Los
deportistas son gente humilde
y lo
único que hacen
es poner alguna zancadilla; pero
eso no lo
aprendieron en el
monte Olimpo sino
en algún campo
de fútbol de
barrio.
Pues que
como sea sigamos
encantados con las
olimpiadas y buscando
medallitas de oro
o de bronce;
de plata no
porque el que
gana la de
plata es que perdió la
de oro. Así somos
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